¿Qué estoy haciendo mal?

Pareciera que aunque uno intente hacer las cosas bien, no todo es un camino de rosas.

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Tali Mandel

Posteado en 15.03.21

El agua está hirviendo y no alcanzo a apagarla antes de que se salga de la olla. La pequeña inundación deja un gran charco que debo limpiar enseguida para que no se seque y se pegue, pero… ¡ouch! Me quemé, la superficie estaba demasiado caliente. Me doy la vuelta para agarrar un trapo, tropiezo y caigo de bruces.

 

Si esta escena tuviera lugar cualquier día de la semana ya sería irritante, pero si tiene lugar antes de Shabat es un auténtico desastre. Y en seguida ponemos en “on” el modo “¿por qué a mí? ¿qué estoy haciendo mal si quiero mejorar y hacer comida rica para Shabat?”. Hay algo de lo que hemos hablado ya otras veces, llamado yetzer hará, que nos pone a prueba en los momentos menos oportunos según nosotros para recibir una prueba (o sea, nunca, porque ¿quién quiere recibir una prueba y está preparado para ello con lugar, fecha y hora?). Pero también hay otro fenómeno que sucede a menudo y es que mientras más uno intenta hacer las cosas bien, apartarse de las influencias negativas de personas que le rodeaban cuando no cumplía mitzvot, o empezar con otras rutinas diferentes para llevar una vida más recta por así decirlo, se encuentra con que no todo es un camino de rosas.

 

Sorpresa, sorpresa, creíamos erróneamente que en el mismo momento en el que decidiéramos volver a la senda sería una cosa de magia y de un salto brincaríamos en el Gan Eden. No se engañen, esta vida es para trabajar. De hecho, cuando uno encuentra situaciones que asemejan obstáculos en su camino eso significa que realmente está en el camino correcto y está realizando una limpieza de sus faltas pasadas y que HaShem le está orientando para que vea qué es lo que significa cumplir Sus preceptos.

 

Hace ya años, cuando aún estaba en proceso de conversión al judaísmo, conocí a una pareja muy simpática. Él estaba en clases para la conversión conmigo y ella era judía de nacimiento. Tras varios años de relación, él decidió que quería convertirse al judaísmo. Poco a poco iba estudiando y seguía las clases de Torá y halajá necesarias para llevar a cabo la conversión. Como saben, las personas que están en proceso de conversión no tienen la obligación y, de hecho, tienen prohibido cumplir Shabat en su totalidad. Por tanto, este chico iba cumpliendo a medida que iba aprendiendo e interiorizando las mitzvot.

 

Estando en este proceso, él ya había decidido que en lugar ir en autobús a la sinagoga iría caminando. Después de un tiempo cumpliendo con este precepto de no utilizar un vehículo en Shabat decidió que era momento de dar el siguiente paso y optó por dejar de transportar objetos en Shabat. Como saben, en las ciudades en las que no hay eruv (disposición especial halájica de un cordón para determinar una zona en la que se puede transportar en Shabat) no se puede cargar ningún objeto en Shabat, ni siquiera un sidur o cualquier otra cosa que fuera necesaria. Pues bien, el primer Shabat que estaba cumpliendo con este precepto caminó de ida y regreso a la sinagoga por la noche y se sentía fenomenal, sabiendo que estaba avanzando en su aprendizaje y poniendo en práctica lo que estaba aprendiendo. Cuando salió de casa por la mañana hacia la sinagoga para rezar en el servicio de shajarit se encontró con una situación que HaShem le había preparado: un billete de una cantidad sustanciosa tirado en el suelo. Sin dueño aparente, sin nadie a quién avisar. En todos los meses que llevaba realizando el mismo recorrido no había encontrado ni en día de diario ni en Shabat ni una pequeña moneda. Y, sin embargo, precisamente en el Shabat que había decidido no transportar nada va y se encuentra con un billete. Esta es una forma muy clara de HaShem para decir ¿estás seguro de lo que quieres? Aún no eres judío, puedes agarrar el billete y llevártelo, total ¿quién se va a dar cuenta? Pero él sabía que ese era un momento crucial en el que podía decidir continuar hacia delante o retroceder unos cuantos pasos en su aprendizaje para completar la conversión.

 

Este muchacho decidió dejar el billete donde estaba y tuvo el regocijo de poder superar esa pequeña prueba de HaShem. Les cuento esta historia porque a veces, al menor inconveniente para realizar mitzvot enseguida pensamos que tal vez HaShem no quiere que nos acerquemos a Él o que no estamos en el camino correcto. Pero esto no tiene sentido, simplemente tenemos pruebas que superar, manchas que borrar con pequeños sufrimientos o cosas que demostrar para verificar que vamos en serio.

 

Con emuná podemos ver claramente que todas estas cosas son simplemente situaciones que suceden en nuestra vida y que, si tenemos verdaderamente claro el objetivo, podemos seguir adelante sin apartarnos de nuestro objetivo.

 

Si tienes alguna pregunta o quieres compartir tu historia o inquietudes, escríbeme a tali.mandel.18@gmail.com

 

 

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1. Osita Fernandez

11/08/2018

conversion Sigo Breslev en youtube, vivo en Cuernavaca Estado de Morelos. Quisiera saber si hay alguien que pudiera enseñarme y ser discipulo

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