100 preguntas

Rabi Dov Ber no se dio cuenta del significado espiritual oculto en la historia que el Baal Shem Tov le estaba contando. En cambio, se resignó a que no aprendería nada de este hombre, y decidió regresar a casa inmediatamente.

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Rabino Tzvi Meir Cohn

Posteado en 29.01.23

“Creyeron en Dios y en Moisés, Su siervo” (Shemot 14:31)

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Cuando aún era joven, Rabi Dov Ber (que más tarde se convertiría en el gran Maguid Mezritcher) era un brillante erudito del Talmud que dedicaba todo su tiempo al estudio de la Torá. Como era la costumbre, muchos, de calibre similar a Rabi Dov Ber, se comprometieron a observar ciertas restricciones fisicas – a fin de someter su ser fisico para elevarse espiritualmente. Rabi Dov Ber asumió un período de exilio durante el cual trabajó de melamed (maestro) en un pueblo cerca de Lvov (ubicado en la actual Ucrania). Allí llegó a ser conocido simplemente como “Rabi Berel”.

Rabi Yaakov Yehoshua Falk Katz (más tarde conocido como el famoso Pnei Yehoshua) era entonces el rabino de Lvov. Siempre que podía, Rabi Dov Ber iba a estudiar Torá con el Rabino.

Cuando el Pnei Yehoshua se marchó para ser rabino en otra ciudad, su yerno asumió el cargo de rabino de Lvov. El yerno admitió que tenía ciertas reservas sobre su propia capacidad para responder a las preguntas difíciles y a los problemas que le plantearían los miembros de la comunidad. El Pnei Yehoshua simplemente le aconsejó: “Pregúntale a Rabi Berel”.

Rabi Dov Ber continuó visitando al nuevo Rabino de Lvov y estudiando con él, y el yerno consultaba con Rabi Dov Ber cualquier pregunta halájica (ley judía) difícil. Así fue como forjaron una estrecha amistad que continuó a lo largo de sus vidas, incluso después de que Rabi Dov Ber se mudara.

Cuando Reb Dov Ber se hizo mayor, empezó a sufrir dolores en las piernas. Buscó la ayuda de muchos médicos y probó varios remedios, pero nada le ayudó realmente y se vio obligado a caminar con muletas. Aquellos que habían visitado al santo Baal Shem Tov le sugirieron a Reb Dov Ber que también lo visitara y tal vez el tzadik podría ayudarlo. Incluso el Rabino de Lvov estuvo de acuerdo en que no tenía nada que perder. Pero Rabi Dov Ber se negó diciendo: “Está prohibido buscar la ayuda de alguien que utiliza la cábala para curar a los enfermos. Y aunque estuviera permitido, yo no iría. Tengo por lo menos cien preguntas halájicas sobre las prácticas y enseñanzas del Baal Shem Tov – y no iría a consultarlo antes de que sean respondidas.”

A medida que pasaba el tiempo, Rabi Dov Ber oía hablar cada vez más de la piedad del Baal Shem Tov y de sus milagrosas habilidades para ayudar a la gente. La curiosidad finalmente lo venció y Rabi Dov Ber decidió viajar a Mezibush. El viaje duró dos días en una carreta desvencijada, y para cuando llegó, ya estaba molesto por la pérdida de tiempo que habría aprovechado mucho mejor estudiando Torá.

Rabi Dov Ber esperaba escuchar profundas enseñanzas del Baal Shem Tov, pero durante su primer encuentro, el Baal Shem Tov no habló de Torá en absoluto, sino que le contó una historia sobre un viaje que había hecho una vez con Alexei, su carretero ruso. Rabi Dov Ber estaba muy decepcionado y no lograba entender por qué todo el mundo había etiquetado a este “contador de historias” de “tzadik”. Sin embargo, decidió hablar con el Baal Shem Tov una vez más antes de partir. Efectivamente, al día siguiente, se reunió de nuevo con el Baal Shem Tov. Y una vez más este le contó a Rabi Dov Ber la misma historia, aparentemente irrelevante, sobre el viaje que había hecho con su carretero.

Rabi Dov Ber no se dio cuenta del significado espiritual oculto en la historia que el Baal Shem Tov le estaba contando. En cambio, se resignó a que no aprendería nada de este hombre, y decidió regresar a casa inmediatamente. Enseguida regresó a la posada donde se alojaba para empaquetar sus pertenencias.

Mientras se preparaba para partir, llegó un mensajero pidiéndole a Reb Dov Ber que fuera a ver al Baal Shem Tov. Reb Dov Ber aceptó de mala gana.

¿Sabes estudiar los secretos de la Cábala?” preguntó el Baal Shem Tov.

“Por supuesto”, respondió Reb Dov Ber con voz sorprendida.

El Baal Shem Tov abrió entonces el sefer (libro) ‘Etz Jaim’ y señaló un pasaje en particular. “Tal vez pueda explicarme el significado de este pasaje”, dijo.

Rabi Dov Ber miró el sefer y comenzó a explicar el pasaje.

Cuando terminó, el Baal Shem Tov preguntó: “¿Podría darme una explicación más profunda?”.

Entonces Rabi Dov Ber le dio una explicación más profunda.

“Eso está muy bien, pero ¿quizás haya una explicación aún más profunda?”.

Impertérrito, Rabi Dov Ber le dio una explicación aún más profunda.

Después de un momento de silencio, el Baal Shem Tov dijo: “Hay una explicación mucho mejor”.

Rabi Dov Ber respondió con voz notablemente molesta. “Si usted tiene una explicación mejor, me gustaría oírla”.

“Por favor, levántese”, dijo el Baal Shem Tov. Reb Dov Ber tomó sus muletas y se levantó de mala gana. El Baal Shem Tov comenzó a dar una explicación del pasaje cabalístico que incluía los nombres de varios ángeles celestiales. Al instante, la habitación se llenó de una luz brillante y etérea en la que Reb Dov Ber pudo ver realmente las formas de los ángeles mencionados. Cuando terminó, el Baal Shem Tov miró a los ojos de Reb Dov Ber y le dijo: “Tus explicaciones fueron correctas, pero hay mucho más que aprender”. Rabi Dov Ber decidió permanecer en Mezibush para estudiar Torá con el Baal Shem Tov. Con el tiempo, se convirtió en miembro de su grupo de discípulos. Y

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1. Hanna hernandez

1/29/2023

Muy buen mensaje

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