Canción de la Historia – Haazinu

¿Por qué una canción? Nuestra historia no es una prosaica colección de hechos y cifras. La nuestra es una sinfonía de ya miles de años, de la providencia y el amor constantes de Hashem...

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Rabino David Charlop

Posteado en 20.09.23

La historia no suele escribirse como una canción. La prosa suele ser el vehículo adecuado para comunicar los acontecimientos del pasado. Así que parece un poco extraño que la lectura de la Torá de esta semana repase la historia judía en forma poética y que, de hecho, se llame “canción – shira”.

Aunque el texto es difícil de descifrar, básicamente la Parashá recapitula nuestra larga historia: cómo Hashem sacó al pueblo judío de Egipto, cómo nos llevó al monte Sinaí para recibir la Torá y luego a la tierra de Israel, todo ello con milagros maravillosos. Los versículos continúan relatando cómo, trágicamente, debido a la abundancia de riquezas y a la confianza en nosotros mismos, nos rebelamos contra Hashem, que se enfureció por el descaro de Sus hijos. Al principio Él nos envió enemigos desde fuera y desde adentro para despertarnos y que volviéramos a Él, y cuando eso no tuvo éxito, nos envió al exilio, para que hiciéramos frente a las tormentas de la opresión y el odio. Finalmente, tras describir el horrible destino que les aguardaba a los judíos que vivían entre las naciones del mundo, se nos dice que la compasión de Hashem se despertará y finalmente redimirá a Su pueblo y enviará al Mashíaj.

Este resumen histórico, que también se encuentra en otras partes de la Torá, parece bastante sencillo y aparentemente podría haberse transmitido con palabras mucho más simples y familiares. Incluso en una traducción al español, el lenguaje de Haazinu es escueto y desentona con el resto de la Torá. ¿Por qué este cambio, sobre todo cuando parece que sólo estamos relatando hechos y patrones históricos básicos?

Otra curiosidad es el propósito de esta canción. El versículo inicial nos dice que Moisés invocó al Cielo y a la Tierra para que dieran testimonio del pueblo judío. Rashi comenta: “¿Por qué invocó Moisés al Cielo y a la Tierra para que dieran testimonio? Moisés dijo: “Soy de carne y hueso y pronto moriré. Si el pueblo judío dirá que no aceptamos ningún pacto para cumplir la Torá, ¿quién lo contradecirá?”. Por lo tanto, Moisés los llamó a testificar ya que ellos permanecerán para siempre. Además, si el pueblo judío sigue la Torá, el Cielo y la Tierra le darán su debida recompensa de lluvia y generosidad”.

¿Qué significa que el Cielo y la Tierra son testigos? ¿Cómo puede dar testimonio algo inanimado?

Solemos relacionar el Cielo y la Tierra como entidades físicas, completamente separadas y ajenas a nuestro mundo espiritual y emocional. La Torá nos dice que esto no es cierto. “Y si me escucháis y seguís mis mandamientos… os daré la lluvia del campo a su debido tiempo… y os proporcionaré pasto abundante para vuestros animales…”. Este versículo tan sencillo pero a la vez tan profundo nos enseña que dependiendo de la calidad de nuestro servicio a Hashem y de la naturaleza de nuestras relaciones interpersonales, la bendición fluirá del Cielo y de la Tierra.

Moisés fue un ser de carne y hueso y sus años eran limitados. En el momento de su muerte, estaba especialmente preocupado por el futuro de su amado pueblo. ¿Quién los (nos) reprenderá si se desvían del camino correcto? Si es necesario, ¿quién los encaminará en la dirección correcta? Moisés invocó al Cielo y a la Tierra para que realizaran esta tarea. ¿Qué significa esto y cómo se cumplió?

La historia del pueblo judío puede clasificarse en dos periodos distintos pero superpuestos. Uno podríamos llamarlo “el período de Moisés” y el segundo, “el período del Cielo y la Tierra”.

El liderazgo de Moisés fue el epítome de la vida al nivel de lo milagroso. Las diez plagas, el cruce del Mar, el acto de recibir la Torá y su existencia sobrenatural durante cuarenta años en el desierto fueron todos un reflejo de la grandeza de Moisés, cuya relación con Hashem era algo que estaba muy por encima de la naturaleza.

Sin embargo, la gran mayoría de la historia judía, desde que entramos en la Tierra Santa hasta hoy, se caracteriza por una existencia “natural” muy parecida a la del resto del mundo. En general, los milagros evidentes eran y siguen siendo raros y la providencia de Hashem, a menudo oculta. La creación parece ir a velocidad de crucero. Moisés sabía que, en esencia, somos un pueblo conectado a Hashem y tenemos tanto la capacidad como el mandato de vivir de un modo sobrenatural. ¿Cómo podría suceder esto cuando la vida parece tan regulada y fija? Moisés hizo un llamamiento a la “Naturaleza” para que funcionara de forma “antinatural”.

Todas las naciones tienen su propia historia, aunque a menudo predecible. Las estadísticas de población, los factores geográficos y los recursos económicos definen el crecimiento y el declive de casi todas las naciones. Funcionan según las reglas del “Cielo y la Tierra”. Para el pueblo judío, los mismos “Cielo y Tierra” recibieron una tarea de Moisés: exigirle grandeza al pueblo judío. Si vivíamos de acuerdo con la voluntad de Hashem, íbamos a poder permanecer en la tierra de Israel. Si no, esas mismas fuerzas nos impulsarían a convertirnos en “el judío errante” para aprender que sólo la grandeza espiritual y la cercanía a Hashem producirían tranquilidad. Esto fue lo que se les pidió a los Cielos y a la Tierra-  que nos exigieran que nos ayudaran a mantener nuestra visión y nuestro compromiso con nuestra eternidad.

¿Por qué una canción – shira? Nuestra historia no es una colección de hechos y cifras. Para eso habría bastado con la prosa. La nuestra es una sinfonía a lo largo de miles de años, a través de diversos continentes, de la constante providencia, reprimenda y amor de Hashem. Hashem es “El Director” y el Cielo y la Tierra son los instrumentos que sólo funcionarán si se tocan correctamente. Y el pueblo judío es el coro que irrumpe en el canto con un profundo sentimiento y la comprensión de la música única que se nos convoca a cantar. A través del exilio y la redención, los pogromos y la reconstrucción, el pueblo judío ha cantado las palabras de Haazinu. Seamos sinceros. El precio de cantar esta canción era alto. Pocos nos acompañaron en el viaje. Pero no queremos la música solamente para nosotros mismos. Queremos que toda la humanidad entone el coro final.

Haazinu finaliza con una canción y una oración:

Él traerá la retribución sobre Sus enemigos y Él apaciguará a Su Tierra y a Su pueblo.

Pronto, en nuestros días.

Él nos traerá nuestro destino único y el largo camino para llegar allí sólo puede expresarse con la poesía de Haazinu.

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