Behaalotejá – El Maná Moderno

A continuación del sueño triunfal, en el que me entero de que soy el ganador, llega inmediatamente el siguiente sueño, no menos placentero, "¿Qué haremos con el dinero?"...

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Maór HaShabát

Posteado en 05.04.21

A continuación del sueño triunfal, en el que me entero de que soy el ganador (e imagino cómo lo contaré y a quién) llega inmediatamente el siguiente sueño, no menos placentero, "¿Qué haremos con el dinero?"…
 

El Maná moderno

Algunos se resisten a reconocerlo, pero muchos de nosotros tenemos un sueño oculto – que llegue un día en el que tengamos en nuestras manos el billete de lotería con los seis números ganadores. 
 
A mí, personalmente, este sueño me asalta cada vez que veo los diminutos y delgados números de mi cuenta bancaria, titilando frente a mis ojos, y la gruesa pila de facturas a punto de vencer, prolijamente acomodadas sobre mi escritorio, por orden de prioridades, luchando entre ellas por ocupar el primer puesto.
 
A continuación del sueño triunfal, en el que me entero de que soy el ganador (e imagino cómo lo contaré y a quién) llega inmediatamente el siguiente sueño, no menos placentero, "¿Qué haremos con el dinero?", (paseo de compras, recorriendo el Shopping durante días, un viaje al exterior, ayudar a la familia, pagar las deudas, y por supuesto, un poco de caridad). A continuación llegan las promesas de no cambiar de vida y seguir trabajando. 
 
A esta altura, la realidad nos sopla en la cara, despertándonos de nuestro sueño y nos decimos: "después de todo, lo más importante es la salud" y seguimos adelante…

No es fácil dejar de soñar, pero a veces, cuando uno sueña, las cosas cambian. 
 
Cuentan los hijos de Rab Abraham Slobtiski zt"l, una de las grandes personalidades de Bene Berak, que un día, al despertar a la mañana, su padre le contó a la familia acerca de un sueño que había tenido esa noche, en el que le mostraban los seis números ganadores del billete semanal de la lotería. 

Al despertarse, todavía recordaba los números (algo poco frecuente), los anotó en un papel, con absoluta naturalidad, sin darle mayor trascendencia al asunto.

"Si HaShem quiere hacer llegar más dinero, puede hacerlo de la forma que le parezca, nada está fuera de la voluntad de Di-s", les dijo a sus hijos.
 
Esa mañana, después de terminar sus estudios, se dirigió al local de venta de billetes de lotería más cercano, para comprar uno y completarlo con los números que tenía anotados en el papel que llevaba en su bolsillo.

En ese momento, el costo del billete era de cinco shekalim y medio.

Rab Abraham puso su mano en el bolsillo y notó que no llevaba consigo ni una moneda. Justamente ese día, había salido de su casa sin su billetera.
 
Vio en esto una señal del Cielo, y no quiso esforzarse de más. 

En otras palabras: él habría podido volver a su casa, tomar las monedas necesarias y volver a buscar su billete. Pero no lo hizo.
 
El sorteo de la lotería era al día siguiente y al volver de estudiar, Rab Abraham sintió curiosidad de saber qué números habían sido los ganadores. Se sorprendió al ver que habían sido los seis números con los que él había soñado.

A cualquier persona le habría costado resignarse frente a esta situación y se habría recriminado a sí mismo por no ser el afortunado dueño de ese dinero a causa de su falta de interés y su holgazanería.
 
Pero ésta no era una persona común. Él ni siquiera se perturbó, sino que regresó a su casa y les comentó a su esposa e hijos: "No tengo ni la más mínima duda que ese dinero no me pertenecía, por eso HaShem hizo que no lo ganara".

 
Dirigiéndose a los niños, agregó: "Sepan, queridos hijos, que en todo lo que se presente frente a ustedes en la vida, HaShem es el Único que lo controla. Él es el Dueño de todos los mundos y en su mano se encuentra todo el dinero y todo el oro. Y si quisiera dárnoslo, lo haría de alguna otra forma; por lo tanto, no debemos preocuparnos por no haber ganado la lotería".
 
