El Zumbido de las Abejas

¿Acaso Moisés lo sabía todo? Entonces ¿por qué no inventó la tecnología inalámbrica? ¿Por qué los Hijos de Israel no pudieron disfrutar de los iPhones?

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

“¿Acaso Moisés lo sabía todo?”, me preguntó un alumno agnóstico pero muy curioso.

 

“Por supuesto que sí”, le respondí. “Moisés estudió cuarenta días consecutivos, las veinticuatro horas del día, en la cima del Monte Sinaí. Además pasó siete días enteros junto al Todopoderoso cuando encontró el Arbusto Ardiente en el desierto mientras apacentaba las ovejas de su suegro. En total, Moisés pasó 127 días en estudio intensivo, y durante todo ese tiempo Hashem le mostró todos los conocimientos que la humanidad aún está por aprender, saber e innovar”.

 

“Si lo que usted dice es cierto, entonces ¿por qué Moisés no inventó la tecnología inalámbrica? ¿Por qué los Hijos de Israel no pudieron disfrutar de los iPhones y los hornos microondas?”.

 

“Excelente pregunta”, respondí. “En realidad él podía hacerlo, pero no quería. Moisés no desperdició el tiempo en cuestiones ‘tecnológicas’ que son intrínsecamente un conocimiento de bajo nivel. Por ejemplo, los niños de hoy en día son expertos informáticos, y operan todo tipo de artefactos que los profesores de antaño no sabían ni siquiera para qué servían. ¿Acaso eso significa que un niño de nueve años experto en Play-Station es más inteligente que un Maimónides? ¡Por supuesto que no! Los niños de nueve años de nuestra generación son muy buenos técnicos, pero eso no quiere decir que tengan capacidad en el área social, comunicativa o intelectual. Moisés era consciente de que apenas si tenía conocimientos superficiales de la sabiduría Divina, y es por eso que dedicó todo su tiempo y todo su esfuerzo a tratar de aprender más de la sabiduría secreta de Hashem, que es algo reservado únicamente a aquellos que Le temen”.

 

“¿Y usted no cree que eso es descuidar el mundo? Moisés podría haber hecho mucho más por facilitar la vida en este mundo…”, insistió el alumno.

 

Le dije que Moisés quería preservar el bello mundo que Hashem en Su compasión nos dio y no destruirlo. “Me preguntaste por qué Moisés no inventó la tecnología inalámbrica. ¿Qué te parece si les preguntamos a las abejas?”.

 

Es sabido que el mundo de las abejas está sufriendo. La producción de miel está en marcado descenso y la miel natural se está volviendo cada vez más cara e inaccesible. La menguante población apícola ejerce un desastroso efecto en la agricultura, ya que las abejas son un componente vital del sistema agrícola y ecológico. No sólo producen miel sino, que más importante aún, juegan un rol fundamental en la polinización de los cultivos y los árboles frutales.

 

Recientemente un grupo de científicos trataron por todos los medios de descubrir el culpable de la destrucción de la población apícola. Y cada vez más el dedo acusador señala la tecnología inalámbrica. Investigadores suizos han demostrado que la señal de los teléfonos celulares no sólo confunde a las abejas sino que hasta puede producir su muerte. En lugares como los EEUU, en que prácticamente la mayoría de la población tiene celulares, las abejas han sufrido más que en otros países.

 

El científico Daniel Favre descubrió que las abejas reaccionan de modo ostensible a teléfonos celulares que estaban en modo de marcación. Las abejas percibieron las señales cuando sonaron los teléfonos, emitiendo fuertes zumbidos durante las llamadas. Para las abejas, las llamadas desencadenaron una reacción instintiva de peligro, de salir de la colmena, pero la frecuencia las confundió. Como resultado, se pusieron a volar en forma errática. El estudio de Favre también demostró que el zumbido de las abejas aumentó diez veces cuando un celular suena o hace una llamada. En términos humanos, esto sería equivalente a que cada uno de nosotros se pusiera a gritar y chillar como si tuviéramos los nervios bajo ataque cada vez que alguien usa un celular cerca de nosotros. De forma alarmante, las poblaciones de abejas en los EEUU y el Reino Unido han disminuido en un cincuenta  por ciento en las décadas recientes, coincidiendo con el uso masivo de los teléfonos celulares y demás artefactos inalámbricos.

 

Eclesiastés llamó a este mundo “vanidad de vanidades”. Al principio, esto causó un gran revuelo. ¿Cómo es posible que el Rey Salomón, autor de Eclesiastés, diga algo semejante, cuando la Torá misma dice en la Parashat Bereshit que el mundo es “muy bueno”? Nuestros Sabios salvan esta aparente contradicción enseñándonos que mientras que la Torá hablaba de la creación de Hashem, Eclesiastés se está refiriendo a lo que hizo el hombre con tan exquisita creación. Hashem creó un mundo maravilloso, pero la humanidad lo ha destruido en un montón de formas y muchas veces a través de la tecnología moderna.

 

Moisés no quería alterar el delicado equilibrio de la naturaleza y por eso no desarrolló la tecnología inalámbrica.

 

Moisés conocía el valor de la Torá y la sabiduría Divina y era consciente de que no existía nada más grande. Por eso dedicó cada momento disponible a estudiar más Torá y a obtener más sabiduría Divina. Y si nosotros hiciéramos lo mismo, nos estaríamos haciendo un enorme favor!

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