Gente hecha pedazos

Hace ya 35 años que soy psicoterapeuta y literalmente puedo contar con los dedos de una sola mano la cantidad de gente que conocí y que es realmente "adulta"...

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Dr. Zev Ballen

Posteado en 05.04.21

Hace ya 35 años que soy psicoterapeuta y literalmente puedo contar con los dedos de una sola mano la cantidad de gente que conocí y que podría realmente llamar “adultos” en todo el sentido de la palabra. El adulto es la persona que tiene autocontrol y que no reacciona ante los estímulos externos de la misma forma que reaccionan los niños.

 

De hecho, la gran mayoría de la gente no tiene control sobre sus emociones y es por eso que sienten que tienen derecho a perder los estribos y atacar a los demás, forzándolos a aceptar su forma de pensamiento.

 

¿De dónde surge la ira? La mayoría de la gente piensa que la ira es algo que les entra en forma misteriosa.

 

Sin embargo, ocurre exactamente lo contrario. Estas personas buscan con sus propias manos enojarse y tienen toda clase de “estrategias” inconscientes a fin de diseñar situaciones y justificaciones que les permitan vomitar su enojo y su falta de impaciencia a personas completamente inocentes. Es verdad que posiblemente no sea una decisión personal pero el inconsciente es parte de uno mismo y cada uno es responsable de aprender a domarlo.

 

En términos espirituales, cuando lastimas a alguien, rompes algo muy valioso: no sólo la confianza del otro sino incluso su propia alma. Rabí Shalom Arush enseña que al usar palabras o acciones violentas, uno puede quebrantar a la otra persona. La pregunta es: ¿podemos reparar lo que hemos roto?

 

El Rabino Elgrod nos da un ejemplo muy bello de esto: en el mundo físico, si rompemos un florero muy caro, no hay más florero. Es absolutamente imposible recoger todos los pedazos y volver a hacer el florero. Cuando le gritamos a la otra persona, estamos literalmente rompiéndole el alma, el espíritu y el corazón – ¿y a quién? Precisamente a las personas que supuestamente más amamos! Desde una perspectiva psicológica, no es posible curar completamente las partes rotas de esa persona para que ella sienta hacia ti y hacia sí misma lo mismo que sentía antes. Pero desde un punto de vista espiritual, sí existe una forma de arreglar el lío que hiciste. Se llama: arrepentimiento.

 

¿Qué significa realmente arrepentirse? Muy simple: significa que uno retorna  a Dios. Dios no quiere que el individuo se persiga a sí mismo ni que se aflija a sí mismo, ni tampoco espera que uno sea perfecto. Solamente quiere que uno esté dispuesto a emprender un camino mejor, aunque sea un milímetro de diferencia. A mucha gente le cuesta creer que los pequeños gestos y movimientos rumbo a una automejora tienen valor. Pero si hablas con cualquier golfista, él te va a decir que un milímetro o dos puede ser toda la diferencia entre ganar o perder!

 

Si has herido a alguien, tienes que decirle “Perdón”. Y tienes que decirlo con sentimiento, con pasión y con amor, no en forma mecánica como un robot. Tienes que pedirle perdón a todo aquel al que hayas lastimado y en especial a tu pareja y a tus hijos.

 

Dios nos dio a cada uno la capacidad de tener relaciones sanas y normales. ¿Me preguntan cómo lo sé? Porque Dios no nos va a enviar a este mundo, con todos los desafíos que tenemos cada día, y con todas las personas difíciles que tenemos que enfrentar, sin darnos también la sabiduría necesaria para saber cómo encarar todo esto.

 

El Cielo está mirando y registrando cada pequeño movimiento que hacemos y todos vamos  a tener que dar cuentas de cada segundo de nuestra vida. Una de las áreas en las que constantemente se nos está examinando es la forma en que actuamos en nuestras relaciones interpersonales. “Arriba” no hay “justificaciones” ni “excusas”: el Cielo ya nos ha dado todas las herramientas que necesitamos para formar relaciones sanas y mejores, en las que podamos crecer todos juntos y en las que pueden desaparecer todos los conflictos. De nosotros depende buscar en forma activa este conocimiento e incorporarlo en nuestras vidas.

 

La pregunta es – cómo podemos hacer todo esto? Cómo podemos librarnos de todos los enfrentamientos, y de todo el enojo, y de todas las discusiones y de todos los conflictos? En realidad es muy simple: solamente tenemos que reconocer que todos esos conflictos jamás fueron reales. Que fueron solamente una maniobra del Instinto al Mal.

 

Ahora piensen en una persona de sus vidas con la que les gustaría tener una mejor relación. Si se trata de una persona a la que han lastimado, lo primero que tienen que hacer es despejar el camino y pedirle perdón por lo que le hayan hecho o dicho en el pasado, que tal vez no estuvo bien o no fue agradable. Si el perdón no funciona la primera vez, sigan insistiendo, una y otra vez, hasta que esa persona se dé cuenta de que ustedes no van a darse por vencidos hasta que ella no los perdone y vuelvan a tener una relación cálida, confiable y cariñosa. Esa persona tiene que convencerse de que ustedes harán todo lo que sea necesario para alcanzar esa situación, incluso si tiene que pedirle perdón veinte veces seguidas. Les aseguro que van a ver una enorme bendición en sus vidas si hacen esto.

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