¿Puedo rezar para ser millonario?

Un allegado me preguntó si podía rezar para ser millonario. Le pregunté para qué quería ser millonario. Y me dijo que quería hacer actos de bien y dar dinero de caridad para ayudar a los demás.

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 25.12.22

Un allegado me preguntó si podía rezar para ser millonario. Le pregunté para qué quería ser millonario. Y me dijo que quería hacer actos de bien y dar dinero de caridad para ayudar a los demás. Le dije que para ayudar a los demás no hacía falta ser millonario, que él podía hacer bondad con los demás más que todos los millonarios. Muy sorprendido, él me preguntó: “¿Cómo voy a hacer más actos de bien que los millonarios?”. Le dije que invirtiera 20 ó 50 dólares para comprar Joyitas de Emuná o CDs de emuná o varios ejemplares de En el jardín de los milagros y que los vendiera y que con la diferencia comprara más y así siguiera difundiendo las enseñanzas. Y de ese modo iba a lograr algo que ni siquiera el más grande millonario podía lograr: porque él iba a darle a la gente conciencia espiritual, que es lo más importante en la vida de la persona.

Pues bien: aspirar a ser millonario es un anhelo que nos demuestra que esta persona todavía no entendió cuál es su objetivo en la vida. Pero cuando uno entiende que el objetivo principal es alcanzar la emuná completa, y conectarse a Hashem, uno se da cuenta de que también tiene que posibilitárselo a los otros.

Aun cuando les damos comida o dinero a los pobres, o recibimos a huéspedes en nuestro hogar, o hacemos cualquier otra forma de benevolencia, lo hacemos para glorificar el Nombre de Hashem en el mundo y difundir más y más conciencia espiritual, tal como hacía Abraham. Si la persona no hace bondad con el objetivo de difundir conciencia espiritual, tal vez sus actos de bondad no sean realmente una bondad. A veces podemos darle a una persona abundancia material y de esa manera alejarlo de Hashem, o sea que no hiciste una buena acción.

Uno puede ser millonario y olvidarse de Hashem. En ese caso, su fortuna es algo malo.

El Reber Najman no era empecinado en absoluto, excepto en servir a Hashem. Con todo lo demás, fluía con la fluidez de un río y con gran optimismo.

Un día, mientras iba de viaje con Jaikel, uno de sus discípulos, llegaron a las afueras de un pueblito rumbo a una ciudad más grande. Entonces Jaikel le preguntó al Rebe: “¿Qué le parece si damos una vuelta rápidamente por el pueblito? Allí vive un familiar mío muy pobre al que quisiera saludar”.

Rabi Najman asentió con la cabeza, pero no dijo nada.

Jaikel le dio instrucciones al carretero y así fue como llegaron a una choza dilapidada al borde del pueblito. La choza era la imagen misma de la pobreza. El hombre tenía el rostro negro como el carbón, la mujer vestida con harapos y los niños descalzos.

Jaikel le suplicó al Rebe: “¡Por amor a Dios, Rebe, por favor, bendiga a mi primo!”.

Esta vez, el Rebe hizo un gesto en señal de negación. “No tengo ninguna bendición para tu primo. Yo no soy un Rebe ‘que da sustento’”.

Jaikel se quedó duro. Sabía perfectamente cuánto amaba el Rebe a cada ser humano. ¿Cómo era posible que no tuviera compasión por esta pobre familia? Jaikel no podía creerlo, pero no dijo nada. “Rebe, ¿le importa si yo los bendigo?”, preguntó Jaikel. Muchos de los discípulos de Rabi Najman, incluido Jaikel, eran sabios de Torá por derecho propio y su palabra también tenía peso Arriba…

Rabí Najman asintió. “Ve y bendícelo, si así lo deseas”.

