Humildad

Estos últimos seis meses de mi vida me enseñaron la lección más dura de humildad y por qué el único elogio que se le hizo al hombre más grande que jamás haya existido fue con respecto a su humildad.

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David Ben Horin

Posteado en 03.07.23

Estos últimos seis meses de mi vida me enseñaron la lección más dura de humildad y por qué el único elogio que se le hizo al hombre más grande que jamás haya existido fue con respecto a su humildad.

Este último año ha sido muy difícil.

Me quedé sin trabajo y empecé mi propio pequeño negocio.

Ha sido una lucha.

Lo más duro es trabajar en LinkedIn y ver cómo todo el mundo en Israel sigue con su carrera. El “algoritmo” sigue a las personas de éxito, lo que significa que la inmensa mayoría de las personas que veo en mi feed son las que tienen éxito en su trabajo y éxito en LinkedIn.

Me da rabia. No es justo. A ellos les va tan bien y yo apenas si progreso.

Me convencí de que se debía a la “élite israelí”, que se niega a dejarme trabajar entre ellos.

Eso fue hasta que vi a los religiosos haciendo posts sobre “Cuando te bloqueen en la puerta, busca una ventana por la que saltar”.

Es irónico cómo las mismas personas que nos acusan de “no trabajar” nos dan las llaves para avanzar en el mismo lugar en el que nos acusan de no estar.

Entre la lucha y la versión jaredí de la determinación israelí, me llené de odio.

Hashem estaba muy enfadado conmigo.

Podía sentir que Él se apartaba. Vi desvanecerse tantas bendiciones de la vida. Una noche incluso soñé que me mordía una serpiente. Me habían quedado dos enormes marcas de sangre en la piel.

Siguiendo la interpretación de lso sueños, se supone que eso significa dinero.

Al final del sueño, casi había exprimido la vida de la serpiente. Creo que todavía estaba con vida, pero no estoy seguro.

La Gemara nos dice que si una serpiente te muerde en un sueño, recibirás dinero. PERO – si matas a la serpiente en el sueño, pierdes todo el dinero.

Todo odio es infundado. Hashem nos ordena en los Salmos de Sus ungidos:

Desiste de la ira y abandona el enojo (Salmos 37:7)

En el momento en que te das cuenta de esto, comprendes que esos codificadores, empresarios y vendedores digitales de Tel Aviv, Herzliya, Rishon LeTzion son Sus hijos y odiarlos significa que estás mirando a los ojos del Rey del universo y, al mismo tiempo, escupiéndoles a Sus hijos.

No hay nada bueno que surja de esto.

Cambios

Una vez que asimilé esto, me obligué a ver lo bueno en cada judío. No importa lo que digan o hagan, este es el mundo de Hashem y nadie, ni nosotros ni ellos, puede cambiar el curso que Él le dio.

Nuestros pasos en este camino nos prohíben odiar. Yo pagué un precio muy alto.

Al hacer estos cambios, Hashem cambió mi mundo.

Las tareas a cumplir, antes imposibles, empezaron a llevarse a cabo. La situación dejó de parecer tan desesperada.

Pude sentir que la bendición volvía a mi vida. Cien contratiempos al día se convirtieron en un puñado.

Mi negocio empezó a avanzar. Todo lo que quiero para mis hijos, mi mujer, nuestro futuro, aparece ahora como una tenue luz al final de un largo túnel.

La máxima lección de humildad

No es fácil ser humilde. Puede que sea incluso el rasgo de carácter más difícil de construir. Este es el diamante del alma judía. Moshé fue el judío más grande que jamás haya vivido. Fue el hombre más grande que jamás haya respirado.

Hashem escribió en Su Torá una sola cualidad acerca de Moshé: que era el hombre más humilde que jamás haya vivido.

Moshé fue el hombre más grande que jamás haya existido, y Hashem escribió en Su Torá que la única cualidad que debemos aprender de nuestro maestro es la humildad.

La humildad es el mayor logro que uno puede alcanzar. Y es también el más difícil.

– Hablamos loshon hara para proteger nuestra dignidad.

– Gastamos por encima de nuestras posibilidades para parecer tan distinguidos como los demás.

– Trabajamos más horas de las necesarias para destacar por encima de los que están a nuestra izquierda y a nuestra derecha.

No es fácil aceptar dónde estamos en este momento cuando hay tanta gente “por delante” de nosotros.

Esa es la lección de humildad que aprendí: No odies a nadie por el hecho de que esté teniendo más éxito que tú.

Ver a otros alcanzar las estrellas mientras tú estás hundido en el fango es un regalo de Dios. Es la oportunidad de mostrar tu emuná en Su mundo justo. Esa humildad abre las puertas a un verdadero autoexamen y a las mejoras para las cuales Dios nos puso en esta vida.

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