Corazon de Piedra

¿Realmente estamos avergonzados de nuestras malas acciones hasta el punto de sentir una gran vergüenza cuando nos enfrentamos al Creador?...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Corazón de piedra – Unirse al Tzadik #2

¿Realmente estamos avergonzados de nuestras malas acciones hasta el punto de sentir una gran vergüenza cuando nos enfrentamos al Creador?…

Rabi Najman de Breslev le dijo a su gran discípulo,  Rabi Natan, que la verdadera vergüenza y el remordimiento por una mala acción significan que uno está delante de HaShem en plegaria con mejillas que arden de vergüenza. ¿Podemos decir eso de nosotros mismos? Si nuestras mejillas no arden, entonces es una señal de que no estamos realmente avergonzados por nuestros transgresiones. Si uno no está avergonzado entonces no hay remordimiento. Si no hay remordimiento, no hay Teshuvá – un auténtico arrepentimiento.

La razón por la cual no sentimos vergüenza y pena al estar delante de HaShem es debido a que en esta generación carecemos de sensibilidad espiritual, como si tuviéramos corazones de piedra. ¿Puedes decir que te preocupas por otro ser humano? ¿Te preocupas por el hombre de tu sinagoga que acaba de ser despedido de su trabajo? ¿Te importó cuando 8.500 personas perdieron sus hogares y sus trabajos cuando fueron expulsados de Gush Katif? ¿Te importa si una escuela primaria en S’derot ha sido destruida por un misil?

¿Realmente puedes estar delante de HaShem y decir que estás verdaderamente arrepentido por tus malas acciones? Muchos de nosotros ni siquiera cree que tenemos algo por lo cual lamentar. Eso es lo que se llama tener un corazón de piedra.

Rabi Najman escribe en Likutey Moharán (I, 141) que si una persona realmente tiene el mérito de reconocer sus pecados, entonces esa es una señal de que su corazón no está obstruido e impermeable, porque mientras que el corazón está sellado herméticamente como una roca, uno no puede sentir el dolor de sus transgresiones.

Con un corazón de piedra, quien puede hacer Teshuvá? Si no podemos sentir el dolor y la vergüenza de nuestros propios pecados, ¿cómo podemos lamentarlos? ¿De qué sirve la Teshuvá sin remordimiento? La Teshuvá sin remordimiento no es sincera .

Hay una historia en el primer capítulo del tratado Demai en el Talmud Yerushalmi sobre Rabí Pinjas ben Yair. Él llegó una vez a un pueblo y la gente salió corriendo a saludarlo, pero tenían una mirada de terror en sus rostros. Ellos exclamaron: “¡Rabí, Rabí, los ratones se están comiendo todo nuestro grano!". El Rabí Pinjas ben Yair, que era el Justo de la generación y el suegro de Rabí Shimón bar Iojai, ordenó que todos los ratones se presentasen ante él. Pronto, decenas de miles de ratones surgieron de los campos de trigo y vinieron a la ciudad, todo un ejército de pequeños roedores.

Rabí Pinjas ben Yair se dirigió a los habitantes del pueblo y preguntó: “¿Ustedes entienden lo que los ratones están diciendo?” Por supuesto, los habitantes no entendían nada – todo lo que oían era un mar de ruidos. Rabí Pinjas les dijo: “Los ratones se están comiendo el grano porque ustedes no han dado el diezmo del grano”. En otras palabras, el grano en Israel no es Kasher (permitido para consumo de acuerdo a la Torá), a menos que se retire el Maaser, el diezmo. Esta parte es para los levitas como pago por su servicio en el Santo Templo, ya que ellos no tienen tierra propia.

Los habitantes le preguntaron a Rabí Pinjas ben Yair si él les garantizaba que si daban el diezmo, los ratones desaparecerían. Él lo afirmo. Los habitantes pagaron el diezmo, y los ratones desaparecieron.

