Cómo Salir del Túnel

Hasta las naciones del mundo saben perfectamente que el más grande mentiroso es aquel que se miente a sí mismo...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

Hasta las naciones del mundo saben perfectamente que el más grande mentiroso es aquel que se miente a sí mismo…

Hasta las naciones del mundo saben perfectamente que el más grande mentiroso es aquel que se miente a sí mismo. En la famosa obra Hamlet, de Shakespeare, Polonio le dice a su hijo Laertes: “Pero por sobre todo, hijo mío, contigo mismo, sé sincero”.

Cuando uno se miente a sí mismo, tratando de ser otra persona o alguien que en verdad no es, está perdiendo en dos aspectos: primero, porque no hay forma de que sea la otra persona, ya que no cuenta con las herramientas que Hashem le dio a esa otra persona para que cumpliera con su misión en la tierra; y segundo, porque no es él mismo, y no está usando sus propias herramientas especiales que Hashem le dio para que cumpliera con su propia misión.

Muchas personas que vienen a verme suelen contarme que sienten vergüenza de sus propias aspiraciones internas.
Y eso es una verdadera tragedia.

Tus sueños, tus objetivos y tus aspiraciones internas son el condimento de la vida. Ellos son los que te dan el poder de levantarte a la mañana de un salto. ¿Qué te importa lo que piensan los demás? ¿Acaso a ellos les importa si tú eres feliz o no? Te apuesto a que no.

Dijo Henry David Thoreau: “Si uno no se mantiene a ritmo con sus colegas, tal vez se deba a que está escuchando un tambor. Que vaya al ritmo de la música que oye, aunque sea lenta y remota”. ¿De qué manera Thoreau llegó a tan sorprendente conclusión? Pasando horas enteras en soledad, llegó a la conclusión de que el Creador mora no sólo en toda la Creación sino también dentro del alma de cada persona.

Por eso, ¿qué importa si la gente mira tu música “desde arriba”? Déjate ir por tu propia melodía y ve al ritmo de tu propio tambor, porque eso es exactamente lo que Hashem quiere de ti.

Y por sobre todas las cosas, sé honesto contigo mismo.

El Rey David nos enseña (Salmo 97:11): “La luz es sembrada para los justos; pero los de corazón recto tienen felicidad”. Yo le pregunté a mi querido maestro, Rabi Shalom Arush, cuál de los dos se encuentra a un nivel superior y por qué, y él me dijo que la persona de corazón recto se encuentra a un nivel superior, porque ella es una persona justa no sólo por afuera sino también por adentro. Es una persona que cree en lo que hace y que no actúa para impresionar a nadie…

A veces ocurre que una persona come comida estrictamente kasher, estudia Torá, cumple el Shabat. Por fuera, parecería que no comete ninguna transgresión. Pero si le falta emuná y es meramente “religiosa de nacimiento” y no sabe ni entiende por qué está haciendo lo que fue condicionada a hacer, entonces no va a ser feliz. No va a tener una sonrisa dibujada en el rostro y si lo saludas por la calle con un “Shalom” bien grande, mostrándole todos tus blancos dientes, él probablemente no te va a devolver el saludo. Pero no te enojes con él, ni lo tomes como algo personal: lo que pasa es que él no es feliz y le cuesta sonreír…

La Guemará también alaba al de “corazón recto”. Cuando el corazón de la persona se pone “chueco” de deshonestidad -y en especial por ser deshonesto consigo mismo-, Hashem le envía tribulaciones para que se “enderezca”. Por eso, si somos honestos con nosotros mismos, nos estamos ahorrando un sinfín de sufrimientos.

Dice el Rey Salomón que Hashem nos creó a todos con el corazón recto. Pero al tratar de ser personas “intelectuales” y “sofisticadas” en vez de servir a Hashem con simple inocencia, estamos doblando los caminos del corazón y entonces este pierde su rectitud.

Imagínate un túnel largo y oscuro. Si el túnel es derecho, entonces uno puede ver los rayos de luz en el otro extremo y entonces no pierde esperanza y siempre sabe en qué dirección ir, porque en todo momento ve el rayo de luz. Pero si el túnel tiene curvas, entonces uno no ve la luz en el otro extremo. Lo mismo ocurre con el corazón.

Si sientes oscuridad en la vida, detente un momento. Pregúntate si en verdad estás siendo sincero contigo mismo. Pregúntate si estás siendo sincero con Hashem. Hashem ama la honestidad. A veces la vida es muy confusa y no tenemos la menor idea de cuál es la verdad. Es por eso que es tan importante que hablemos con Hashem todos los días, y analicemos con Él todos nuestros dilemas, y Le pidamos que nos ayude a aclarar todo y alcanzar la verdad.

Cuando estamos seguros de cuál es la verdad, estamos confiados, motivados y felices. Eso es lo que quiso decir el Rey David cuando afirmó que “los de corazón recto tienen felicidad”.

No hace mucho tiempo, recibí una carta de un hombre de 32 años que me escribe acerca de su sueño de hacer aliá, pero sus padres no se lo permiten. Una estudiante de 21 años me escribió que ansía poder vivir una vida observante del judaísmo pero que sus padres no la dejan. Estos son dos ejemplos de tragedias personales que me hacen doler el corazón. Yo les escribí a los dos que empezaran a rogarle a Hashem que les diera el coraje de bailar al ritmo de su propio tambor. Pero por lo menos ellos son sinceros consigo mismos. Hay millones de personas que siguen viviendo dentro de túneles oscuros porque sus corazones están retorcidos de auto-engaño. No seas tú uno de ellos.

No importa lo que hagas, nunca uses sustancias alucinantes que te “doblan” la mente, porque ellas también te van a hacer doblar el corazón. Los que buscan la luz usando sustancias al final acaban encontrando más oscuridad que antes.

Apenas uno empieza a buscar la verdad, empieza a trazar un sendero derecho en su corazón que lo ha de conducir directamente a la verdad, porque no hay duda de que verá la luz Divina al otro lado del túnel. ¡Junta coraje y haz el intento!
 

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