La rectificación de la gula

¿Por qué la gula es algo tan difícil de corregir?

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 03.02.25

Hablemos de la gula. Este es el más difícil de todos los deseos físicos, porque todos debemos comer para vivir, pero la persona no tiene que comer por el hecho de comer. Todos sabemos que existen muchas clases diferentes de alimentos dañinos para la salud, como el azúcar, las grasas saturadas, los colorantes, etc. Además, mucha gente come de más, sabiendo que esto hace daño a la salud, pero no pueden controlarse. Tratan de hacer todo tipo de dietas pero no logran perseverar y al final se deprimen todavía más que antes de empezar. Se echan la culpa a sí mismos y entonces comen todavía más. Todo el tiempo leen libros nuevos sobre el tema y pagan un montón de dinero tratando de encontrar un nuevo método pero no encuentran alivio para su problema.

Lo que tenemos que hacer es recurrir a los libros antiguos, los libros de nuestros santos rabinos, quienes conocían todos los secretos de la Creación y las leyes de la vida, y quienes nos enseñaron que nosotros solos no contamos con el poder necesario para controlar los deseos físicos y que solamente Hashem puede ayudarnos. Ellos nos enseñaron que si rezamos en forma abundante, podemos cambiar la naturaleza y que cuando uno tiene mucha fuerza de voluntad, Hashem lo va a ayudar. Por eso, la persona que tiene este problema debe hacer media hora del trabajo de la voluntad, hasta que surta efecto.

Lo primero por lo que tenemos que pedir es la capacidad de entender el factor principal que nos hizo caer presa de la gula. Y entonces tenemos que rezar para curarnos de estas causas internas. De esa manera, estamos solucionando el problema de raíz.

Por ejemplo, muchas veces, la gula es producto de un estado depresivo o abandono. La persona quiere ser feliz y busca la felicidad en la comida, que la calma y le da felicidad algunos minutos. Sin embargo, después se enoja consigo mismo por haberse dejado llevar por el deseo de comer y se deprime. Además, el comer en exceso causa mucho daño. E incluso después de haber comido, uno no se siente mejor sino que esa sensación de insatisfacción persiste y se vuelve aún más intensa.

Esa persona tiene que hacer el trabajo de la voluntad a un nivel básico, usando su voluntad para reflexionar y entender de una vez por todas que no es la comida lo que nos da la vitalidad, sino únicamente Hashem. Y entonces la persona adquiere la emuná de que Hashem le puede dar vida incluso comiendo muy poco. Tal como afirma el versículo: “El justo come para saciar su apetito pero el estómago del malvado siempre siente una falta” (Proverbios 13:25). La persona que come con emuná y sin gula subsiste comiendo muy poco. Por el contrario, el que se deja llevar por el deseo físico jamás estará satisfecho, aunque se pase el día comiendo.

Por otra parte, comer en exceso acorta los años de vida. Esto es un hecho comprobado y que ya fue mencionado en la literatura judía antigua, principalmente en el libro del gran sabio y médico judío Maimónides (Rambam): “Uno no debe comer hasta el punto de llenarse…. La mayor parte de las enfermedades que afligen al ser humano son consecuencia de malas comidas o de comer en exceso, incluso tratándose de alimentos sanos. Esto corresponde a lo que dijo el sabio Rey Salomón: ‘La persona que cuida su boca y su lengua se protege de muchos problemas’ (Proverbios 21:23). Esto se refiere a la persona que cuida su boca de comer comidas malas o de comer en forma excesiva y quien guarda su boca de hablar más allá de lo necesario…” (Mishné Torá: Hiljot Deot 4). Y en el Likutey Moharán (I 257) dice que: “Cuando la persona come más de lo que necesita, esa comida le hace daño… Cuando come más de lo que necesita, esa comida no tiene de quién recibir vitalidad, ya que la persona no necesita esa comida… La comida busca vitalidad para darse vida a sí misma y entonces extrae la fuerza vital de esa persona y, al hacerlo, le causa daño. Como consecuencia de esto, los demás alimentos se le unen y le causan daño a la persona”. Vale decir: o bien uno recibe vitalidad de la comida, o bien la comida recibe vitalidad de uno. Al comer en forma excesiva, no solamente uno no recibe vitalidad de esa comida superflua sino que incluso esta le hace daño.

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