Un judaísmo más alegre

Solamente nos abrieron las puertas de su casa y nos dieron de comer platos humeantes de cholent acompañados de palabras de Torá....

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David Ben Horin

Posteado en 03.11.19

Cada uno de nosotros tiene varios aspectos de su vida en los que necesita hacer introspección y juzgarse a sí mismo. ¿Cómo se nos ocurre siquiera juzgar a los demás? Es como ir a ensuciar la pared del vecino cuando tu propia casa está pudriéndose por dentro.

 

Pensemos en lo que sucedió este año en Uman en que por lo menos 50.000 personas se reunieron a festejar Rosh Hashaná. Pensemos en las grandes mesas festivas de las sedes de Jabad en todo el mundo, donde judíos de todos los ámbitos se reúnen a festejar Shabat, a comer un plato de comida kasher o a escuchar unas palabras de Torá. Cuando nosotros empezamos nuestro viaje por el judaísmo, nadie nos preguntó qué hicimos el viernes anterior o si sabíamos leer hebreo. No nos preguntaron por quién votamos en las últimas elecciones.

 

Solamente nos abrieron las puertas de su casa y nos dieron de comer platos humeantes de cholent acompañados de palabras de Torá.

 

El camino universal hacia la unión

 

Tanto Breslev como Jabad se enfocan en un solo objetivo: la aceptación. Allí no se juzga a nadie. Y por eso son los mejores para reunir los “hijos perdidos” como nosotros. No solamente ellos sino las incontables iniciativas de organizaciones de kiruv judías que llevan a cabo actos de benevolencia que hacen brillar la luz del judaísmo en nuestro pueblo.

 

La batalla por el otro

 

Hoy en día el odio está en todas partes. La propaganda se disfraza de noticias y nos la derraman en la cabeza continuamente. Los medios de comunicación nos hacen odiar a nuestros hermanos como si ya no lo fueran, como si fueran desconocidos. Nos hacen juzgar a los demás, no juzgarnos a nosotros mismos tomando responsabilidad por el motivo por el cual el mundo no es un lugar espiritual, sino juzgar a los demás.

 

Nuestro desafío nacional para el nuevo año.

 

La Torá es la celebración de la vida. Es la celebración de Dios. Es una celebración de la relación entre nuestro Padre y Sus Hijos. Es difícil unirse a la celebración frente a personas que te miran con ojos acusadores.  Es verdad que la boca de nuestra generación está a veces llena de palabras malas acerca de los demás, pero detrás de otro ese enojo hay personas que quieren ser aceptadas.

 

Ese es nuestro desafío para este año que acaba de iniciarse.

 

De nosotros depende que aceptemos a nuestros hermanos y hermanas sin juzgarlos en absoluto. Apresurémonos a encontrar sus puntos buenos y a la fuerza obliguémonos a cegarnos respecto a todo lo demás. Construyamos nuestra relación en base a esto. Pensemos lo bien que se siente uno al ser amado sin prerrequisitos y concedámosle esta bendición a otra persona.

 

Una vez alguien me dijo que la clave para hacerse de nuevos amigos es acercarse a ellos pensando “Realmente me caes bien”. Si uno va con esa actitud, esa persona ya es tu amigo, y también lo será muy pronto en la realidad.

 

Así es como convertimos todo el enojo y frustración en celebración y dicha.

 

El mal es una energía desgastadora que te consume y no te da nada. La alegría y el amor son energías que aumentan y crecen y están detrás de todo lo bueno que hacemos en la vida.

 

 

 

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1. Nancy

11/06/2019

Para amar al proximo solo es necesario saber y entender como es HaShem, con cada uno de nosotros…

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