El qué dirán
Una suegra le compró a su yerno dos corbatas. Una verde y otra azul.
Una suegra le compró a su yerno dos corbatas. Una verde y otra azul.
La siguiente vez que el novio vino de visita, decidió mostrarle a su suegra que usaba la corbata que ella le había regalado, y llegó con la corbata verde.
En cuanto su suegra lo vio, le dijo: “¿Veo que no te gustó la azul?”.
¿Cuánto nos esforzamos por causar buena impresión en los demás?
Pero no entendemos que, hagas lo que hagas, siempre habrá a quien no le guste lo que haces.
Pensando constantemente en el “qué dirán”.
¿Quieres trabajar y atreverte a hacer cosas? He aquí uno de los métodos:
Cuando salgas con un bebé en cochecito, asegúrate de que un pie del niño tenga un calcetín y un zapato, y el otro esté descalzo.
Cualquiera que haya ido así por la calle sabe de lo que hablo… cada pocos metros alguien te para y te dice: “Disculpe, le falta un zapato”.
“Lo siento, perdóneme que me entrometa, pero se le ha caído el zapato”,
Si haces esto, poco a poco aprenderás a fortalecer tu valor y a escuchar “el qué dirán” sin entrar en pánico. Después podrás entrar fácilmente en una farmacia y preguntar si venden tornillos…
Una de las cosas que me tranquiliza en este periodo es la amabilidad y el voluntariado que existe ahora en Israel y en todo el mundo. Estas noticias eliminan todos mis temores y, sobre todo, me dan orgullo judío: tengo la bendición de pertenecer a un pueblo así.
Si el defensor de Israel – el rabino Levi Yitzchak de Berditchev viniera ahora, ¡no aguantaría el ritmo!
Muchas veces también quiero ir de voluntaria hacer algo por el pueblo de Israel. Pero entonces recuerdo que tengo una casa con niños, y ¿cuándo exactamente tengo tiempo para hacer voluntariado?
Una vez me pregunté por qué tenían que escribir antes “los pobres de tu ciudad”, y ahora es evidente.
Luego descubrí que, por muy obvio que sea, la gente sigue viajando para hacer voluntariado por todo el mundo y menos lo hacen en casa. Porque en casa se hace sin decir nada y a lo mejor no se siente realmente el voluntariado que yo ahora aporto al mundo dando de comer a un bebé o calmando a mi hija de cinco años. Pero al fin y al cabo, las madres estamos al frente de la próxima generación en la nación de Israel. Somos las que nos aseguramos de que los niños se mantengan cuerdos, tranquilos.
Todas las voluntarias de hoy recibieron su educación de la madre de antaño… así que se puede decir que somos las primeras voluntarias en la arena, ya estamos cuidando de los voluntarios de otros veinte años…
Así que en vez de decir: ¿qué dirán?, digamos: qué dirá, qué quiere Dios de mí aquí y ahora, qué dirá Él de lo que yo hago de voluntaria en mi propia casa con los pobres de mi ciudad y de mi casa.
Y así como cada uno aporta lo que puede aportar, y uno estudia Torá, otro dice Salmos, otro va al ejército y otro va a cualquier otro voluntariado, yo, como madre, me ofrezco de voluntaria en mi casa para criar a los hijos que Dios me pide ahora que críe.
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