El Delicado Equilibrio

Un mundo de armonía o un mundo de lucha – de nosotros depende.

Rabí Natan de Breslev explica que el mundo está creado sobre un delicado equilibrio de cuatro elementos principales: la tierra, el aire, el agua y el fuego. En el momento en que uno de dichos elementos se sobrepasa de su limitación prescripta y domina a los otros elementos, esa creación en particular sufre y en casos extremos, muere o es destruida.

El principio antedicho, en términos simples, es una enseñanza básica de la Kabalá que se remonta a nuestro antepasado Abraham, quien se refirió a ella en su clásico libro Sefer HaIetzirá, o “Libro de la Creación”. Por ejemplo, la enfermedad es una señal de falta de equilibrioentre los elementos; la fiebre es resultado de un exceso de fuego. Del otro lado de la balanza, la baja temperatura corporal sería el resultado de un exceso de agua. Los antiguos chinos comprendieron la importancia de este principio, pues toda la medicina china se basa en mantener el equilibrio holístico de los elementos.

La Guemará nos dice que el hombre es un universo en miniatura. Como tal, las leyes de la creación que se aplican al individuo también se aplican al universo en general.  Al igual que los elementos, cuando cada una de las naciones lleva a cabo su función designada, sin trascender sus límites ni tratar de dominar a otra nación, el mundo funciona en forma armónica. Pero cuando una nación trata de dominar a otra, esto produce un doble estrago:  primero, no está cumpliendo con su propia tarea; segundo, está impidiendo que la otra nación lleve a cabo la suya. Lo que se aplica en el micro se aplica en el macro. Al igual que cada elemento, cada nación que se sobrepasa de su tarea asignada está causando un transtorno en la armonía del mundo. Y cuanto más trata de forzar su voluntad sobre las demás naciones, más arruina la armonía de la tierra. La disputa reemplaza a la armonía y el mundo se enferma.

Tal vez estén pensando  que no podemos corregir el mundo; es verdad, en cierto grado, pero sí podemos corregirnos a nosotros mismos. Y una vez que lo hagamos, esto va a  influir en nuestras familias. Las familias rectificadas influyen en la comunidad y la comunidad de buen nivel puede elevar a toda la ciudad, y la ciudad modelo puede mejorar enormemente el rostro del país. Todo comienza con el individuo.

Teniendo en cuenta lo antedicho, escribe Rabí Natan: “Las peleas son odiosas y la paz es grande. Por eso, uno siempre debe tratar de reducir las peleas en el mundo en la medida de lo posible, aunque piense que está luchando por amor al Cielo. De hecho, cada persona tiene que evaluarse a sí misma,  a ver si su motivación en la contienda es verdaderamente por amor al Cielo”.

Rabí Najman se refiere a la gente cuya motivación en las contiendas ciertamente no es por amor al Cielo, sino por su propio deseo de tener razón y de ganar la discusión. Él  lo llama “midat ha-nitzajón”, o sea, el atributo de la victoria, la obsesión de ganar. Rabí Natan explicaque esas son las personas que quieren siempre ganar a toda costa y que son capaces de probar, incluso por la fuerza, que tienen razón. No pueden soportar a nadie que esté en desacuerdo con ellas. En vez de moldear sus propias opiniones de acuerdo con la verdad, estas personas moldean una verdad de imitación de acuerdo con sus opiniones. En otras palabras: ellos consideran sus propias opiniones como la verdad absoluta y son capaces de hacer todo lo posible por pisotear a todo aquel que no esté de acuerdo con ellos. Pero están completamente alejados  de la verdady trastornan la paz y la armonía del mundo.

El modelo que hemos citado de Rabí Natan nos trae a la mente imágenes del Islam radicalizado, que fuerza a los demás a que acepten su opinión y asesinando brutalmente a aquellos que no se someten. Pero no tenemos que ir tan lejos. Fijémenos en nuestro propio patio…
¿Cuántos de nosotros no somos capaces de soportar a todo aquel que no esté de acuerdo con nosotros? ¿Cuántos grupos, dentro de nuestro propio campamento, piensan que tienen el monopolio de la verdad  y que todos los demás grupos están equivocados?
Rabí Natan enfatiza que la Torá le ordena a la persona que ame a su prójimo como a sí mismo, aunque su prójimo no vaya por el mismo camino que él. Tal vez no lo entendamos, pero esa persona, que aparentemente va por el mal camino, está siguiendo exactamente el mismo sendero que debe transitar de acuerdo con la raíz de su alma.

Entonces ¿de qué manera uno puede influenciar a su prójimo? Rabí Natan explica que uno debe hablarle al prójimo con la “verdad inocente”. La verdad inocente es algo que está totalmente desprovisto del más mínimo deseo de ganar o de tener razón, pues tal deseo es una desviación de la verdad.

A fin de crear un mundo de armonía y de evitar un mundo de caos, no tenemos que exigir que los demás piensen y actúen como nosotros. Más bien, tenemos que buscar sus buenos puntos. Una vez que veamos sus buenos puntos, nos va a resultar mucho más fácil amarlos. La Torá no nos dice que cambiemos a los demás, sino solamente que los amemos. Estas no son simplemente “lindas palabras”, sino que son la clave para lograr la armonía, que es algo tan pero tan infrecuente  en esta época. Ojalá todos podamos alcanzar una paz y una armonía cada vez más grandes a todos los niveles – familiar, comunitario, nacional e internacional. Amén!