Por nuestros hermanos y hermanas

El pueblo judío de todo el mundo está sufriendo tremendamente, tanto por las tragedias de la masacre y la guerra subsiguiente, como por el aumento del antisemitismo a nivel mundial. Nadie puede permanecer indiferente, y la pregunta es- ¿qué podemos hacer?

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.02.24

El pueblo judío de todo el mundo está sufriendo tremendamente, tanto por las tragedias de la masacre y la guerra subsiguiente, como por el aumento del antisemitismo a nivel mundial. Nadie puede permanecer indiferente, y la pregunta es- ¿qué podemos hacer? El Rabino Arush nos ofrece dos maneras de ayudar a nuestros hermanos.

La mayor oscuridad es cuando la gente no se ve, cuando la gente ignora y es indiferente a la angustia del otro.

Al rezar por la Geula debemos insistir en que todos y cada uno de los judíos la merezcan. ¡No podemos dejar a nadie atrás!

El enfoque de Reb Jaim

El Rabino no esperaba oír una respuesta tan dura. Llevaba años trabajando para llevar la paz a los hogares judíos y, cada vez que tenía alguna duda, acudía a la santa casa del Rabino Jaim Kanievsky para preguntarle qué hacer. 

Esta vez también compartió el problema con el Rabino Jaim: se trataba de un talmid jajam, un erudito de la Torá que dictaba sentencias halájicas, que pemanecíoa completamente inmerso en la Torá día y noche. Y ahora su esposa le pedía que se tomara unas horas libres de su estudio para ayudarla con las tareas domésticas. Pero el ilustre talmid jajam no estaba dispuesto a hacerlo. Insistía en que había dedicado su vida al estudio de la Torá y que renunciaba a todo por ello; y que su mujer debía tenerlo en cuenta. Obviamente, este enfrentamiento afectaba negativamente al ambiente del hogar.

El Rabino Jaim respondió simplemente: “¡Él tiene que ayudarla!”. Pero la persona que preguntaba persistía: “Kevod Harav, estamos hablando de un ben Torá…”, pero Rabí Jaim lo interrumpió y dijo: “En efecto, es un talmid jajam, ¡pero no es un ben Torá!”. El Rabino que hizo la pregunta se quedó estupefacto ante la respuesta inequívoca del Rabino Jaim.

Sufrir con el público

“Talmid jajam” es alguien que sabe mucha Torá, pero “ben Torá” es alguien a quien la Torá ha cambiado y afectado en su interior. Tiene las midot (rasgos de carácter) de la Torá; es sensible a las necesidades de los demás y especialmente a las de su esposa. Saber mucha Torá sin convertirse en una persona mejor y más considerada es realmente un gran problema.

Vivir según la Torá y ser un ben Torá significa sentir lo que sucede a tu alrededor. Sentir el dolor de los que te rodean y, por supuesto, el terrible y tremendo dolor de Klal Yisrael, el pueblo judío en su conjunto. Durante la guerra contra Amalek, Moshe Rabeinu se sentó en una piedra y no en una silla o en almohadas, porque los israelitas estaban en problemas.

Dicen nuestros Sabios que cuando el público está sufriendo y uno se va a casa y come y bebe, permaneciendo indiferente a la angustia del público, entonces “los dos ángeles servidores que acompañan a la persona ponen sus manos sobre su cabeza y dicen: Ploni (es decir, esta persona) que se ha separado del público, no presenciará el consuelo del público”; por el contrario, a aquel que participa en el sufrimiento del público se le promete que “merecerá presenciar el consuelo del público”.

Y así, se cuenta la historia de una de las luminarias de la generación, que, cuando había guerras en Israel, no dormía en su cama, sino en el suelo, porque decía que “Cuando los soldados están tumbados afuera, a la interperie, con frío y miedo, y no tienen ni día ni noche… ¡cómo me voy a acostar en la cama lo más tranquilo como si no pasara nada…!”.

Definir la oscuridad

Podemos encontrar un indicio de esto en nuestra parasha. Cuando la Torá describe la Plaga de la Oscuridad, dice: “No se veían unos a otros”. Y la pregunta es, ¿por qué la Torá eligió esta frase específicamente de entre todas las otras frases? Después de todo, no veían nada, así que obviamente no se veían unos a otros. ¿Por qué se pone entonces énfasis en que no se veían “unos a otros”?

