Tu Escala de Valores
La óptica de la Torá es muy distinta a la de la calle. En la actualidad muchas personas creen que todo es lo mismo, que todo tiene el mismo valor...
La óptica de la Torá es muy distinta a la de la calle. En la actualidad muchas personas creen que todo es lo mismo, que todo tiene el mismo valor, tanto a las cosas como a la gente se las trata como algo más…
¿Cuál es nuestra escala de valores?
Cuando un hombre contrae matrimonio, debe decirle a la mujer: "He aquí que quedas consagrada para mí" – y colocarle un anillo. Desde ese momento automáticamente están casados. ¿Qué cambios notamos en esa mujer? ¿Acaso no es la misma persona? ¿Qué diferencia hay entre una casa y una Sinagoga?
¿Acaso no están construidos los dos con el mismo material? De un libro de matemáticas a un libro de Torá… ¿Qué diferencia hay? ¡El material es el mismo! ¿Por qué el Cohen bendice al pueblo? ¿Acaso no es una persona "común" como todos nosotros? ¿A qué se debe el imperativo "vekidashto" – "y lo santificarás"? Los Cohanim (Sacerdotes) suben primero al Sefer Torá. Por ende, son los primeros en pronunciar la bendición. Entonces ¿por qué son diferentes?
La óptica de la Torá es muy distinta a la de la calle. En la actualidad muchas personas creen que todo es lo mismo, que todo tiene el mismo valor, tanto a las cosas como a la gente se las trata como algo más.
La Torá nos enseña a poner cada cosa en su lugar; nos marca la escala de valores. La mujer no es la misma antes de ser consagrada para alguien que después. Antes estaba permitida para todos; ahora es exclusivamente la mujer de su marido.
Tanto las personas (por ejemplo el caso del Cohen), como las cosas (por ejemplo un libro), cuando están consagradas para la Torá automáticamente están en otro nivel. Si considero a la sinagoga simplemente como un espacio con cuatro "paredes", lógicamente no voy a encontrar motivo para respetarla más que a mi casa. En cambio, si la considero como un recinto sagrado, cambia mi conducta hacia ella por completo.
La Torá me enseña a diferenciar, pues todo lo que tiene Kedushá (santidad) está en un nivel superior. Aun dentro de las mismas cosas que son santas, hay algunas de mayor y otras de menor nivel. Sobre esto la Halaja, la Ley Judía, nos indica: "En Kodesh se asciende pero no se desciende de nivel". Por ejemplo una sinagoga se puede transformarse en una Yeshivá, pues ésta última es superior a la primera. La sinagoga que fue destruida no pierde su santidad; por lo tanto hay que respetarla.
HaShem no sólo quiere que lo que nació Kadosh sea respetado: también nos pide que en nuestra manera de pensar y actuar tengamos Kedushá. "Ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y un pueblo santo". Nuestras acciones convierten lo vano en sagrado. Por ejemplo, cuando recibimos al Shabat con anticipación y lo despedimos con retraso, estamos cumpliendo con "Laasot et HaShabat" (hacer el Shabat), es decir transformar un día común en Shabat. Todo lo sagrado, cuando lo valoramos, repercute en nuestras vidas.
A través de este relato vemos que no hay que considerar a todas las cosas por igual, sino que hay darles el lugar que les corresponde. En medio de la desesperación se acercan varios alumnos a un Rab para relatarle que un compañero de ellos estaba a punto de asimilarse. El Rab lo citó en la sinagoga a la noche; allí estaba todo oscuro y el rabino le pidió al muchacho que se acercara al Heijal (donde se guarda el libro de la Torá) y que lo abriera.
El joven no entendía nada. De repente el Rab le indicó que arrojara el sefer (libro) al suelo, que lo pisara y lo escupiera y el muchacho se negó rotundamente, argumentando: "Siempre respeté a la Torá, ¡cómo voy a hacer semejante profanación!" El Rab le dijo que la acción que estaba pensando realizar era más grave que profanar el Sefer Torá. Luego de una profunda reflexión, el muchacho abandonó ese camino. Si analizamos profundamente el tema, nos daremos cuenta de que el Rab logró hacer que reflexionara gracias a que este muchacho anteriormente valoraba lo sagrado. Si al joven todo le daba lo mismo, por más comparación que hiciera, no iba a entrar en razón.
Todos los sábados a la noche, en la plegaria, decimos "Ata jonantanu" (dentro de la beraja – bendición- "Ata Jonen"). En ella básicamente se plantea el tema de la inteligencia y que HaShem le otorga entendimiento al hombre. Los Sabios explicaron por qué la bendición fue establecida en ese lugar. Allí se habla sobre la diferencia que HaShem realiza entre lo sagrado y lo profano. Para diferenciar necesitamos la inteligencia. Por eso debemos suplicarle a HaShem que nos otorgue la capacidad de discernir, para de esa forma aprendamos a apreciar y diferenciar lo bueno de lo malo pero principalmente para que valoremos lo sagrado.
(Gentileza de www.tora.org.ar)
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