El Accidente

Así como Hashem es paciente con nosotros, nosotros también tenemos que ser pacientes con los demás. Busquemos lo bueno y hagamos caso omiso al resto...

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David Perlow

Posteado en 05.04.21

La ambulancia había llegado a la escena del accidente apenas instantes antes de que yo llegara, mientras iba caminando a mi casa después de las plegarias del Shabat a la mañana. Esa caminata nos da el tiempo necesario para reflexionar acerca de la vida y ver cuánto tenemos que darle las gracias a HaShem por todos los milagros que hace por nosotros. En este Shabat en particular, aprendí una gran lección.

Todo había comenzado la semana anterior, mientras yo volvía de una clase de Torá. Mi mujer me quería mostrar un nuevo programa, un show de reality israelí del que había oído hablar. Sin muchas ganas, acepté. En el show, se colocan en escena cámaras ocultas. Los actores interpretan roles de personas tristes o desesperadas. Por ejemplo, una mujer actuó de una ex-presa. En su celular, las cámaras ocultas registran cómo ella pide a los ruegos que el dueño del departamento que ella alquila la espere con el pago del alquiler. Entonces las cámaras ocultan registran la forma en que reacciona la gente que pasa por allí. La idea es ver quién ayuda y quién sigue de largo.

Mucha gente se ofreció a ayudarla, incluyendo un hombre que estaba dispuesto a pagar todo el mes de alquiler ahí mismo. Por desgracia, también había muchos que miraron lo que pasaba pero que enseguida siguieron de largo. La verdad es que era una programa muy interesante, pero a mí me daba lástima que en vez de eso no estuviera invirtiendo el tiempo estudiando Torá…

Otra vez a la escena del Shabat a la mañana cuando el vi la terrible escena posterior al accidente de auto, cerca de mi casa. Se había producido un choque en una intersección muy concurrida por la que pasan muchos judíos observantes cuando van a la sinagoga. Al ver el daño producido, de inmediato se despertó mi Mala Inclinación: “¿Ven? ¡Eso es lo que pasa cuando uno conduce en Shabat!”. Pero casi inmediatamente mi alma frenó con un chirrido. Ahora me estaba viendo a mí mismo dentro de ese mismo “programa”.

Las dos víctimas, que habían salido ilesas, estaban paradas sin moverse, frías, asustadas y conmocionadas. Muchas personas miraron la escena y continuaron rumbo a la sinagoga, para llegar a tiempo al servicio. Pero nadie se detuvo para darles una mano. En ese momento me di cuenta de que este era un mensaje de HaShem del que tenía una lección que aprender. Porque si no hubiera visto ese programa, yo también habría seguido de largo. Pero ahora, con los ojos bien abiertos, tuve la oportunidad de llevar a la práctica lo que había aprendido y ayudar a mi prójimo.

Una de las primeras lecciones del Likutey Moharán de Rabí Najman de Breslev es buscar la sabiduría, la chispa de HaShem en cada cosa que encontramos. En este momento, me di cuenta de que se trataba precisamente de eso. Un estúpido programa de Internet, que yo pensé que me estaba quitando tiempo de mi estudio de Torá, era ahora el responsable de que yo cumpliera con este gran precepto de ayudar al otro.

Enseguida fui corriendo a casa a traer dos tazas de café y las famosas galletitas que prepara mi mujer. Al bajar casi corriendo las escaleras, se me derramó un poco del café y me quemé las manos, pero el dolor se me pasó enseguida cuando vi los felices rostros de estas dos personas, que estaban felices de que alguien se hubiera acordado de ellos y les hubiera ofrecido ayuda. Los dos me dieron mucho las gracias. La mujer tenía el rostro lleno de lágrimas y estaba a punto de ser llevada al hospital para que le hicieran una radiografía. Gracias a Dios estaban los dos bien.

Es muy fácil juzgar a los demás, pero no es eso lo que vinimos a hacer en este mundo. Nuestros sabios nos enseñan que vinimos aquí a aprender emuná y a difundir emuná. El judaísmo no es un deporte competitivo. Nuestra tarea consiste solamente en trabajar sobre nosotros mismos. Ver lo bueno en los demás.

Tenemos que recordar que el amor que HaShem siente por nosotros es incondicional, y que así como Él es paciente con nosotros, nosotros también tenemos que ser pacientes los unos con los otros. De nosotros depende buscar lo bueno en los demás y en nosotros mismos.

Tenemos que librarnos de la errónea creencia de que HaShem ama a parte de Sus hijos más que a otros. Porque aun si nosotros cumplimos con la Torá, eso es solamente un acto de amor por Su parte, no es por nuestros propios logros.

Hoy en día, la nación de Israel nos necesita a todos a y a cada uno de nosotros, aquellos que cumplimos con Su Torá, para que hagamos el esfuerzo de acercar a los demás a la emuná. Si trataste de hacer hitbodedut y te resultó difícil, trata de pasar más tiempo rezando por los demás. Reza por el bienestar de Israel y del mundo entero, ¡y verás grandes milagros!

 

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