El Pináculo de la Creación

¿Quién es tan ingenuo como para pensar que el ser humano es producto de células que se combinaron en forma aleatoria, formando un cuerpo humano perfecto?

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Rajeli Reckles

Posteado en 05.04.21

El cuerpo humano es una creación prodigiosa y milagrosa. Y es una clara evidencia de que Dios lo diseñó con infinita sabiduría, con una sabiduría que va millones de años luz más allá de la comprensión humana. Por desgracia, todavía hay gente que se niega a aceptar que existe un Dios que nos creó con una intención específica. En lugar de eso, ellos prefieren creer que los seres humanos somos meramente producto de células aleatorias que se chocaron las unas con las otras y de alguna manera, completamente al azar, se combinaron formando una forma humana perfecta. Una vez, y otra vez, y otra vez más. A mí me resulta muy difícil conectarme con esta clase de gente.

Les voy a contar algo: el milagro y el misterio del cuerpo humano fueron las dos cosas que me llevaron a estudiar medicina. Además de la increíble perfección y la brillantez que exhibe el cuerpo humano, lo que más me sorprendió fue una pregunta para la cual por ese entonces yo todavía no tenía respuesta: el cerebro le dice al cuerpo lo que tiene que hacer, pero ¿quién le dice al cerebro lo que tiene que hacer?

Empecemos con los pies. Los pies son una creación asombrosa. ¿Acaso alguna vez se pusieron a pensar cómo es que la piel de los pies, por más que pasen los años, nunca se desgasta? Fíjense por ejemplo lo que ocurre con el neumático de los automóviles: después de varios miles de kilómetros, la goma se desgasta y hay que reemplazarlo el neumático viejo con uno nuevo. ¿Qué ocurre con el ser humano? Incluso si la persona anduviera descalza toda su vida, la piel tendría un aspecto horrible, ¡pero jamás habría necesidad de cambiarla!

¿Se acuerdan de Gumby (o Gomosito), el muñequito de plastilina verde sin articulaciones? ¿Alguna vez trataron de caminar como él?

¡Prueben – no es nada fácil! Caminen sin doblar las rodillas ni los codos. Pero por favor se lo pido: practiquen esto en casa, no en un lugar público, para que no los lleven a un manicomio! Imagínense cómo sería la vida si no pudiéramos sentarnos ni correr ni saltar. ¿Y qué pasaría si no pudiésemos doblar los brazos? ¿Cómo haríamos para comer y para encargarnos de nuestro aseo, cuidado, etc? Y no sólo eso: ¿qué pasaría si sintiéramos dolor cada vez que moviéramos las articulaciones? Todos aquellos que sufren de artritis nos pueden decir lo doloroso y lo desagradable que es. Sin embargo, Dios nos creó con una especie de lubricación, por lo que la mayoría del tiempo ni siquiera nos damos cuenta de que están funcionando. Pero ¿qué pasaría si fuésemos como el Hombre de Lata, que siempre tenía que llevar encima la latita de aceite para lubricar las articulaciones?
 
Pasemos ahora al sistema digestivo… El estómago puede compararse a un lavarropas que revuelve el alimento y lo desintegra. A lo largo del tubo digestivo, el alimento va desintegrándose cada vez más y el cuerpo va extrayendo de ese alimento los nutrientes que necesita. Si se toman el tiempo necesario para estudiar el tema, van a ver que es un proceso verdaderamente milagroso. La mayoría del tiempo no sentimos el estómago y los intestinos funcionando. ¿Acaso alguna vez se pusieron a pensar qué enorme compasión eso implica? Acuérdense de aquella vez que sufrieron de una gastroenteritis, una diarrea o una intoxicación alimentaria: lo horrible que se sintieron… Imagínense lo que sucedería si tuviéramos que sentir el estómago trabajando las veinticuatro horas del día. ¡No sé si alguna vez volveríamos a llevar bocado a la boca!

Ahora concentrémonos en la enorme compasión de HaShem. El estómago cuenta con un revestimiento especial que lo protege de su propio ácido, que es increíblemente peligroso – el ácido clorhídrico. ¿Sabían que este ácido es tan pero tan fuerte que si colocaran solamente una gota sobre un pedazo de madera, le haría un agujero? ¡El ácido clorhídrico es capaz hasta de disolver una hoja de afeitar! Entonces ¿cómo es que el estómago no se disuelve a sí mismo? En la persona sana, el estómago produce bicarbonato, que es una solución básica  que sirve para neutralizar el ácido. Este delicado equilibrio es lo que evita las úlceras, la gastritis y el reflujo gástrico. Yo una vez tuve gastritis y les puedo asegurar que no es nada divertido…Para su información: si ustedes sufren de producción excesiva de ácido, prueben una dieta vegetariana. Porque cuantas más proteínas animales coman, más ácido necesitan para descomponerlas. Pero si no comen carne, entonces el estómago no va a producir tanto ácido.

