Rebelde con Causa

Yo siempre fui una buena chica. Mis padres nunca tuvieron que preocuparse por mi culpa. Bueno… excepto aquella vez en que...

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Gila David

Posteado en 05.04.21

Yo siempre fui una buena chica. Mis padres nunca tuvieron que preocuparse por mi culpa. Bueno… excepto aquella vez en que…

Rebelde con Causa

Yo siempre fui una buena chica. Mis padres nunca tuvieron que preocuparse por mi culpa. Bueno… excepto aquella vez en que fui a presentarme para una entrevista en un colegio secundario muy exclusivo. Cuando me preguntaron cuál era mi pasatiempo favorito, les respondí que “mirar televisión” mientras apoyaba la cabeza sobre el codo que reposaba tranquilamente sobre el escritorio, mientras con el dedo dibujaba garabatos imaginarios… (Yo no tenía ningún interés en asistir a esa escuela y, como era de esperar, no me aceptaron. A mis padres esto no les resultó nada divertido…).

Para cuando estaba en edad de asistir al secundario, elegí una escuela pública que recibía jóvenes de toda la ciudad para distintos programas educativos. No es mucho lo que me acuerdo de todo lo que estudié en esos años, pero sí me acuerdo bastante de lo que aprendí de la vida en la escuela…

Por ejemplo, una vez vi una jovencita embarazada, que no podía tener más de quince años, saliendo del aula y chupándose el dedo. Me quedé pasmada por la irónica imagen que tenía ante mí. Y la verdad es que no era una excepción. En la escuela había muchas chicas embarazadas. Una vez que nacían sus bebés, los llevaban a las guarderías del colegio, para que ellas mismas pudieran continuar con sus estudios. Esa fue la mejor lección en abstinencia que alguna vez recibí… mucho más efectiva que todas las lecciones que podrían haberme dado los expertos en el tema…

También me pasó que fui al baño y apenas si pude entrar del tremendo olor a marihuana  que salía de adentro. Eso me alejó de las drogas más que cualquier propaganda o campaña antidrogas que pudiera haber oído… Para la época en la que ya estaba en la universidad, yo me iba de la fiesta si alguien se ponía a fumar un porro… Tampoco quería tener nada que ver con el exceso de bebidas alcohólicas… Vi demasiados compañeros desmayándose o vomitando en el asiento trasero del autobús…

Fui testigo de muchas peleas entre chicas que se arañaban la cara las unas a las otras y chicos dándose puñetazos los unos a los otros durante el recreo del almuerzo. Sin embargo, los chicos de mi programa eran demasiado finos como para dedicarse a esta clase de actividades. Gracias a Di-s, cada tanto enviaban guardas al colegio para que pusieran fin a estas peleas y en términos generales la vida escolar progresaba sin mayores incidentes.

Como resultado de mi educación en la vida real, nunca consumí drogas, nunca me emborraché y nunca me metí en peleas. Lo que se dice una buena chica.

Quince años más tarde. Ya tenía dos nenitos. Había descubierto la Torá. Me sentía muy entusiasmada por todas las cosas nuevas que estaba aprendiendo sobre el judaísmo, sobre la religión que siempre había pensado que conocía perfectamente… pero que en realidad desconocía por completo. My marido y yo gradualmente fuimos aprendiendo las reglas de kashrut y Shabat y con el tiempo nuestros hijos se pusieron tzitzit y kipas.

El problema era que mi familia estaba lejos de estar contenta…

Un otoño, cuando recién estábamos empezando con el proceso de Teshuvá, llegaron de visita unos familiares del extranjero y todos fuimos a cenar a la casa de mis padres. Enseguida se desató una discusión respecto a la inminente “fiesta” de Halloween. Mi marido anunció que nosotros ya no íbamos a celebrar Halloween y esa fue la gota que colmó el vaso. ¡¿No celebrar Halloween?! Negarles a los chicos la alegría de ponerse disfraces, de ir de una puerta a otra en busca de golosinas, y ser parte de lo máximo en la forma de vida norteamericana?  Esa cena culminó con un sabor bastante amargo, cuando salí de la casa de mis padres como un torbellino mientras me gritaban “Te perdimos por completo. Es como si alguien se hubiera muerto en la familia…”.

Jadeando y dando un portazo, fui al auto, donde me estaban esperando los chicos y un familiar que estaba de visita. Cuando me senté en mi asiento, dije que nunca antes me había sublevado y que sentía que ahora era como si me estuviera rebelando. La respuesta que recibí fue: “Bueno… ¿no llegó la hora?”.

Tardé varios años en conciliarme con el hecho que mi viaje a la Torá y el cumplimiento de los Preceptos iba a alterar mi relación con mi familia. Gracias a Di-s, el enojo inicial de ellos se fue transformando en una desilusión, que a su vez se convirtió en la posterior aceptación del estilo de vida que había elegido para mí misma. Pero hoy en día, ocho años más tarde, todavía surgen todo tipo de cuestiones que señalan la brecha existente entre nosotros. Ahora se trata más que nada de la educación  de mis hijos y su futura capacidad de asistir a la universidad con todo el tema ese del judaísmo que se la pasan estudiando…

Hacer Teshuvá y volverse una persona observante no es siempre la cosa más popular que uno hace, y muchas veces coloca a las relaciones interpersonales en aguas temporariamente turbulentas. Pero si te aferras a la verdad, ejercitas un poco de paciencia, desarrollas tu sentido del humor y tratas de entender la perspectiva de tus familiares (aún) no religiosos, vas a poder sortear las olas…

La Torá nos enseña que el Precepto de cumplir con el Shabat sobrepasa al Precepto de honrar a los padres. A primera vista, esto parecería falto de ética pero si nos fiijamos bien, tiene sentido. Porque HaShem es el Padre de todos nosotros y Él quiere no sólo que nosotros cumplamos con el Shabat sino que también nuestros padres y todos los demás judíos cumplan con él.

Con la ayuda de HaShem, es mi plegaria que mis padres vean un día la belleza de la vida según la Torá y rezo porque ellos, y todos los demás, muy pronto se me unan como rebeldes… con causa.

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1. Karla

7/19/2019

Hola, doy Karla loaisiga, doy de Nicaragua fue una gran dicha encontrar en you tuve al rabino yonatan. Gracias pero muchas gracias por sus enseñanzas son un gran regalo maravillo para mí alma. E aprendido a valorar me aún más y a protegerme durante las tormentas . Enojarme por todo ha cambiado gracias Hasem todo poderoso que los supuestos en mi camino muchas pero muchas gracias yo público cada charla . Cada cosita que ustedes nos regalan los hago rebotar hacías todos los que están en mi fb lo ocupo como un amplificador de sonido para que sus charlas lleguen más lejos nunca nombran Nicaragua yo hábito en managua

2. carolina

1/11/2014

Amen!! que identificada me senti

3. carolina

1/11/2014

Gracias por tu respuesta

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