Por Siempre Jerusalén

“Toda nación que es lo suficientemente necia como para tratar de cortar cualquier parte del Monte del Templo y Jerusalén del pueblo judío obviamente no ha aprendido las lecciones de la historia”.
 

Últimamente estuve yendo al Kotel HaMaaraví – Muro de los Lamentos a hacer Hitbodedut (plegaria personal). Me entusiasmé con la idea cuando me enteré de que el legendario Rabí Levi Itzjak Bender (1897-1989), que fue el guía espiritual de miles de Jasidim de Breslev, muchos de ellos jóvenes que no conocían sus raíces judías y que ahora se estaban acercando al judaísmo, solía ir caminando al Kotel para hacer Hitbodedut todos los días que vivió en Jerusalén. Es sabido que Rabí Bender no se perdió ni una noche de Tikún Jatzot (la plegaria que se recita a medianoche lamentándose por la Destrucción del Templo Sagrado) ni una hora de Hitbodedut en setenta y cinco años!

También es sabido dentro de los círculos Breslev que no existe ningún otro lugar en el que se sienta la presencia espiritual de Rabi Najman como en el Kotel, a excepción por supuesto de Uman.

Parado en el sitial más reverenciado del judaísmo -literalmente el lugar donde se unen el cielo y la tierra- recordé la promesa que Di-s le hizo al pueblo judío: “He aquí que Él (Di-s) está detrás de nuestro muro… Qué tiene de especial el Muro Occidental… Di-s le juró al Muro Occidental que jamás sería destruido” (Midrash Rabá, Shir HaShirim).

Además, en su visión del futuro Tercer Templo, el profeta Ezequiel vio que al final de nuestro actual exilio, al reconstruirse el Templo, la Gloria de HaShem llenará el nuevo Templo y Di-s nuevamente residirá en el Monte del Templo como lo hizo en el Templo construido por el Rey Salomón (Ezequiel 43:2-5). Ezequiel profetizó que el próximo Templo, que llegue muy pronto, en nuestros días, será un edificio eterno y un lugar de residencia permanente para el Di-s de Israel en el Monte del Templo, en Jerusalén.

En Bereshit Rabá, que es un antiguo texto judío, dice que el sitial del Monte del Templo es un lugar acerca del cual las naciones del mundo no pueden acosar al pueblo judío diciéndole: “Ustedes lo robaron”, ya que el sitial fue adquirido por el Rey David “a su precio total”.

Entonces ¿de qué manera debe responder Israel ante aquellos que niegan nuestro derecho al lugar que Di-s designó para nuestro Templo?
El Rav Arush nos da la respuesta: “Todo el mundo y ciertos líderes malvados están negando nuestro derecho a la zona en que se situaba nuestro sagrado Templo. Una vez más, no tenemos razones para enojarnos con ellos, porque apenas hagamos Teshuvá de verdad, todos ellos se desmoronarán como polvo. Pero hasta que no hagamos Teshuvá, esos malvados líderes deben saber que al privarle a Israel el derecho a lo que ellos llaman Jerusalén Oriental, en realidad están tratando de privar al Todopoderoso. Estimados hermanos y hermanas, eso no va a suceder y punto”.

Por desgracia no necesitamos volver muy atrás en la historia para ver la evidencia de la advertencia de nuestro querido Rabino: cuando el mundo fue testigo de la trágica caída de Japón apenas diez días después de que firmaron un convenio para vender armamento nuclear a Irán y negar públicamente el derecho de Israel a Jerusalén.

Desde que se inició la presión masiva para dividir a Jerusalén y separarnos de Judea y de Samaria, los rabinos han estado orando ante HaShem para que ni un solo judío pierda su hogar en ninguna parte de nuestra querida tierra. HaShem los ayudó a comprender que Jerusalén es el corazón de todo el pueblo judío. Si uno se separa de cualquier otro grupo, no sólo jasídico, lituano, nacionalista o sefaradí, sino también conservativo o reformista, entonces uno se está separando de una parte de Jerusalén.

¿Entonces debe sorprendernos que Jerusalén esté siendo amenazada con ser partida? Todo esto es producto de los enfrentamientos y del odio, por más justificado que este pueda parecer. Por eso, si te importa de Jerusalén y que Jerusalén continúe unida, ama a cada judío. No tienes que estar de acuerdo con su ideología ni con su estilo de vida, pero tienes el deber de amarlo como a ti mismo. Piensa en esto: la unidad del pueblo judío debería ser nuestro principal objetivo.

Ayer a la noche fui al Kotel a rezar Maariv y a hacer mi hora diaria de Hitbodedut y allí mismo HaShem me abrió los ojos: miré en derredor y vi todas las clases de judíos que les mencioné antes. Y entonces me di cuenta de lo cerca que estábamos, apenas varios metros del lugar en que HaShem creó el mundo; allí donde nuestro patriarca Abraham ató a Isaac; allí donde Jacob durmió y vio una escalera que conducía al Cielo; allí donde Rebeca oró; allí donde las tablas que recibió Moisés fueron enterradas; allí donde el Arca Sagrada que contiene las Tablas reposó durante la era del Primer Templo…. Me puse a llorar y HaShem me ayudó a hacer aquello para lo que había venido a aquí en primera instancia: Teshuvá.