Almas recicladas – Parashat Shelaj Lejá

La Torá es como el mar: la superficie es bellísima pero cuanto más uno ahonda, más espectacular se vuelve.

3 Tiempo de lectura

Rabino Lazer Brody

Posteado en 05.04.21

“Son todos líderes de los israelitas…” (Números 13:3)

 

 

La Torá es como el Mar Rojo – incluso cuando uno solamente ve su superficie, es bellísima, pero cuanto más uno ahonda, más espectacular se vuelve y más maravillas uno percibe.

 

¿Quién hubiera pensado que los diez espías, Joshúa y Caleb estaban dando vueltas con las almas de los doce hijos de Jacob? Rabí Jaim Vital, el principal discípulo del Santo Arizal, padre de la Kabalá, explica que la Torá se refiere en forma deliberada a los como “líderes de los israelitas” y no “líderes de la Nación de Israel”. ¿Por qué? Porque en realidad ellos eran los hijos de Israel, o sea los hijos de Jacob, alias Israel. ¿Cómo, se preguntan? Las almas de los doce hijos de Jacob se habían intercalado en los cuerpos de los diez espías, Joshúa y Caleb.

 

A menudo la gente pregunta si los judíos creen en la reencarnación; por supuesto que sí, pues esto es parte integrante de la fe judía. Sin embargo, tal como explica Rabí Jaim Vital, existe más de una manera en la que un cuerpo se transforma en portador de un alma. En términos más simples – hay dos formas de que esto suceda – una es la reencarnación y otra es la intercalación, tal como pasamos a explicar:

 

El alma reencarnada (en hebreo: guilgul) es una alma que ya estuvo antes en la tierra y ahora ha retornado en un recién nacido para rectificar alguna falta del pasado o bien para llevar a cabo una misión específica en la tierra, o ambas cosas.

 

El alma intercalada (en hebreo: ibur) es un alma que se apega al cuerpo de una persona ya viva a fin de ayudar a esa persona a cumplir un cierto precepto o tarea, en especial en el ámbito del estudio de la Torá o la proximidad a Hashem, o a fin de obtener una “fina rectificación” para sí misma, rectificando algo que constituiría una falta en el nivel tan exaltado de esa alma en particular.

 

La diferencia entre lo primero y lo segundo es que el alma reencarnada permanece junto a la persona durante toda su vida. El alma intercalada, que por lo general es el alma de un tzadik (justo, hombre piadoso), abandona a la persona que cometió una grave transgresión, pues esta clase de alma aborrece en forma especial el pecado.

 

Cada jefe de las Doce Tribus estaba intercalado con el alma de no de los doce hijos de Jacob, el patriarca de esa tribu respectiva. Por ejemplo, Caleb, que provenía de la Tribu de Judá, estaba intercalado con el alma de Judá. Dado que Judá y Efraim eran tzadikim, separándose de los otros diez espías que habían pecado al desalentar a los israelitas para que no entraran a la Tierra Prometida, las almas de Judá y Efraim permanecieron junto a ellos. Al pecar, las almas de los otros diez se separaron de las de los hijos de Jacob, tal como explica Rabí Jaim Vital.

 

Si bien los doce hijos de Jacob abandonaron la Tierra de Israel y descendieron a Egipto por una razón legítima, para procurar el sustento y darles de comer a sus familias, pues en la Tierra de Israel había una gran hambruna, si tenemos en cuenta el exaltado nivel espiritual que tenían, eso era una falta. Y dado que descendieron a Egipto con fines materiales, necesitan la rectificación de subir a la Tierra de Israel con fines espirituales. Por lo tanto, los doce espías correspondían a los doce hijos de Jacob, ellos deberían haber descubierto los méritos espirituales de la Tierra de Israel, o sea, que es una Tierra de Emuná, es la morada de la Presencia Divina y es mucho más propicia para adquirir la sabiduría de la Torá y para el cumplimiento de sus preceptos. Si hubieran hecho esto, los doce espías habrían traído al Pueblo de Israel a la Tierra de Israel y el Templo Sagrado se habría construido de inmediato.

 

Por desgracia, diez de los doce espías cometió un grave error. Ellos contemplaron a la Tierra de Israel con ojos materiales en vez de con ojos espirituales. Y por eso fracasaron y no pudieron rectificar las almas que estaban intercaladas con ellos, y en especial después de que cometieron la tremenda falta de hablar mal de la Tierra de Israel.

 

Dice el Rey Salomón que no hay nada nuevo bajo el sol. Hasta el día de hoy, los judíos del mundo entero, e incluso dentro de las fronteras de Israel, contemplan a la Tierra de Israel con ojos materiales. Lo único que ven son los problemas, los enemigos hostiles, la falta de amabilidad de acuerdo con la etiqueta occidental, las limitadas oportunidades laborales y el bajo estándar de vida. No ven la emuná, que es la que trae toda la abundancia material y espiritual. Tampoco logran percibir la mayor cercanía a Hashem.

 

La aliá (ascenso a la Tierra de Israel) no sólo es un precepto sino que también es forma integrante de la rectificación del alma judía. Israel está esperando que todos sus hijos vuelvan a casa.

Escribe tu opinión!

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario