En busca de la excelencia

Si algo te es importante, vas a encontrar la forma. Si no, vas a encontrar la excusa. Hay ganadores y hay perdedores. Tan simple como eso...

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Dovber Halevi

Posteado en 17.03.21

Si algo te es importante, vas a encontrar la forma. Si no, vas a encontrar la excusa (autor: Dr. Travis Bradberry).

 

Vivimos en un mundo difícil. Es una época en la que se le dice al ganador que debería sentirse mal por llegar a la cima.

 

El ganador es alguien que pierde más veces de las que puede contar, pero se niega a abandonar la carrera. El ganador es alguien que pasa más tiempo actuando para hacer realidad sus sueños que lo que pierde el tiempo fantaseando en ellos. El ganador es alguien que se exige excelencia a sí mismo y siente vergüenza personal cada vez que no alcanza sus propias expectativas.

 

Dios nos exige a todsos que seamos ganadores. Se nos ordena que no sintamos culpa cuando ganamos sino que sintamos que hicimos lo que teníamos que hacer. El arrepentimiento es el proceso continuo de mejorar quienes somos para poder alcanzar la más grande victoria en nuestra lucha personal entre el bien y el mal.

 

En la Guemará se nos odena que nos burlemos de los malvados. Y que para eso tenemos que estar a un nivel espiritual muy elevado, pero como no estamos a ese nivel, no es bueno enfrentarse al malvado porque tal vez no tengamos el mérito de ganarle.

 

Entonces ¿Por qué nos mandan enfrentarnos al mal?

 

Porque el peor mal que existe es el que tenemos dentro de nosotros mismos. Es la voz que nos dice que no podemos mejorar. La voz que nos dice que dejemos de intentarlo, que disfrutemos de todos los placeres mundanos de este mundo a fin de sofocar el alma. ES la misma voz que nos dice que, is hemos pecado, nos quedemos en el pozo, porque no hay forma de corregir la falta.

 

Según el Tania, el mal es todo lo bueno que simplemente se dio por vencido. En su esencia, el mal es un fracasado.

 

Es por eso que podemos burlarnos de él. Se nos ordena destruir el único mal en este mundo que podemos: el mal que tenemos dentro de nosotros mismos. Y no solo nuestra mala inclinación, sino todas las consecuencias reales que tendrán lugar si le hacemos caso

 

Veamos por ejemplo lo que pasa con el precepto de la santidad personal:

 

Empieza con un pequeño triunfo: pasa al lado de esa mujer sin mirarla de arriba para abajo. Un paso adelante rumbo a un objetivo superior. Eso nos lleva a más batallas. Saca los posters. Pon un filtro en tu internet.

 

 

Luego se pone más difícil. Tiene que erradicar cada mal pensamiento que te bombardea los sentidos. La batalla culmina en una lucha de un momento a otro contra el mal o el impulso a forzarte a renunciar a tu búsqueda de la santidad haciendo algo que puede destruirte.

 

¿Cuál es el resultado final cuando nos negamos a perder?

 

Nos transformamos en perfeccionistas, campeones de la excelencia, que exigen refinamiento de cada detalle de nuestras vidas, grandes y pequeños por igual.

 

Esta capacidad nunca se limita a solamente la batalla. Al igual que las tecnologías que se desarrollan durante las guerras se usan para fines productivos mucho después de que la guerra terminó, la capacidad que desarrollamos en nuestras batallas se extiende a todas las áreas de nuestras vidas.

 

Mediocre no es suficiente.

 

Hay que optimizar cada detalle.

 

Así es como Dios quiso que fuéramos. Buscadores de grandeza en cada acto. Ganadores en todo lo que hacemos. Lo único que tenemos que hacer es pedirle a Él que nos ayude, todos los días.

 

 

 

 

 

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