Los pulmones son otro de los milagros de HaShem. ¡Imagínense qué pasaría si el acto de respirar fuera algo voluntario! Yo, por lo menos, me desmayaría cada cinco minutos, porque me olvidaría de que tengo que respirar. Respirar profundamente es otro de los regalos de HaShem: uno se siente tan bien y tan relajado después de inhalar y exhalar profundamente… Además, es una excelente manera de bajar la presión arterial y calmar los nervios. ¡Respiren, gente, respiren!

¿Se imaginan qué pasaría si el cuerpo no hubiera sido en forma perfectamente proporcional? Piénselo un minuto. ¿Qué pasaría si los pies fueran tan grandes que para poder caminar tuviéramos que apuntarlos hacia los costados? ¿Qué pasaría si los brazos fueran tan largos que tareas tan simples como escribir o cepillarnos los dientes resultaran prácticamente imposibles? ¿Alguna vez trataron de sostener el cepillo de dientes solamente con las puntas de los dedos? ¿Y qué pasaría si las manos fueran tan pequeñas que no pudiéramos sostener cosas? ¿Qué pasaría si los dedos estuvieran pegados entre sí, como ocurre con los pies del pato? ¿Dónde nos pondríamos el anillo de compromiso? Imagínense solamente lo que pasaría si la nariz fuera tres veces más grande o si los ojos fueran tan pero tan pequeños que apenas pudieras ver! Me hace acordar a esos espejos de circo tan cómicos que uno se ve todo distorsionado…

Y hablando de los ojos, todos sabemos que el ojo es una creación maravillosa. Piensa en una puesta de sol que viste o en panorama tan pero tan bello que parece de otro mundo. ¿Acaso Le diste las gracias a Dios por tus ojos últimamente? Hablando en forma objetiva, yo no creo que HaShem tenía la obligación de crearnos con órganos sensoriales tan asombrosos, porque si nos ponemos a pensar, ellos no son absolutamente esenciales para nuestra supervivencia. Entonces ¿para qué los tenemos? Para comer, no necesitamos tener papilas gustativas y probablemente nos podríamos arreglar lo más bien si viéramos todo de color gris. Por eso, yo pienso que todos estos increíbles mecanismos son un regalo de Dios, puramente para nuestro goce. Qué lástima sería si no pudiéramos saborear la irresistible torta de chocolate en Shabat o disfrutar del delicioso aroma de los rollos de canela hornéandose… (no puedo evitarlo: ¡a mí me encanta la comida!).

 En último lugar, pero por cierto no último en importancia, llegamos a la máxima gloria de la creación: el cerebro humano. Este misterioso órgano está a varios años luz más allá de la comprensión científica. Además de regular trillones de funciones corporales a cada segundo, el cerebro es la puerta de entrada al alma. En un solo instante, podemos viajar en el tiempo a través de varias generaciones o hacer un viaje imaginario por el espacio. Podemos estar en cualquier parte que deseemos, cada vez que nos plazca. ¿No es cierto que esto es absolutamente increíble?

¿Quién puede dudar de la existencia de un Creador después de contemplar las maravillas del cuerpo humano? Ni hasta el planeta o la nebulosa más grande son tan prodigiosos como el cuerpo humano. Ellos sin lugar a duda son muy complejos, pero les falta un aspecto de gran importancia: que no pueden ser socios de HaShem en la creación. Esto es lo que nos hace acreedores al título de “Pináculo de la Creación”. Y no me estoy refiriendo solamente a la reproducción, sino también a nuestro potencial físico. A través del poder de la imaginación, podemos hacer literalmente cualquier cosa. Podemos transformar mágicamente un pedazo de trigo en una pizza deliciosa y una roca en una lujosa mansión.

Les propongo que apartemos unos cuantos minutos cada día para apreciar las creaciones tan fantásticas y tan especiales que somos. ¿Y cómo podemos apreciar si no decimos “gracias”? Por eso, apartemos un ratito cada día para darle las gracias a Dios por habernos creado en forma tan milagrosamente perfecta. Y cuanto más Le demos las gracias, más conciencia tomaremos de lo que increíbles que somos.
 

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1. Maria Sánchez

4/04/2024

Gracias por tan maravilloso texto!
Gracias gracias gracias por tan bello recordatorio.
Bendiciones ❤️

2. miguel

3/05/2020

buena pagina lo único malo es que tiene mucho texto

3. Nancy

10/24/2019

Oh cuerpo, maravilla de HaShem, cuenta la gloria de Di s, absoluto y Perfecto

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