Qué valija?

Ah.. sí, los dulces recuerdos que tengo de cuando mi marido, David, y yo empezamos a salir… El otro día me acordé de esta historia tan romántica...

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Rajeli Reckles

Posteado en 18.03.21

Ah.. sí, los dulces recuerdos que tengo de cuando mi marido, David, y yo empezamos a salir… El otro día de repente me acordé de esta historia increíblemente romántica y me gustaría compartirla con ustedes, porque contiene una poderosa lección de vida. No se pongan celosos…

 

Estábamos disfrutando de los primeros meses de nuestro romance. Llámenlo “enamorarse” o como quieran, estábamos flotando por el aire con estrellas en los ojos. Corrección: él estaba flotando  en el aire con estrellas en los ojos. Yo me estaba poniendo molesta pensando que iba a tener que lavarle la ropa y prepararle la comida y limpiarle la casa…

 

No se preocupen, sin embargo. La venganza fue dulce. En vez de cortar con él, me casé con él.

 

Cuando estábamos todavía de novios, decidimos viajar a New York para Rosh Hashana. Pensamos que íbamos a tomarnos algunos días libres para pasear por la ciudad y comer en muchos restaurantes chinos kasher.

 

Estábamos preparando las valijas. Yo tenía una valija abierta en la habitación y estaba llenándola de ropa que nunca me iba a poner, porque en realidad no sé preparar valijas. -Siempre llevo muchísima ropa de más.

 

No recuerdo bien lo que ocurrió, pero seguramente habré estado haciendo varias cosas diferentes y antes de darme cuenta, ya estábamos rumbo al aeropuerto.  Por supuesto que yo no cargué con la valija. Ese era el trabajo de David, ya que él tenía que jugar el rol del honorable caballero.

 

Cuando llegamos al aeropuerto, salí del taxi, con mis anteojos de sol y pensando que era la Gran Duquesa que acababa de salir del Mercedes enfrente de su palacio. Mi Príncipe Real debía encargarse de las maletas mientras yo me quedaba allí mirando como Audrey Hepburn…

 

En el check in, la empleada del aeropuerto le pidió que colocara el equipaje en el mostrador para que pudiera inspeccionarlo. Él puso su propia valija y cuando ella le preguntó si tenía alguna otra valija, él respondió “no” y ahí fue cuando casi me desmayo.

 

 

QUÉ? NO HAY MÁS EQUIPAJE???

 

Lo miré fijamente con mis ojos iraquíes y le pregunté dónde estaba mi valija.

 

“¿Qué sé yo?”, respondió él. Ah, okay, juega al idiota… qué problema hay…

 

“¡Pero si estaba en tu habitación! ¿Por qué no la trajiste?”, me puse a gritar en voz tan alta que la empleada se puso incómoda.

 

“¿Y por qué la tengo que traer yo? ¡Es tu valija!”. Y eso, señoras y señores, fue el final del romance.

 

Ah, sí, al final sí me casé con él, pero eso fue solamente porque pensé que era rico. Ah… cómo me dejé engañar… Pero no se preocupen. Sigo gastando el dinero de él como si fuese un millonario. Y saben cuál es la peor parte de la historia? Que se negó a pagar toda la ropa nueva que me tuve que comprar.

 

Quince años más tarde, seguimos riéndonos, peléandonos por este incidente. Yo insisto en que él debería haberse hecho responsable y por alguna extraña razón, él insiste en que yo debería haberme hecho responsable.

 

En realidad, los dos deberíamos habernos hechos responsables. Pero aprendí algo de todo esto. Muchas veces pasan cosas en la vida que no salen como queremos. Y muchas veces son nuestras propias acciones las que causaron esas consecuencias indeseables.

 

El problema es que no queremos admitirlo. Pensamos que al engañarnos a nosotros mismos y pretender ser la víctima, de alguna manera arreglaremos el problema. Pero no es así!

 

Y otra cosa muy importante: Hashem no castiga a nadie! Solamente nos da las consecuencias de nuestros propios actos. Y siempre es con muchísima compasión. ¿Y cómo sé que tengo razón? Porque si nosotros, los seres humanos, estuviéramos a cargo de enseñarles una lección a los demás, a esta altura ya estarían todos muertos.

 

Hace falta coraje, madurez y humildad para admitir que uno se equivocó. Gracias a Dios, no tengo ninguna de esas tres cosas, así que puedo seguir haciéndome la víctima y echarle la culpa a mi marido de todo. Les aseguro que es mucho más divertido así.

 

Ay… espero que David no lea esto..

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1. Anónimo

5/21/2020

Querido Rab Arush, agradezco al Eterno Bendito Sea, las enseñanzas que me comparte a través de usted. Usted dice las cosas con mensajes de verdad, con Emuná, nuevamente me veo reflejado y doy gracias a H-Shm por mirar mis errores, porque puedo rectificar. Todá Rabá!!!

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