Supongamos que Rabí Pinjas ben Yair hubiese visitado el pueblo, sin que los habitantes sufrieran por los ratones. Ahora, supongamos que él se daba cuenta con sus ojos espirituales que ellos no estaban separando el diezmo de su grano como requiere la Torá. Imagínate que los habitantes tenían una cosecha de cien toneladas de grano. Y ahora el tzadík les dice que tienen que dar 10 toneladas de grano a los levitas en el Santo Templo. Usando el idioma de hoy, imagina lo que ellos hubiesen dicho: “¿Qué, nosotros trabajamos tan duro durante todo el año bajo el calor del sol sembrando, arando, cultivando, escardando, y cosechando nuestro trigo – y ahora tu esperas que le demos diez toneladas de todo nuestro esfuerzo a aquellos perezosos en Jerusalén? Que se busquen un trabajo…”.

Sin embargo, los habitantes del pueblo se comprometieron a dar su diezmo de inmediato. ¿Por qué? Porque cuando una persona está en una situación difícil está dispuesta a comprometerse a cualquier cosa, y cuanto más grande es el problema, más grande es el compromiso. Los ratones se hubiesen comido todo el grano. En este caso, el dar el diezmo era un buen negocio. De todos modos, ese no es el punto clave de la historia. Los habitantes del pueblo no creían que habían hecho algo malo. Rabí Pinjas ben Yair les abrió los ojos. Él no sólo identificó su problema, sino que él personalmente les dio la solución. Ése es el poder del Tzadik, el Justo de la generación.

Afortunadamente, nosotros también tenemos un verdadero Tzadik en esta generación – su nombre es Rabi Najman de Breslev. También Rabi Najman es capaz de identificar nuestros problemas y ayudarnos a resolverlas. Él toma una responsabilidad personal para encaminarnos hacia la corrección espiritual de nuestras almas. Pero no sólo eso, sino que nos promete hacer Teshuvá por nosotros. Eso no quiere decir que podemos ir de pesca o disfrutar de unas vacaciones tropicales. Sino que tenemos que hacer todo lo que el Tzadík nos dice – una hora de plegaria personal todos los días, confesar lo mal hecho ante el Creador, expresar nuestro remordimiento lo mejor que podamos, pedirle perdón al Creador y comprometernos a mejorar. Una vez que nosotros hagamos nuestra parte, el Justo hace la suya y mueve montañas por nosotros en el Tribunal Divino.

Rabi Najman escribe en Likutey Moharán (I, 4) que la persona que llega a la conclusión de que todo lo que sucede en su vida es para su bien eterno alcanza el nivel del paraíso en la tierra. En otras palabras, cuando una persona tiene el mérito de alcanzar el nivel de Emuná que le permite saber que todo es para su bien eterno, entonces experimenta el paraíso en este mundo – su vida se convierte en un Jardín del Edén. Tenemos que preguntarnos, ¿cómo podemos alcanzar dicho nivel espiritual? Rabi Najman nos dice que lo logramos al coronar a HaShem como nuestro Rey.

Esto suena chistoso. ¿Qué, acaso HaShem no es Rey si nosotros no lo coronamos? Ciertamente, no lo es. Miremos a quién tememos – al jefe, al gerente del banco, al gobierno. Pero, ¿tememos a HaShem? Si lo temiéramos, entonces observaríamos seriamente Sus Preceptos. Una mujer casada  tendría miedo de dar dos pasos sin su cabello cubierto. Un hombre se estremecería por la idea de no cumplir con su palabra en sus negocios. La gente mantendría silencio y temor en la sinagoga. Así si los hombres hablan durante las oraciones como si estuvieran en un club, o las mujeres vienen a los servicios de Rosh HaShaná y Iom Kipur vestidas en contra de las leyes de modestia de HaShem, entonces ¿cómo podemos llamar a HaShem “Avinu Malkeinu”, “Nuestro Padre, nuestro Rey”?

Cualquier hombre imprudente o mujer de falda corta está mintiendo cada vez que él o ella dice “Avinu Malkeinu”, porque ni siquiera le dan a HaShem el respeto de un padre, y ¡mucho menos el de un Rey! En lugar de ser perdonadas por sus pecados, dichas personas llegan a casa en el Día del Juicio con cientos de nuevos pecados. Piénsalo, realmente no es una broma.

Continuará…

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