El triunfo del silencio
Todos creemos en el poder transformador de la gratitud y en la importancia de las peticiones conscientes a Hashem. Al valorar el discurso positivo y fomentar la unidad, aspiramos a crear un mundo en el que cada individuo pueda prosperar en paz y con la bendición Divina.
Moshé dijo: “Al atardecer, El Eterno les dará carne para comer y, por la mañana, habrá suficiente pan para llenarlos. El Eterno ha oído sus quejas, que en realidad están dirigiendo contra Él. ¿Qué somos nosotros? ¡Las quejas de ustedes no son contra nosotros sino contral Eterno!” (Shemot 16:8)
¿Por qué decidió Hashem darnos carne por la noche y pan por la mañana? Darle la vuelta parece que le sentaría mejor a nuestra salud, ¿verdad?
Llenarnos de carne a la noche hace que levantarnos de la cama a la mañana siguiente sea una tarea monumental.
Entonces, ¿a qué se debe este cambio de horario? Bueno, se van a sorprender pero resulta que nos lo hemos buscado nosotros mismos…
¿Y saben por qué? Porque pedimos carne de forma inapropiada.
Una persona no puede vivir sin pan, así que la petición de comida para vivir era aceptable. Como resultado, la recibimos en el momento apropiado, vale decir, a la mañana.
Sin embargo, teníamos toneladas de ganado, por lo que no teníamos que pedir carne y, mucho menos teníamos que quejarnos de eso.
Los orígenes del descontento: las quejas en el desierto
¿Por qué dice la Torá: “Haces que el pueblo se queje contra Él”?
Retrocedamos unas líneas hasta la queja misma:
¡Ay… Si hubiéramos muerto por la mano del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos!
(Shemot 16:3)
Pasamos siglos trabajando como esclavos para el Faraón, y la cosa se puso muy fea justo al final. La idea de que cualquiera de nosotros se saciaba de carne y pan es un completo mito.
Los únicos que se dieron ese lujo fueron los egipcios que se subieron a nuestro carro en el último momento.
Ellos eran los que se quejaban. Eran los que se sentían que “les faltaba”.
Pero, ¿por qué nos castigaron?
Rashi nos dice que en el momento en que estos recién llegados empezaron a quejarse, se produjo un efecto dominó. Moshé señala en el versículo 8 (Shemot 16:8, arriba), que no fueron sólo ellos, ya que sus quejas hicieron que todos los demás también se les unieran.
La espada de doble filo
El Jafetz Jaim nos enseña que escuchar chismes es tan malo como propagarlos nosotros mismos. A medida que profundizamos, vemos que un oído que escucha puede causar más problemas que una lengua que da rienda suelta a su Mala Inclinación.
Los que hablan mal de los demás son culpables una vez, pero ¿el público? Ellos sufren un doble golpe.
Sus oídos pecan al escuchar las quejas. Pero entonces añaden el insulto a la injuria repitiendo como loros aquello que han oído.
Los instigadores consiguen que las quejas parezcan. Al fin y al cabo, si el público lo hace, ¿por qué tú no?
Te invito a que hagas un pequeño experimento: navega un rato por YouTube. Dedica la mitad de tu tiempo a ver a gente haciendo buenas acciones por los demás. Después de mirar durante 15 minutos, pregúntate: ¿te parece genial? ¿Te gustaría hacerlo a ti?
Luego pasa a ver a gente gastándose bromas entre sí. Después de 15 minutos de clips, hazte las mismas preguntas.
Ya sea durante un momento, una tarde o incluso toda una vida, la compañía que mantenemos crea un ambiente a nuestro alrededor que moldea nuestra visión de lo que es sensato o disparatado.
Tomemos, por ejemplo, un rezo de Shabat. El rabino pronuncia un sermón que te llega al alma, te ilumina el corazón y te levanta el ánimo.
Pero he aquí que en el Kidush, entre el estrépito de los tenedores de tarta y el murmullo de las voces mezcladas, el tema se desplaza a los hábitos personales del rabino. En lugar de alejarte, te ves arrastrado a la conversación.
En un momento estás disfrutando del resplandor de la iluminación espiritual, y al siguiente, estás hasta el cuello de torta y escepticismo.
Este es el virus de la lashón hará y a menos que mantengas las distancias, te vas a terminar contagiando. Lo más difícil no es dejar de hablar, sino dejar de escuchar.
Las palabras como armas: El papel de los medios de comunicación en la guerra de Gaza
La guerra en la que estamos inmersos no tiene lugar en las calles de Gaza.
Baruj Hashem, nuestros valientes hermanos están ganando. Hashem los está bendiciendo con la victoria.
La verdadera guerra es la guerra de las palabras. La guerra son las calumnias que los medios de comunicación están derramando sobre nosotros. Nos acusan de asesinar a civiles a pesar de que hemos salvado a más civiles que ningún otro ejército en la historia de la guerra mundial.
Nos acusan de matar de hambre a los niños mientras el mundo observa cómo los terroristas de Gaza le roban comida a su propio pueblo.
Nos acusan de los mismos crímenes que estos terroristas cometieron contra nuestras hermanas en Simjat Torá sin ninguna prueba de que tal cosa haya ocurrido.
Nos atacan con algo mucho peor que balas y cohetes.
Están perforando nuestra armadura con lashón hará, con habladurías y falsedades.
La guerra de las palabras: Combatiendo Loshon Hara con Gratitud Divina
¡Hashem nos está llevando por el camino a la victoria!
Si estamos recibiendo nuestros peores golpes de lashón hará por parte de nuestros enemigos, significa que nosotros mismos estamos cometiendo este pecado.
Mientras le hagamos la guerra al habla prohibida, alcanzaremos nuestra victoria. Como en el desierto. Cuando Moshé levantó sus manos en oración, y pasamos a la ofensiva contra Amalek y su ejército.
Cuando tenemos el impulso de hablar lashón hará y luchamos contra él hasta el punto de que esas palabras nunca llegan a pronunciarse, el Gaón de Vilna nos dice que Hashem nos da una recompensa que ni siquiera los ángeles pueden imaginarse.
No es fácil. Combatir una guerra en Gaza no es fácil. Combatir otra guerra en el sur del Líbano tampoco es fácil. El rey Salomón nos da la respuesta:
El que tarda en enojarse es mejor que un hombre poderoso, y el que domina su espíritu es mejor que el que conquista una ciudad
(Proverbios 16:32)
Cada vez que vencemos el impulso de decirle algo malo de alguien, probablemente por ira, orgullo, celos o algo originado en nuestra Mala Inclinación es como conquistar Gaza o tomar el sur del Líbano.
La prueba empieza ahora:
El tono en las redes sociales y en los periódicos empieza a parecerse menos al 8 de octubre y más al 6 de octubre. Los llamamientos universales a la unidad están siendo sustituidos por el señalamiento con el dedo y la convocatoria a nuevas elecciones.
La protección de Hashem significa que las naciones del mundo no pueden tocarnos. Los terroristas no pueden acercarse a nosotros. La presión de la ONU o la UE o los EE.UU. será vacía.
Lashón hará es una queja. Es una queja sobre por qué él tiene esto y tú no. Es una crítica sobre por qué ellos pueden hacer esto y nosotros no. Es cuestionar la forma en que Hashem maneja Su mundo.
Depende de nosotros luchar la verdadera guerra y conquistar nuestra Mala Inclinación.
Cuando logremos superarla, Hashem nos llevará a un lugar en el que no tendremos nada de lo cual quejarnos.
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