Esa sensación de emuná
Entonces sucede. Pierdes el equilibrio. Frenéticamente, tratas de volver a pararte en el centro del puente. Demasiado tarde...
Aunque el mundo te diga otra cosa,
Puedes alcanzar la felicidad y cambiar en un instante.
Paz interior, alegría real, sin trucos,
Vivimos sin creer porque todavía no hemos llegado allí….
Nisim Black, el rapero, Lejaim.
Imagínense un pozo enorme. El diámetro del pozo es del tamaño de un estadio de fútbol. Es tan profundo que no pueden divisar el fondo. Si arrojaran allí una piedra, pasaría una hora hasta que oyeran el impacto.
¿Ya tienen la imagen en la mente? Perfecto. Ahora imaginen un puente que une los bordes del abismo. Bueno. Quítenle al puente las barandas para asirse. El puente es solamente un suelo, nada más. El “suelo” del puente es un conjunto de paneles de madera unidos por dos sogas por abajo. Cada panel tiene solamente quince centímetros de ancho, apenas para poner dos pies uno junto al otro. Cuando caminas de un borde al otro, tu peso inclina el puente un poco más abajo y este se balancea de un lado al otro.
¿Se imaginan tener que caminar por ese puente? Un paso en falso y se caen al abismo, y nunca más. Y aunque sobrevivan, van a tardar toda una vida en volver a subir. Y aunque logren en hacerlo paso por paso, el estrés y la presión del viaje son suficientes para darles un infarto.
Eso es lo que quiere decir Rabí Najman cuando dice que “El mundo es un puente angosto y la clave es no tener miedo en absoluto”. No tener miedo EN ABSOLUTO! Hay que bailar cuando se atraviesa el puente!
Así que empecemos! La vida empieza en esos críticos primeros pasos de un extremo al otro. Una vez que ya avanzaste, lo único que puedes ver es oscuridad debajo de tus pies. Un cálculo mal hecho y es el fin.
Entonces sucede. Pierdes el equilibrio. Frenéticamente, tratas de volver a pararte en el centro del puente. Demasiado tarde. Te fuiste demasiado de un lado y el peso de tu propio cuerpo te empuja fuera del puente. Comienzas a caer…
Antes de darte cuenta de que se ha acabado todo, antes de empezar a pensar cuánta va a ser la caída antes del impacto final, antes de siquiera respirar, SPLASH!
Todo el pozo estaba lleno de agua cristalina. En vez de caer a tu fin, simplemente te sumerges unos cuantos metros hasta que el agua detiene tu descenso. Por instinto, empiezas a nadar rumbo a la superficie. El puente, que todavía se mece de un lado al otro, está a una distancia de dos metros de ti.
Eso es todo. Una mera ilusión. El más grande miedo fue exponencialmente más grande que el resultado real. Sueltas una carcajada, vuelves al comienzo del puente. Intentas de nuevo.
Esa es la vida con emuná. Es cruzar ese puente sabiendo que no hay nada de lo que temer. No hay pozo de desesperación. Lo peor que puede pasar es que des un paso en la dirección incorrecta, te caigas y aprendas algo nuevo al subir de nuevo.
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