En la Parashá de esta semana, está escrito que cada miembro del pueblo de Israel recibía, día tras día, su porción de maná, que era su alimento.
 
Los Tzadikim no tenían más que abrir la puerta de su casa para encontrarlo allí, a sus pies: los demás debían ir a recogerlo fuera del campamento. Debían esforzarse en ir a buscarlo.

 
¿Cómo es posible que, entre la generación del desierto, una generación bendecida con la profecía y partícipes de milagros manifiestos, hubiera personas que no estuvieran en la elevada categoría de Tzadikim (Justos)?

 
Explica el Zohar HaKadosh: éstas eran personas de poca fe, angustiadas por la sospecha y la duda. "¿Quién sabe si hoy llegará el maná a la puerta de mi casa? Quizás caiga muy lejos y deba esforzarme para ir a recogerlo". Y a quien así pensaba, así le ocurría. Quien pensaba realmente que necesitaría un gran esfuerzo para conseguir su alimento, ciertamente, tuvo que hacerlo.
 
Las enseñanzas del milagro del maná son eternas, como toda la Torá: Por eso se le ordenó a Aharon HaKohen que tomara una medida de maná y la guardara dentro del Aron, para que quedara como señal para las siguientes generaciones. 

¿Pero cómo sería esto posible, si estaba prohibido entrar al Kodesh HaKodashim, donde estaba cuidadosamente guardado? ¿Cómo harían para ver este alimento impresionante, protagonista de semejante milagro?
 
Nos respondieron nuestros Sabios que en los días del Profeta Irmiahu, cuando éste le reprochó al pueblo por qué no estudiaban Torá como es debido, ellos le respondieron que estaban muy ocupados buscando su sustento.
 
En ese momento se le ordenó a Irmiahu (Jeremías) que sacara el maná, se lo mostrara y les dijera que con eso habían subsistido sus antepasados. Di-s  tiene muchos medios para proveer de alimento a Sus temerosos. 

 
El Meor Enaim explica que por eso se le ordenó a Aharón que guardara una ración de maná, para enseñarnos que el que medita y razona en las maravillas que suceden para que él obtenga su sustento, se dará cuenta de que también hoy, éste le llega desde el Cielo. Sólo que ahora se encuentra dentro de un recipiente cubierto con un envoltorio natural.
 
En la actualidad, nuestra fe se demuestra a través de nuestra Tefilá (plegaria), dicha con sincera emoción y concentración, por otra parte, tengamos en cuenta lo que escribe el Jidá (Rabí Jaim Iosef David Azulay): “Quien recita el Birkat HaMazon en voz alta y leyéndolo del Sidur (libro de plegarias), tiene garantizado que no le faltará el sustento”.
 
 
– Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable: Eliahu Saiegh –
 
(Gentileza de www.tora.org.ar

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1. Baruch Israel Gallardo

6/24/2016

Behaalotejá – El Maná Moderno

Shalom, a unos meses uno de mis estudios es Shemot 16:4-36 , donde la porcion del Man, cada día mas orientación para cada dia, pues, es verdad, el Man caía del Cielo: de Boré Olam, cada grano de sustento viene de El y debeos siempre agradecer, tambien dice que "el pueblo saldrá y recogerá su porción diaria": no dic todo el dia, si merecemos podemos recibirrecoger en menos de una hora, hoy no "cae" el Man, mas llega bendición diaria, y debmos "salir" de nuestro mundo para recibir

2. Baruch Israel Gallardo

6/24/2016

Shalom, a unos meses uno de mis estudios es Shemot 16:4-36 , donde la porcion del Man, cada día mas orientación para cada dia, pues, es verdad, el Man caía del Cielo: de Boré Olam, cada grano de sustento viene de El y debeos siempre agradecer, tambien dice que "el pueblo saldrá y recogerá su porción diaria": no dic todo el dia, si merecemos podemos recibirrecoger en menos de una hora, hoy no "cae" el Man, mas llega bendición diaria, y debmos "salir" de nuestro mundo para recibir

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