Defensa Antiaérea Espiritual

Hay ciertas personas que se entremezclan con la multitud; nadie piensa que tengan algo de especial, pero estas personas “promedio” son en realidad los guardianes de toda la generación…

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

Gaza: Una vez que se inició la campaña terrestre en al reciente Guerra de Gaza, las fuerzas del ejército israelí se enfrentaron a uno de los desafíos más difíciles que uno puede imaginar: una lucha densamente urbana, luchando de una casa  a otra y de un  túnel a otro. La ciudad de Gaza, y en especial el barrio de Sajaia, era un enorme laberinto de  trampas mortales. En una de los enfrentamientos de fuego más terribles, un “Zelda” (especie de arma acorazada de la década del ´70)  se rompió en medio de una angosta calle de Gaza. El “Zelda” se transformó en un blanco fácil que enseguida fue atgacado por un misil anti-tanques de Hamas. Toda la tripulación, compuesta por siete solados Golani, fueron muertos en dicho ataque.

Al día siguiente los combates continuaron, y en especial en el norte de Gaza, en Beit Hanun, Jabalia y Beit Lahia. Los enfrentamientos alcanzaron un nivel de ferocidad que sobrepasó aún el del día anterior. Pero durante trece horas, en forma inexplicable, no hubo ni una sola víctima fatal israelí.

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Miami: Rajel había esperado 43 años para ser madre. A pesar de las decenas de miles de dólares que ella y su marido habían gastado en tratamientos de fertilidad en el pasado, todo eso no les sirvió de nada. Los mejores especialistas médicos se encogieron de hombros, admitiendo que ya no había nada más que pudieran hacer para ayudarlos a ser padres. Rajel fortaleció su Emuná y depositó toda su confianza en Hashem. Y finalmente fue bendecida y quedó embarazada.

Habían pasado dos semanas desde su fecha estimada de parto y los médicos querían realizarle una cesárea, por una cantidad de razones. Pero Rajel insistió en un parto natural. Nadie entendía por qué. Le advirtieron que un parto a esa edad y siendo una mujer tan menuda, el dolor sería insoportable. “Por favor, tengo que hacer el intento de tener este bebé en forma natural”. Durante trece horas Rajel sufrió terribles dolores de parto, algo imposible de describir con palabras. Y cuando el médico que la atendía le dijo que el bebé empezaba a mostrar señales de sufrimiento, ella inmediatamente aceptó someterse a la intervención quirúrgica. Y a los pocos minutos los doctores le dieron un varón sano y robusto!

Durante las trece horas que Rajel estuvo en trabajo de parto, ni un solo soldado israelí fue muerto, a pesar del extremo peligro en que se encontraban.

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En la imagen: sistema antimisiles “Cúpula de Hierro”, cortesía de Emuna Outreach.
 

¿Acaso es posible que el sufrimiento de Rajel haya creado un escudo protector para los soldados del ejército israelí en Gaza? Si bien esto no es algo que se pueda afirmar en forma categórica, es posible que ese sea el caso. La Guemará nos enseña que todo Israel, todo el pueblo judío, es responsable el uno por el otro. Por consiguiente, el sufrimiento que uno acepta con amor y con amuná tiene la total capacidad de expiar a su familia, a su comunidad e incluso a todo el pueblo judío. A veces vemos personas aparentemente “promedio” que en realidad son tzadikim prodigiosos, pues al aceptar su aflicción con amor, se transforman en la “Cúpula de Hierro” espiritual, en el escudo protector de toda una nación.
 
