El Rabino y el Gato – Parashat Kedoshim

Hashem sabe que no podemos saber de ninguna manera lo que pasa en el corazón del vecino hasta que no estemos en sus zapatos…

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

A las ocho y media de la mañana, Reubén ya estaba parado en la estación de autobús de la calle Jazón Ish de Bnei Brak esperando el autobús que lo iba a llevar al kolel. Tenía la cabeza metida en el libro, aprovechando el tiempo de espera de la mejor manera posible, o sea, estudiando Torá. De repente, detrás de él, oyó un ruido fuerte de metal golpeándose con una piedra. Reubén se dio vuelta y vio una piedra enorme en la esquina del tacho de basura verde municipal que estaba situado entre dos edificios junto a la estación de autobús.

 

Había un gato negro parado encima del tacho de basura con la nariz curiosa examinando qué había hoy de desayuno. Desde la esquina de sus ojos, Reubén vio que alguien arrojaba una piedra desde el balcón de uno de los departamentos del tercer piso en dirección al tacho de basura. La piedra no dio en el blanco y cayó en el suelo. Pronto cayeron una tercera y una cuarta piedra. Reubén miró hacia arriba y no pudo creer lo que estaba viendo: Rabí Hilel, uno de los vecinos más respetables y más serios del barrio, estaba arrojándole piedras al gato. Reubén se quedó atónito. ¿Acaso Rabí Hilel había olvidado la prohibición de causarles sufrimiento a los animales? ¿Qué clase de hobby es arrojar piedras a los gatos?

 

Mientras las preguntas le rondaban por la cabeza, Reubén vio que Rabí Hilel había bajado a la estación, con la valija en la mano. Él sabía que Reubén lo había visto arrojando las piedras y se imaginaba lo que estaba pensando…

 

“Reubén, debes pensar que me volví loco”.

 

“La verdad es que no sé qué pensar. Usted no me debe ninguna explicación, por supuesto, pero con toda franqueza, me siento un poco decepcionado”.

 

“Reuben, ¿estás dispuesto a escuchar mi versión de la historia? No es bueno ni es sano pensar mal de otra persona, y en especial juzgarlo en forma desfavorable, pues Hashem nos juzga a nosotros de la misma manera que juzgamos a los demás”.

 

“La verdad que no se me ocurre ninguna justificación posible para tirarle piedras a un pobre gato”.

 

“Pues te voy a explicar: hace cuatro años, mi mujer tuvo un aborto espontáneo sumamente traumático. Una mañana sacó la basura y un enorme gato negro que estaba sentado encima del tacho de basura municipal la asustó tanto que ella perdió el bebé que estaba esperando. Estaba en el sexto mes de embarazo. A partir de entonces, hemos tratado de tener más hijos, pero sin éxito. Hace unas cuantas semanas, nos enteramos de que, gracias a Dios, otra vez está embarazada. Esta mañana, después del desayuno, ella bajó a tirar la basura. Yo me quedé mirando desde la ventana y entonces casi me desmayo – ¡otra vez la misma situación traumática y potencialmente trágica! Si le hubiera gritado, ella también se habría asustado igual o peor. Yo no tenía tiempo de ir corriendo abajo para espantar al gato. Entonces se me ocurrió arrojarle unas piedras que tenía en una maceta en el balcón y gracias a Dios, logré espantar el gato a tiempo. Reubén – esto es pikúaj nefesh – una cuestión de salvar vidas. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo podía correr el riesgo de que mi mujer perdiera otro bebé más?”.

 

Reubén se sintió terrible. Si hubiera habido un pozo abierto, se hubiera tirado adentro. Profusamente le pidió disculpas a Rabí Hilel y Le dio las gracias a Hashem por esta importante lección de ética judía.

 

Rara vez somos conscientes de todas las circunstancias que dictaminan y moldean las acciones de las demás personas. Nuestros Sabios enseñan que es imposible realmente saber lo que la otra persona tiene en el corazón. Es por eso que la Torá nos manda en la parashá de esta semana: “… y juzgarás a tu compañero en forma justa” (Levítico 19:16). Hashem sabe que no podemos juzgar al otro hasta que no estemos en sus zapatos, así que jamás podemos juzgar a nadie y si nos vemos en la situación de juzgar a alguien, debemos darles el beneficio de la duda. O directamente no juzgar a nadie, tal como aconseja Rabí Najman de Breslev.

 

Ah… y otra cosa más – si en tu barrio hay gatos, y tu mujer está embarazada, ¿por qué no vas tú mismo a sacar la basura? Ojalá todas nuestras historias tengan siempre final feliz. Amén!

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1. Teresa de jesus domingúez gallegos

6/01/2019

Excelente enseñanza , en vez de tirarle piedras al gato debio haber bajado el.

2. Teresa de jesus domingúez gallegos

6/01/2019

El rabino y el gato

Excelente enseñanza , en vez de tirarle piedras al gato debio haber bajado el.

3. Raquel Sussman

5/04/2019

El rabino y el gato

Gracias por mostrarme que no puedo juzgar sin estar en los zapatos de otra persona. Pero permítanme dudar que un gato te puede asustar tanto como para provocar un parto prematuro.

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