Noaj – Un Hotel Muy Caro
El Creador le dijo a Noé lo siguiente: No le permití a Adán, el primer hombre, comer carne – sino sólo verduras. Ahora ustedes, pueden comerlo todo…
El Creador le dijo a Noé lo siguiente: No le permití a Adán, el primer hombre, comer carne – sino sólo verduras. Ahora ustedes, pueden comerlo todo…
Esta semana leemos la Parashá de Noaj. La generación de Noaj (Noé) se destaco por sus pecados que, conspicuamente malos, llevaron a la destrucción del mundo a través del Diluvio. Después del Diluvio, cuando Noaj y su familia dejaron el Arca, hubo ciertos cambios en relación a la interacción del hombre con las demás criaturas de mundo. Como dice el versículo: "Cada criatura en movimiento con vida será para ustedes para comer, como la hierba verde que les he dado a ustedes" (9:3).
Rashi, citando al Talmud en el tratado de Sanhedrin (59B), explica que HaShem le dijo a Noaj lo siguiente: No le permití a Adam HaRishón (Adán, el primer hombre) comer carne – sino sólo verduras. Ahora ustedes, pueden comerlo todo.
La mayoría de las personas se limitan a explicar que Adam HaRishon y las generaciones que le siguieron no podían comer carne, mientras que desde Noaj en adelante, si lo podían hacer. Sin embargo, el comentario de Torá Daat pregunta lo siguiente: entendemos que sin la expresa autorización de HaShem, Noaj no habría podido comer carne. Pero, al fin y al cabo, todo depende del permiso de HaShem. Pues sin Su permiso, ¡todo el género humano no habría tenido permiso de comer tampoco verduras!
Asi podemos ver los innumerables regalos que constantemente recibimos de HaShem pero, que tantas veces, damos por descontados como naturales.
Cuando fue nuestro primer aniversario, mi esposa y yo nos habíamos mudado recientemente a Israel. El ajuste había estado un poco duro, así es que resolvimos "festejar" e ir a un restaurante bonito. Hablamos con amigos que nos recomendaron el restaurante de uno de los hoteles. Ellos nos dijeron que podíamos tener una bonita velada por solo treinta dólares. Fuimos al hotel y entramos en lo que pensábamos era el restaurante que nuestros amigos nos habían recomendado. Cuando nos sentamos en una de las mesas, un violinista inmediatamente se acercó. Nos miramos nerviosamente, pensado que nos confundimos de lugar y que habíamos entrado en el lugar equivocado. Cuando el mozo nos trajo una canasta con panes frescamente horneados, aunque todavía no habíamos visto el menú con los precios, supimos que estábamos definitivamente en otro restaurante…
Por lal calidad del servicio, uno puede evaluar qué tan caro un restaurante será. De hecho, ¡el Olam ha-Zé (el mundo físico en el que vivimos) es un hotel muy caro!
El Talmud en el tratado de Kidushin (32B) cuenta que Raban Gamliel organizo una comida festiva en la que invito a otros sabios y les servia personalmente. Uno de ellos se sintió incómodo teniendo a Raban Gamliel sirviéndoles y se enojo con quienes aceptaron su servicio. Rab Yehoshua respondió que Raban Gamliel no es "mayor" en grandeza que Avraham Avinu (Abraham, nuestro Patriarca)que, personalmente, salio a la entrada de su tienda para servir comida a los tres Ángeles que se le presentaron en forma de viajeros. El Rab Tzadok en ese momento respondido que aún más, HaShem sopla los vientos, hacer caer las lluvias y la tierra florecer, por consiguiente, que Raban Gamliel este poniendo comida en la mesa para todos es valido. ¡Si HaShem nos sirve, entonces podemos aceptar de Raban Gamliel!".
¿Con tal servicio ofrecido por nada menos que HaShem, con qué moneda puede pagarle?
Hay dos versículos en la Torá que parecen ser contradictorios. Uno dice que la Tierra y todo lo que hay en ella pertenece a HaShem. Otro versículo dice que los Cielos son de HaShem, pero la Tierra ha sido dada al género humano.
El Talmud explica que realmente no hay contradicción en estos dos versículos, sino que en realidad, cada versículo habla de dos momentos diferentes. Antes de que uno pronuncie la Berajá (bendición), todo pertenece a HaShem. Una vez que la Berajá ha sido pronunciada, es otorgado al género humano.
El aprecio. Ésa es la única moneda que tenemos que puede llegar a pagar los regalos de HaShem. El aprecio a través de las bendiciones. El aprecio a través de la adherencia a su Torá… El aprecio.
Es demasiado fácil acostumbrase a los regalos que a diario recibimos. Eretz Israel (la Tierra de Israel)es un regalo increíblemente especial. Quizá los recientes acontecimientos sirven para despertarnos y recordarnos que la Tierrade Israel es un increíble regalo que debemos apreciar y del que debemos estar orgullosos de tener.
(Gentileza: www.tora.org.ar)
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