Una rectificación por generaciones

Adam HaRishón, el primer hombre que existió en este mundo, expresó ingratitud y actuó con descaro ante Hashem. Y entonces Hashem le preguntó por qué había pecado y él, en vez de avergonzarse, Le respondió: “La mujer que me diste…”. Hashem le había dado a la mujer porque no es bueno que el hombre esté solo. Sin embargo, el hombre, en vez de avergonzarse por el hecho de no haber pasado la prueba, Le echa la culpa a Hashem: “¡Si pequé, fue por Tu culpa! Porque si no me hubieras dado a esta mujer, no habría pecado”. ¡Qué descaro!

Más tarde, la generación del Desierto tampoco pudo rectificar aquel pecado y no sólo eso, sino que, para colmo, empeoró la situación al quejarse y lamentarse, y eso causó un llanto por todas las generaciones que dura hasta el día de hoy, porque todavía no se ha rectificado esta falta. Y el llanto de aquella generación es otra muestra de descaro: ¿cómo es posible que toda una generación que vive rodeada de milagros, aprovechen cada oportunidad para llorar, quejarse y echarle la culpa a Moshé, el siervo de Hashem? ¿Acaso hay una muestra de insolencia más grande que recriminarle a Hashem el hecho de haberlos sacado de Egipto? Hashem nos quiere redimir y por eso Él nos “obliga” a trabajar sobre el tema de la gratitud y rectificar el descaro desde su raíz. Esta es una perspectiva diferente del trabajo espiritual de la gratitud: que tenemos que aprender a actuar con buenos modales y con vergüenza ante el descaro de la generación.

Ahora presentaremos varias frases tomadas del Sefer HaMidot del Rabi Najman de Breslev sobre el tema del descaro y de qué manera se relacionan con la gratitud:

• El descaro viene por medio de la ira y, tal como hemos dicho en nombre de Rabí Najman, cada vez que uno siente tristeza, está demostrando que está enojado con Hashem. Y cuando uno se enoja y olvida todo lo que Hashem hizo por él, eso se manifiesta en una muestra de descaro.
• Por medio del descaro, no se aceptan las reprimendas. Mientras uno no abandone las quejas, no aceptará las reprimendas. O sea que por más que le hables, no servirá de nada. Y se entiende, si tenemos en cuenta que el descaro revela una grave falta de emuná. Y cuando no hay emuná, falta la base y no se puede construir nada.
• Por medio del descaro, uno se vuelve cruel. Y es sabido que no ha rectificado las transgresiones de su padre. Esto tiene que ver con lo que hemos dicho antes, respecto a que mientras uno no se domine a sí mismo y no sienta vergüenza ante Hashem, no podrá rectificar las faltas de sus padres.
• El que es descarado – que se ponga tefilín que usó un tzadik. Los tefilín del tzadik simbolizan la conciencia espiritual y la perfección de la emuná, así como también el apego del tzadik a Hashem, o sea, una manifestación de su emuná.
• La persona descarada no está conforme con lo que tiene. Cada persona tiene un montón de cosas en la vida y la más grande causa de sufrimiento es que no logra ver todo lo que tiene. Lo único que ve es lo que le falta y por eso llega a toda clase de pensamientos distorsionados, tal como hemos visto: cuando uno siente que todos le deben algo y que Hashem no lo ama. El descaro es solamente la consecuencia natural de todo esto. Y Rabí Najman explica que la causa del descaro es que la persona no está conforme con lo que tiene.

El descaro es la causa directa de todos los pecados y por eso el Vidui (Confesión) empieza con las palabras: “No somos descarados…”, porque si somos descarados, no podemos ni siquiera pensar en confesarnos. Por el contrario, aquellas personas que logran rectificar el descaro y logran sentir vergüenza genuina ante Hashem, les está garantizado que “el que se avergüenza no se apresura a pecar”.

Esto nos permite entender por qué hoy en día Hashem salva a todo aquel que da las gracias: porque cada persona que se une a las expresiones de gratitud se está uniendo a la rectificación del mundo y de la Creación y la Redención de Israel y logra obtener salvaciones inmediatas.