Somos gente madura?

La persona fue creada con dos inclinaciones inherentes – una que tiende al bien y otra que tiende al mal. La pregunta es: ¿a cuál de las dos le damos preferencia?

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

HaShem hizo varias diferenciaciones en la Creación: entre un agua y otra, entre la luz y la oscuridad, entre el mar y la tierra, y entre el bien y el mal. Siendo los socios de HaShem en la creación, se nos encomienda la tarea de diferenciar entre los factores que favorecen la emuná y los que resultan perjudiciales para la emuná, tal como nos manda la Torá: “Diferenciar entre lo sagrado y lo mundano y entre lo puro y lo impuro” (Levítico 10:10).

La persona fue creada con dos inclinaciones inherentes – una que tiende al bien y otra que tiende al mal, y que luchan permanentemente la una contra la otra. La pregunta es: ¿a cuál de las dos le damos preferencia? Para poder reforzar el bien, debemos analizar las fuerzas que tenemos activas dentro de nosotros mismos.

Cuando uno aprende cuál es la verdad y empieza a evaluarse a sí mismo, empieza a desarrollar la capacidad de discernir entre el bien y el mal. Él sabe que hay ciertos actos que producirán ciertos resultados: por ejemplo, si mira adonde no debe, va a sucumbir al mal; en otras palabras: va a contaminar su alma de la misma manera en que se contaminaría su cuerpo si nadara en un río contaminado. La persona que tiene un fuerte sentido de la diferenciación se mantiene alejada de las fuentes de contaminación espiritual. Pero la persona que no tiene un sentido de diferenciación entre el bien y el mal come en cualquier parte, mira lo que se le antoja, se junta con cualquiera y hace otras tantas cosas que le resultan perjudiciales, sin pensar en las consecuencias. Esa persona se complica en toda clase de enredos en la vida, sin comprender por qué, ya que no se entrenó a sí misma a diferenciar entre el bien y el mal.

Por eso, tenemos que aprender del Creador  – si Él separó el bien del mal, eso significa que nosotros tenemos que hacer lo mismo. Porque si no, la persona se pierde en este mundo. Es más: a medida que uno va progresando en la escalera espiritual, debe aprender a diferenciar entre lo que es bueno y lo que es mejor, entre lo que es santo y lo que es más santo.

El elemento de verdad le da a la persona el poder de discernir entre el bien y el mal. Tener madurez espiritual significa que uno es una persona lo suficientemente responsable y valiente como para enfrentar la verdad y actuar en conformidad, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. El niño pequeño, que carece de madurez espiritual, puede llegar a hacer todo tipo de cosas tontas e incluso peligrosas. Por ejemplo, se la puede pasar comiendo golosinas todo el día, porque no tiene conciencia de que le resulta dañino. Y si el padre trata de explicarle que el caramelo masticable es malo para los dientes, no va a querer escucharlo ¡Él quiere el caramelo! ¿Y por qué? Porque le falta madurez espiritual y no quiere saber la verdad.
 
Aquel que no se esfuerza en absoluto por discernir entre el bien y el mal es como un niño que tiene la boca llena de caramelos. Porque así como los caramelos le arruinan la boca al niño, de la misma manera, las malas acciones le carcomen el alma a la persona. Y eso equivale a una lenta muerte espiritual.  La persona que va en caída de repente va a encontrarse en un abismo de emociones negativas. Eso fue lo que le sucedió a Adán después de que cometió el pecado, cuando HaShem lo llamó: “¿Dónde estás?”. HaShem obviamente sabía dónde estaba Adán. Pero le preguntó dónde estaba para que el propio Adán se diera cuenta de lo bajo que había caído.

Cuanto más honesta sea la persona consigo misma, más grande será su poder para discernir entre el bien y el mal. Uno siempre debe enfrentar la verdad. Si se considera un gran tzadik, un gran santo, entonces no sólo que se está engañando a sí mismo sino que en su engreimiento no va a  pedirle ayuda a HaShem. La persona que es sincera consigo misma se torna a HaShem con mayor facilidad. Por ejemplo, supongamos que se le antoja comer comida chatarra. Esa persona se dirige a HaShem y Le dice: “HaShem, tengo ganas de comer comida chatarra, pero sé que es perjudicial para mi salud. Por favor Te pido que me ayudes a superar este deseo. Es tan fuerte que no lo puedo superar yo solo…”.

Cuando enfrentamos la verdad y evitamos vendernos fantasías a nosotros mismos, HaShem siempre acude en nuestra ayuda.

A través de la madurez espiritual y la plegaria, uno puede superar todos los deseos y todos los malos hábitos, ya sea fumar, comer en exceso o cualquier otra cosa. Lo principal es que uno sea sincero consigo mismo.

¡Que HaShem los ayude a todos y tengan éxito!

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1. Anónimo

12/03/2017

Excelente enseñanza. Maduremos espiritualmente y así alcanzaremos un nivel espiritual superior.

2. Xilena Avendaño

6/05/2017

excelente

Excelente mensaje. Que todos podamos discernir siempre con madurez espiritual. Y que la madurez espiritual nos la regale Hashem.

3. Xilena Avendaño

6/05/2017

Excelente mensaje. Que todos podamos discernir siempre con madurez espiritual. Y que la madurez espiritual nos la regale Hashem.

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