Yehuda y Tamar
Hay algunos acontecimientos en la Torá con los que simplemente no se empieza, ni cuando se enseña a los niños ni cuando se hace divulgación…
Mientras la sacaban (a Tamar), mandó llamar a su suegro diciéndole: “Estoy embarazada del hombre al que le pertenece esto. Por favor, identifica a quién le pertenecen este anillo de sello, el manto y el bastón”. Yehuda los reconoció y dijo: “Ella ha sido más justa que yo…” (Bereshit 38:25-26)
Hay algunas historias en el Tanaj con las que simplemente no se empieza, ni al enseñar a los niños ni a hacer difusión. Estas historias están en la Torá, así que son verdaderas. Y son sagradas, como lo son todas las palabras de la Torá. Y, si están en la Torá, entonces es porque Hashem quiere que estén allí, y porque enseñan una lección moral fundamental sobre el servicio Divino.
Sin embargo, estos relatos pueden resultar a veces incómodos porque, incluso para los estándares occidentales, pueden hacer que alguien frunza el ceño- no porque la persona promedio esté por encima de tal acto, sino, porque la persona promedio considera que los personajes en cuestión deberían haber estado por encima de tales actos.
Tomemos por caso la historia de Yehuda y su nuera Tamar. Que Tamar estuviera desesperada por volver a casarse tras perder a sus dos primeros maridos es comprensible. Que Yehuda, después de perder a su propia esposa, quisiera volver a casarse -después del período de luto apropiado- es igualmente aceptable. Sin embargo, que Tamar se disfrazara de mujer de mala reputación para llamar la atención de su propio suegro, y que Yehuda cayera en la trampa, pensando que ella era lo que parecía ser, es una “píldora” difícil de tragar.
¿Sí o no?
Depende de cómo se lea la historia y en qué se centre el lector. Si el lector se limita a “asomarse” a la vida personal de un personaje, entonces podría horrorizarse al descubrir lo que ocurría “entre bastidores”. El lector se ve obligado a sacudir la cabeza y decir: “Ts… Esperábamos más de nuestros líderes”.
Sin embargo, durante las últimas tres secciones de la Torá, no hemos estado estudiando simplemente las vidas de personajes bíblicos del pasado remoto; hemos estado observando la formulación del pueblo judío -un pueblo sobrenatural con un pasado y un futuro sobrenaturales; en otras palabras, una nación con cuya existencia Hashem está involucrado de modo constante y directo.
Cuando Tamar desafió con astucia, pero con audacia, el sentido de honestidad y responsabilidad de su suegro, devolviendo las pertenencias que había guardado para ese día, Yehuda respondió:
“Ella ha sido más justa que yo…”
¿Cómo lo sabía? ¿Cómo pudo asumir con certeza que el hijo que su nuera llevaba en su vientre era, de hecho, legítimo (de acuerdo con las leyes del matrimonio de levirato anteriores a la Torá)? Estaban el sello, el manto y el bastón. Tal vez sí, y tal vez no. Después de todo, estamos hablando de la hija del kohen, y, de una mujer casada… por no hablar del honor del líder de las Doce Tribus.
El Talmud hace la misma pregunta, y nos da una respuesta muy importante:
Tres cosas fueron dadas a conocer por el Espíritu Santo (Ruaj Hakodesh): [una vez] en el Beit Din de Shem, [una vez] en el Beit Din de Shmuel HaRamsi, y [una vez] en el Beit Din de Shlomo. [Aprendemos sobre] el Beit Din de Shem, ya que dice: “Yehuda los reconoció y dijo: ‘Ella ha sido más justa que yo…’“. (Bereshit 38:25-26). ¿Cómo supo [que el niño era de él]? ¿Quizás, así como él había estado con ella, quizás otro hombre también había estado con ella? Así, una voz [del Cielo] proclamó: “¡De Mí (Di-s) son las cosas ocultas!” (Makot 23b)
Es decir, todo el fiasco y la casi catástrofe se originaron en Hashem. En otra parte, el Midrash dice que Yehuda ni siquiera iba en dirección a Tamar, sino que un ángel vino y “dirigió” a Yehuda hacia ella. Esto no significa que Yehuda estuviera libre de culpa en todo el asunto; al contrario, fue su propio enfoque de la vida el que lo condujo a esta causa de tremenda vergüenza.
Sin embargo, al final, aunque estas historias revelan los errores cometidos por los grandes individuos del pasado y padres de la nación judía, su principal misión es transmitir que, cuando se trata de la historia judía, los acontecimientos agradables y los no tan agradables surgen todos de Hashem. Nos revelan cómo, entre bastidores, Hashem ayuda a Su pueblo a alcanzar objetivos que nosotros, por nuestra cuenta, podríamos pasar completamente por alto o no llegar a alcanzar nunca.
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