Frutos del Amor – Tazría

  El Rambán explica que comer alimentos prohibidos puede influir negativamente en el embrión y hacer que el bebé nazca sin sensibilidad espiritual...

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Rabanit Jana Braja Seigelbaum

Posteado en 10.04.24

SANTA UNIÓN

La parashá anterior concluyó con la mitzvá de que Israel se santifique: “Porque Yo soy Hashem su Dios; serán santos, pues Yo soy santo” (Vaikra 11:44). Parashat Tazria se abre con las leyes de purificación tras el nacimiento: “El Baal Haturim explica que la Torá yuxtapone la descripción de la mujer que ha concebido con la orden de santificarse para enseñar que uno debe santificarse en el momento de las relaciones íntimas. En el judaísmo, las relaciones conyugales son probablemente uno de los actos más sagrados que una persona pueda realizar. A través de las relaciones conyugales, uno se convierte en socio de la Creación. Incluso cuando no se conciben hijos físicos, la unión sagrada entre marido y mujer hace que desciendan almas del Cielo. Estas almas entran más tarde en los cuerpos de los conversos, tal como explica el Midrash al referirse a: “las almas que ellos [Abraham y Sara] habían hecho en Jarán” (Midrash Rabá 84:4 sobre Bereshit 12:5).

EL FRUTO DE SU AFECTO    

¿Por qué se yuxtapone el versículo que describe a la mujer que concibe con la sección que trata de los alimentos prohibidos? El Rambán explica en Igueret HaKodesh que comer alimentos prohibidos puede influir negativamente en el embrión y hacer que el bebé nazca sin sensibilidad espiritual. Así como la comida es un factor, la imaginación y el pensamiento también influyen en el embrión. Cuando marido y mujer se unen con pensamientos de amor, la Shejiná se posa entre ellos, y su hijo se convierte en el fruto de sus deseos y afectos puros. Este principio puede entenderse a la luz de nuestros conocimientos médicos actuales. A la mujer embarazada se le indica que evite los rayos X, especialmente durante el primer trimestre del embarazo. La razón que se aduce es que mientras el feto está formando sus rasgos iniciales es más susceptible a la influencia exterior. De ello se deduce que, en el momento de la concepción, el embrión es aún más impresionable y, por tanto, está muy influenciado por el estado mental de los padres.

LA IMAGEN DEL AMOR

Rabí Itzjak dijo en nombre de Rabí Ami que cuando una mujer llega primero al clímax, da a luz un hijo varón. Cuando el hombre da primero la semilla, ella da a luz una hija, como dice: “Si una mujer ha concebido semilla y ha dado a luz un varón…” (Nidá 31a). Es difícil entender cómo el sexo del niño que nace puede depender de si el hombre o la mujer alcanzaron primero el clímax durante el acto sexual. Shaarei Aaron explica que se concibe un hijo varón cuando la mujer llega primero debido a la pasión que siente por su marido. Todos sus pensamientos se centran en su marido y visualiza su aspecto y carácter en su corazón. El poder de esta visualización hace que dé a luz a un varón parecido a su marido. Del mismo modo, Yaacov Avinu talló dibujos en los palos que colocó delante del rebaño mientras se apareaban. Como resultado, tuvieron crías moteadas y manchadas como los dibujos de los palos (Bereshit 30:37-38). Y si los animales son capaces de influir en sus crías mediante la visualización mental, ¿cuánto más podemos esperar esto de los seres humanos, cuya mente es tanto más desarrollada?

TRANSMITIR LA LUZ DIVINA

Rambán, en Igueret Hakodesh, enfatiza cómo Dios dio al hombre la capacidad de crear con el poder de su pensamiento. Un ejemplo de esto se encuentra en el Talmud, “Rabbi Yojanan acostumbraba a sentarse a las puertas de la mikve. Decía: ‘Cuando las hijas de Israel suben de bañarse, me miran y tienen hijos tan guapos como yo’“. (Berajot 20a). El Rambán explica que cuando la imagen del Santo Rabí Yojanán se imprime en la mente de la mujer al regresar de su inmersión antes de unirse a su marido, sus pensamientos darán forma y embellecerán a su hijo. Esta noción suscita las siguientes preguntas: ¿Por qué Rabí Iojanán se preocupaba de que las mujeres dieran a luz hijos tan guapos como él? Es más, ¿cómo puede estar permitido que una mujer piense en Rabí Iojanán mientras mantiene relaciones con su marido? Comprender el secreto del poder del pensamiento nos ayudará a arrojar luz sobre estas preguntas. Los maestros de la Kabala explican que los pensamientos de la persona derivan de la parte más elevada de su alma, extraídos de las esferas superiores. El pensamiento tiene el poder de elevarse y atraer la luz suprema. La persona que domina esta capacidad resplandece con los rayos de la luz Divina. De esta manera, los primeros jasidim hacían que la Presencia Divina habitara aquí abajo. El pensamiento santo tiene el poder de aumentar y bendecir las cosas en la tierra. La belleza de Rabí Yochanan no era sólo física; era la manifestación de la luz Divina que él hacía descender haciendo que sus pensamientos se apegaran a la Divinidad. Por lo tanto, cuando la mujer miraba su rostro, no estaba mirando a otro hombre, sino a la presencia Divina reflejada en él. Esta visión la conectaría tan profundamente con Dios que podría transmitir la santidad de Rabí Yochanan al niño que iba a concebir.

LA EDUCACIÓN COMIENZA CON LA CONCEPCIÓN

La psicología moderna ha establecido que los pensamientos de la mujer durante el embarazo influyen en su bebé. Por ejemplo, la mujer que anticipa el nacimiento de su hijo con placer y felicidad hace que su bebé nazca con una disposición segura de sí misma. Nuestra antigua tradición judía sabía más de lo que la investigación moderna acaba de descubrir. No sólo los sentimientos y pensamientos de la madre durante el embarazo influyen en su embrión sino que incluso en el momento de la concepción, sus pensamientos tienen el poder de moldear a su hijo. “Antes de que fueras concebido en el vientre materno, ya te conocía” (Irmiahu 1:5). Puesto que nuestros pensamientos durante la concepción tienen un efecto tan grande en el feto, tenemos que tratar de pensar sólo en asuntos santos y puros durante las relaciones íntimas a fin de atraer almas santas, ya que la educación del niño comienza en el momento de la concepción.

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