Los padres aprenden de los hijos

Cuando a los padres se nos "acaban las baterías", ¿de dónde sacamos fuerzas?

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 31.10.23

Muchos padres me cuentan que la inocencia de sus hijos es la que les da fuerzas para seguir adelante: “Mi hijo me enseña emuná. Mi hijo me enseña a dar las gracias”. Es tal como está escrito: “El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”.

Uno de esos padres nos cuenta:

“Uno de nuestros hijos, de siete años de edad, es un niño con necesidades especiales que sufre problemas de falta de atención e hiperactividad. Para Purim, nuestro hijo nos pidió el disfraz de Kohen Gadol (Sumo Sacedote). Mi esposa acostumbra preparar los disfraces ella misma en casa con la máquina de coser, para ahorrar y además porque para ella es un hobby. Pues bien, resulta que una de las partes del disfraz es la de las piedras del Pectoral (joshen), que cuesta bastante dinero. Un día mi esposa y mi hijo fueron al centro a comprar dichas piedras, pero después de varias horas dando vueltas por las distintas tiendas, no encontraron lo que buscaban.

Mi esposa no sabía qué hacer. Quería tanto darle una alegría al niño… Pero ya estaba muy cansada y sentía una gran frustración por no haber conseguido lo que tanto buscaba.

Por el contrario, mi hijo, cada vez que entraban a una tienda y la vendedora les decía que no vendían esas piedras, salía a la calle y decía: “Gracias, Hashem. Si Hashem quiere esto, entonces es lo mejor para nosotros”.

En el autobús de vuelta a casa, mi hijo vio que su mamá estaba decaída y le dijo: “No estés triste, mamá, todo es para bien. Como mucho, podemos coser pedacitos de tela de colores en lugar de las piedras”. En vez de que la madre alentara al hijo, ¡el hijo alentaba a la madre!

Yo creo que esto en sí ya es un gran milagro, pero, de todos modos, esta historia tiene lo que se llama “un final feliz”:

Cuando llegaron a casa, mi esposa llamó por teléfono a una amiga suya en un último intento por averiguar dónde se consiguen las famosas piedras del Pectoral. Y la amiga le dijo: “Déjame que averigüe y te llamaré dentro de unos minutos”. En efecto, después de diez o quince minutos, la amiga la llamó: “Dile a tu hijo que venga a mi casa, que le quiero dar algo”.

Mi esposa envió a mi hijo a la casa de su amiga, pensando que le iba a enviar algún accesorio viejo y gastado. Grande fue su sorpresa cuando vio lo que le había enviado: un joshen de gran calidad, listo para usar. Si hubiéramos tenido que comprar algo así, nos habría costado una fortuna. La lección que aprendí de todo esto es hasta qué punto la gratitud ayuda en la vida – mi hijo tuvo su disfraz listo para Purim y además logré entender que la gratitud crea un ambiente especial para la familia. Una situación así podría haber creado un ambiente muy feo en el que mi hijo se habría sentido decepcionado y triste, pero gracias a la gratitud, todo terminó bien, con sentimientos positivos, lo cual me parece algo maravilloso. Pero incluso si no hubiéramos tenido un final tan “feliz”, el camino en sí es ya de por sí un gran regalo. Incluso diría que las palabras de agradecimiento de mi hijo son en sí mismas las piedras luminosas del joshen, las piedras preciosas que dan más luz que nada: ver a tu hijo yendo por el camino de la emuná. Esto ilumina la vida de los padres y así se va formando el alma del niño, y así es como tiene un corazón puro y bueno, igual que Aarón el Kohen, quien tuvo el mérito de llevar el joshen, gracias a su corazón tan puro.

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