La Guemará en el Tratado Bava Metzia describe  la forma en que el sufrimiento y las tribulaciones de dos tremendos tzadikim expiaron los pecados de todas sus generaciones:

Rabí  Yehuda Hanasí, alias “Rebi”, sufrió nada más ni nada menos que trece años (¡!) de un insoportable dolor de muelas. La historia fue así:

Una vez, Rebi iba caminando por la calle rumbo a la sala de estudios cuando de repente un carnero que estaba siendo conducido al matadero se soltó de sus ataduras, fue corriendo en dirección a Rebi y ocultó la cabeza bajo el manto de Rebi, como implorándole que lo salvara de la muerte. Rebi le dijo al carnero: “Ve rumbo a tu destino, pues este es el propósito para el cual fuiste creado”. En ese preciso momento, se oyó un Eco Divino – bat kol- que proclamó desde el Cielo que por no haber sentido compasión por una de las criaturas de Hashem, Rebi iba a ser castigado con sufrimiento físico. Rebi sufrió durante trece años, pero así como su sufrimiento llegó de repente, también se fue de repente, cuando se apiadó de unas ratitas recién nacidas que evitó que fueran muertas a manos de su mucama.
Durante los trece años que duró el sufrimiento de Rebi, ni una sola mujer en todo Israel sufrió un aborto ni tampoco nadie murió antes de su tiempo establecido.

Rabí Elazar, el hijo de Rabí Shimon Bar Iojai, se ganaba la vida atrapando a ladrones. Su colaboración con el gobierno romano les causó gran enojo a los sabios, incluyendo a su maestro Rabí Yehoshua ben Korja Una vez,temiendo que tal vez hubiera entregado a las autoridades a alguien inocente, Rabí Elazar oró que Hashem le enviara un sufrimiento. Cada noche convocaba a las aflicciones diciéndoles así: “Vengan, mis amigas y hermanas”. A la mañana las dejaba ir, para poder estudiar Torá. Finalmente, se enteró de que la persona  que había entregado era en verdad un criminal despiadado, así que ya no hacía falta el sufrimiento.

Durante el período de su sufrimiento se desató una tormenta en el mar y un barco que había zarpado de la ciudad de Rabí Elazar corrió grave peligro. Los marineros clamaron desesperados: “¡Sálvanos, Hashem, en aras de Rabí Elazar el hijo de Rabí Shimon”. De inmediato la tormenta se aplacó y se salvaron.

En su lecho de muerte, Rabí Elazar le dijo a su esposa: “Yo sé que los sabios están enojados conmigo y probablemente no asistan a mi funeral. Déjame en el ático y no tengas miedo”. Ella cumplió con sus deseos  y lo dejó en el ático durante casi veinte años después de su muerte, lo cual le causó  un tremendo sufrimiento a su alma. Cuando Rabí Shimon bar Iojai se les apareció a los sabios en un sueño y los reprendió por no haberle hecho un entierro a su hijo como era debido, ellos finalmente lo enterraron con los debidos honores. Los pueblerinos trataron de impedir el entierro, porque todo el tiempo que Rabí Elazar  estuvo en el ático, en vez de en el lugar que por derecho le correspondía en el Jardín del Edén, no apareció en el pueblo ni una sola bestia salvaje o criatura peligrosa.

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A veces, incluso después de que hacemos teshuvá y un examen de conciencia a fondo, aún no logramos comprender por qué seguimos sufriendo, y por qué nuestros desafíos son tan difíciles y por qué nuestras tribulaciones son tan insoportables. Pero si nos detenemos a pensar, tal vez en este mismo momento hay un terrible decreto en contra del pueblo judío. Tal vez el sufrimiento de una persona está inclinando la balanza a nuestro favor y expiando las faltas de toda la generación. Tal vez en virtud de que uno acepta su sufrimiento con amor y con emuná, 100.000 personas en Tel Aviv o todo un batallón de soldados israelíes le deben la vida. Tal vez en este mismo instante, cuando Le sonríes a Hashem y Le das las gracias por tu sufrimiento, una bomba que llevaba encima un terrorista le explota en la cara. Por eso anímate, querido hermano o hermana, porque es muy posible que tú seas la “Cúpula de Hierro” de nuestra generación y todos te debamos nuestra más profunda gratitud. Y cuando llegue el Mashíaj, te recibirá como a un verdadero héroe.
 
 

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