Y la respuesta es que la Torá está insinuando aquí algo fundamental en la vida: La mayor oscuridad es cuando la gente no se ve, cuando la gente ignora y es indiferente a la angustia del otro. Una sociedad así siempre va a estar a oscuras.

Pero los hijos de Israel se veían unos a otros, y por eso tenían luz. Los shotrim judíos (capataces en Egipto) que estaban dispuestos a recibir latigazos porque se apiadaban de sus hermanos; Moshé Rabenu que fue elegido líder por sus grandes sentimientos de piedad hacia sus hermanos, como interpreta Rashi el pasuk de “Moshé… salió hacia sus hermanos y vio su sufrimiento” – “Volvió sus ojos y su corazón para sentir pena por ellos”. Y mató al egipcio y se puso en peligro porque se compadeció de su hermano derrotado. A pesar de que vivía lujosamente en el palacio del rey, Moshe no ignoraba la angustia de sus hermanos.

Nuestros Sabios dicen: “Él veía su sufrimiento y lloraba. Y él ponía sus hombros adelante y ayudaba a cada uno de ellos”. En mérito a esto, “El Santo, Bendito Sea, dijo: ‘Dejaste tus propios asuntos y fuiste a ver la angustia de Israel, y los trataste como hermanos, Yo dejaré los mundos superiores y los mundos inferiores, y hablaré contigo’“.

Yo Estoy con él en sus Problemas

Y ahora nos encontramos en una situación en la que decenas de miles de nuestros queridos soldados ponen en peligro sus vidas a cada momento, y viven en condiciones difíciles, con miedo y en peligro. Sus padres y esposas en casa no duermen, tan temerosos y preocupados están, y cada vez que llaman a la puerta o suena el teléfono, sus corazones se saltan muchos latidos. ¿Cómo podemos dormir tranquilos? ¿Cómo no pensar en cada soldado como si fuera nuestro propio hijo?

Y eso sin contar a nuestros rehenes, y a las miles de familias desconsoladas y a las que sufrieron durante la terrible masacre, y a las decenas de miles de familias que se vieron obligadas a abandonar sus hogares [Redacción: a lo largo de la frontera libanesa y cerca del sobre de Gaza] y que ya llevan meses viviendo en el exilio [Redacción: han sido desplazadas a ciudades del centro del país].

Y entonces surge la pregunta – ¿Qué podemos hacer? En primer lugar, sentir el dolor del pueblo judío. No te desconectes. No seas indiferente. “Yo estoy con él en sus problemas”. Pensar en nuestros hermanos y rezar por ellos desde lo más profundo de nuestro corazón, rezar por cada soldado como si fuera nuestro único hijo. La luz del pueblo judío es nuestra responsabilidad mutua. Todos somos “hijos de un solo hombre”. Todos somos miembros de un mismo cuerpo. Cuando duele un miembro del cuerpo, duele todo el cuerpo. 

Piensa en el hecho de que desde hace ya un tiempo oímos todos los días hablar del número de soldados muertos. Cada día, las familias de Israel reciben la terrible noticia, y sus vidas cambian para siempre. Cada día hay más padres de duelo, más viudas y más huérfanos, más mujeres embarazadas de niños que nunca llegarán a conocer a su padre. Jóvenes que pierden las manos o las piernas. ¿Cómo podemos quedarnos tranquilos? No debemos permanecer en silencio.

Tratamiento a fondo

Debemos clamar y sacudir los cielos y hacer todo lo posible por estas queridas familias. Rezar por cada soldado, por la curación de los heridos, consolar a las familias, visitar a los soldados y darles fuerzas. 

Y lo principal, lo principal es rezar repetidamente y de todo corazón e implorar a Hashem con respecto al propósito del mundo. No sólo que no mueran soldados, sino que haya tal daat (conciencia espiritual) en el mundo para que no haya más guerras; que haya tal daat de Geula, que el mundo entero crea en Hashem y las profecías se hagan realidad: 

Esto sucederá sólo cuando Le oremos a Hashem e insistamos en que nos traiga la Geula completa, cuando sólo Él gobierne sobre nosotros, y Su majestad se revele en todo el mundo. Debemos rezar para que Él nos construya el Beit HaMikdash (Templo), que será una casa de oración para todas las naciones, y para que Mashiaj venga y difunda daat maravilloso entre todo el pueblo judío y todas las criaturas. 

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