Gracias, Aba!

Decir que una situación es “mala” constituye un trágico error espiritual que surge del hecho de que uno se olvida de cuánto nos ama nuestro Padre…

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Rivka Levi

Posteado en 05.04.21

En hebreo, “aba” significa “padre”. Es una palabra que conviene tener presente.

En la sección de esta semana, la Torá nos cuenta la historia de los espías, la forma negativa en que percibían la realidad y su forma desfavorable de juzgar. Permítanme compartir con ustedes una historia de cómo yo cometí la misma equivocación que ellos.

El verano pasado, mientras llevaba en el auto a una señora mayor a su casa, chocamos. Gracias a Dios, nadie se lastimó, pero igualmente llegó una ambulancia de inmediato y después de diez minutos, el enfermero la convenció a mi pasajera de que fuera al hospital a hacerse un chequeo “por si acaso…”.

Apenas ella pisó la ambulancia, todo el episodio pasó a otro nivel, porque ahora había una “víctima” oficial. Y yo, en mi calidad de la parte responsable, iba a tener que presentarme a la corte.

Allí, muy probablemente me iban a dar una multa o me iban a quitar el registro de conducir por unos cuantos meses o incluso me iban a mandar a la cárcel, Dios nos libre y guarde!

Yo conozco los tres principios de Emuná que enumera el Rabino Arush (que Dios hace todo, que todo es para bien y que Él está tratando de enviarme un mensaje) y verdaderamente trato de vivir guiándome por ellos. Pero cuando me pasó esto del accidente que les conté, la verdad que me costó mucho ver a Dios detrás de todo esto.

Enseguida empecé a echarme la culpa de lo que había sucedido. Después dejé de hacer eso y empecé a echarle la culpa a HaShem. ¡Porque yo le estaba haciendo un favor a esa señora! ¿Por qué entonces Él hizo que chocara? ¿Por qué yo ahora tenía que ir a la corte y recibir una multa, cuando ya de por sí me estaba yendo bastante mal económicamente?

Cada vez que me venía a la cabeza el tema del accidente, sentía que me invadía la amargura y la autocompasión. ¡Pobre de mí! ¡Qué injusticia! ¡Yo siempre tengo que ser la víctima!

Entonces, hace un par de meses, recibí una carta que decía que aparentemente mi pasajera me estaba entablando demanda por daños y perjuicios. No podía creerlo. Me puse furiosa. Estaba que ardía! Pero en realidad, estaba pensando como una hereje, que se había olvidado por completo de que HaShem es el que dirige el mundo.

Un mes más tarde, empecé a sentirme muy mal y por esa misma época me pidieron que diera una clase sobre el tema del “perdón” para las mujeres de mi comunidad. Y también me vino a visitar, en forma inesperada, el representante de la organización que meestaba demandando, en representación de la anciana. Este representante me dio la dirección de la mujer y me propuso que hablara yo directamente con ella, para que pudiéramos resolver el problema.

¿Acaso existía una conexión entre todas estas cosas?

Un día tomé un libro del Rabino Arush para buscar algo de guía y lo abrí en una página donde decía en forma bien clara: “Si no ves a HaShem detrás de tu sufrimiento y no das las gracias por ello, vas a acabar teniendo sufrimientos muchísimo más grandes”.

Eso era precisamente lo que me estaba pasando. En vez de darle las gracias a HaShem por el choque, todavía me estaba quejando y refunfuñando. Debido a que no acepté la justicia de lo que me había pasado y en especial de haber tenido que presentarme a la corte, ahora HaShem me había presentado otro juicio más, el de la propia mujer. Y como no acepté tampoco la justicia de esto, empecé a enfermarme. Y mucho.

Entonces toda mi actitud cambió. Y me di cuenta de que tenía que dejar de sentirme como una víctima y de escaparme de todo, y que tenía que enfrentar la situación en la que Dios me había colocado, para mi propio bien.

Lo que fuera que mi pasajera quisiera que le pagara, eso provenía de Dios y yo lo iba a pagar.

Traté de llamarla por teléfono pero no encontré un número que funcionara. Traté escribiéndole una carta pero no obtuve respuesta. Entonces decidí ir a visitarla a su casa.

Sorpresa número 1: literalmente choqué justo afuera de su casa, lo cual me demostró que todo esto estaba organizado desde Arriba.

Sorpresa número 2: en realidad, ella no me estaba entablando demanda, sino que solamente quería que le reembolsara el costo de la ambulancia (era obvio que no estaba en muy buena situación económica…).

Sorpresa número 3: no le debía ni un centavo. Justamente la semana anterior, cuando me dejé de quejar y finalmente empecé a dar las gracias por el accidente, el proveedor de atención médica finalmente había pagado.

Las dos nos abrazamos, nos bendijimos la una a la otra y yo llegué a casa sintiéndome muy avergonzada. Había juzgado mal a esa pobre mujer, que en realidad era una persona muy buena. Y también había juzgado mal a HaShem, pensando que Él me “estaba buscando” cuando en realidad quería enseñarme una lección muy importante. Te pido perdón, HaShem, ayúdame a recordar siempre qué Padre tan cariñoso eres!
 

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1. Reina Torree

6/05/2021

Shalom, Toda Raba

2. Rosio

10/16/2017

Gracias 😊 x el gran mensaje

3. Javier Solis

2/22/2016

Gracias

Gracias por compartirnos esta maravillosa experiencia, que nos enseña a sobrellevar mejor las cosas, muchos hemos estado en situaciones similares y es cierto juzgamos mas a las personas, pero todo tiene una razón y sin duda todo es para bien, bendito sea Hashem por ser tan misericordioso con nosotros. Shalom a todos.

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