Jaikel dio un saltó del carro y tomó una botella de agua. Enseguida fue corriendo a la choza y salpicó agua en las cuatro esquinas de la “residencia”. “Abundancia al norte”, exclamó y sacudió agua hacia el norte. “Abundancia al sur”, y sacudió agua hacia el sur. “Abundancia al este”, y sacudió agua hacia el este. “Abundancia al oeste” y sacudió agua hacia el oeste. Y entonces se subió al carro y partieron.

Pasaron varios años. La bendición de Jaikel aparentemente hizo milagros, ya que la vida de su primo cambió drásticamente. Al principio obtuvo unas cuantas monedas y entonces con esas monedas compró y vendió agujas, botones y demás mercancías. Y todo lo que tocaba literalmente se transformaba en oro, hasta que finalmente se transformó en un acaudalado hombre de negocios. Su esposa era ahora una “lady” que vivía en una lujosa mansión y sus hijos iban vestidos como pequeños nobles.

Una mañana, Rabí Najman estaba parado en su sala, disfrutando del aire matutino de Ucrania. De repente pasó por allí un hombre muy rico y bastante apurado. “¡Eh, espere, deténgase un momento!”, lo llamó el Rebe.

Molesto e impaciente, el millonario se detuvo un instante.

“¿Acaso ni siquiera tiene tiempo para mirar el color del cielo?”, le preguntó Rabí Najman.

Sin responder, el hombre continuó caminando. No tenía tiempo que desperdiciar. No tenía tiempo ni siquiera para ir a la sinagoga ni para ponerse tefilín…

Según la tradición Breslev, Rabí Najman sabía que el alma de este joven hombre tenía que ser pobre, pero por lo menos era un judío íntegro. Es por eso que el Rebe no quiso bendecirlo, porque sabía que eso sería para él perjudicial.

La pregunta que le hizo Rabí Najman es una metáfora. El color del cielo es el color del Trono Celestial y el que mira el color del cielo se acuerda entonces de Hashem. Lo que el Rebe en realidad le estaba diciendo era: “¿Acaso no tienes tiempo ni siquiera para pensar en Hashem?”.

Antes de volverse millonario, este hombre era un hombre piadoso que rezaba por cada cosa y por cada cosa daba las gracias. Y ahora ni siquiera tenía tiempo para mirar al Cielo. ¿Acaso esto es un premio? No. Esto es un castigo.

Yo conozco a alguien que tenía mucha emuná y hacía plegaria personal todos los días sin falta y largas sesiones de hitbodedut. En una ocasión, necesitaba una gran suma de dinero y alguien millonario lo contrató para que trabajara en su empresa y este hombre efectivamente “se acomodó”, pero desde el punto de vista espiritual, sufrió una gran caída; dejó de hacer plegaria personal y apenas si reza, por no decir nada del estudio de la Torá…

Hablando con el millonario que lo contrató, este me contó que había cometido un error al contratarlo. Yo le dije que le había hecho un favor, pero él insistió en que de hecho no lo había ayudado. Sí le había hecho un favor en el sentido material, pero le destruyó su vida espiritual. Ahora el pobre ni siquiera reza…

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1. Angelica

12/26/2022

Shalom!!! Es por eso que debemos de star felices con lo qué HaShem nos da, porque El es quien conoce nuestro corazón y si nos da de más podemos perdernos en el mundo material y alejarnos de lo espiritual. Gracias BARUJ HASHEM por lo qué me das y me enseñas cada día. 🥰🇮🇱🌍

2. Liliana quisiera llamarme Séfora

12/26/2022

Que impresionante enseñanza muchas gracias de verdad edifica el alma saber esto para mí muy IMPORTANRE Todah Hashem .❤️🌷

3. Cielo María

12/26/2022

Siempre me siento bendecida al leer todas las historias que relata gracias hashem lo siga bendiciendo por llevar tantas emociones a tantos corazones que yo creo igual que yo se sienten emocionados las lágrimas de brotan tan grande conocimientos Baruj hashem

Gracias por tu respuesta

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