La lucha por el poder – Parashat Koraj

¿Acaso existe alguna lucha más descarnada que la lucha por el poder?

Koraj era un maestro demagogo. Hizo todo lo que pudo para que el pueblo odiara a Moisés y se le opusiera. Moisés, el verdadero tzadik. ¿Y qué dijo? Que Moisés había usurpado el poder para sí mismo y para su hermano Aarón, para su propio beneficio. ¿Acaso semejante acusación puede someterse a la prueba de verdad más superficial siquiera? De ningún modo. A diferencia de Koraj, que iba de una tienda a otra haciendo propaganda en contra de Moisés, y reclamando el poder para sí mismo, vemos en la parashat Shemot que Moisés pasó una semana entera en el Monte Sinaí tratando de convencer a Hashem de que él (Moisés) no debía ser el líder del Pueblo Judío. Koraj se lanzaba a luchas por el poder. Moisés, no.

Hashem no soporta las luchas por el poder. Él ama tanto la paz que incluso la palabra “paz” en hebreo (Shalom) es uno de Sus Nombres. Es por ese motivo que no se puede decir la palabra Shalom cuando uno está en la mikve (baño ritual) o en cualquier lugar donde haya gente desnuda. Pero ¿qué tiene tan de especial la paz?

Explica Rabí Najman que cuando dos personas están en paz la una con la otra, están dispuestas a compartir la una con la otra y aprender la una de la otra. Dado que se aman y no compiten, se sienten felices de ver que la otra crece espiritualmente y como persona, y por lo tanto se va a acercando a Hashem. Y dado que acercarnos a Hashem es nuestro objetivo en la vida, o sea, el propósito mismo para el que fuimos creados, entonces no podemos cumplir con nuestra misión en este planeta si no tenemos paz, porque cada uno de nosotros tiene el solemne deber no sólo de acercarse a Hashem sino de ayudar también a los demás a que se acerquen a Hashem. Mi querido guía espiritual y maestro, el Rabino Shalom Arush, dice que la única razón por la cual Hashem está postergando la llegada del Mashíaj es para posibilitar que acerquemos a más y más personas a la emuná, a la fe en Hashem. Porque en toda la historia del pueblo judío nadie logró acercar a alguien a Hashem tirándole piedras… (como hacen algunos bárbaros).

El verdadero poder consiste en estar unidos, porque al estar unidos podemos difundir mucho más fácilmente la espiritualidad y la emuná. ¿Quién no quiere disfrutar de una fantástica comida de Shabat o de una siesta el sábado a la tarde? ¿Quién no sueña con el verdadero amor comprometido de un matrimonio basado en la Torá? ¿Quién no anhela poder desahogarse libremente ante el Padre cariñoso que nos escucha todo el tiempo y nos ama incondicionalmente? Millones de personas andan dando vueltas totalmente marginadas de su legado cultural y de sus derechos más básicos. La verdadera difusión consiste en intentar devolverle a la gente lo que le pertenece por derecho, no en forzarlos a hacer nada que no quieran. La difusión requiere dos componentes esenciales: el amor y la paz, sin los cuales la difusión se convierte en una lucha por el poder, en una batalla por hacer que los demás entren bajo su esfera de influencia. Por lo tanto, la diferencia entre Moisés y Koraj es exactamente la misma diferencia entre la difusión de la auténtica emuná y la lucha por el poder y la influencia. Mientras que la primera es únicamente por amor al Cielo, la segunda es producto del interés personal, algo así como un salame de puerco envuelto en papel de envoltura kasher.

A diferencia de nuestros genuinos líderes espirituales, cuyo único interés es acercar a nuestro pueblo a Hashem, los buscadores de poder solamente buscan difundir el disenso y la controversia. Hashem aborrece eso. Y al igual que en el caso de Moisés, el verdadero tzadik no soporta los puestos rabínicos y los regalos materiales, y si ocupa un puesto de influencia, al verdadero tzadik le importa una sola cosa: acercar a la gente a Hashem. Esa es su más grande alegría y la única recompensa que busca.

Ojalá todos sigamos el sendero de la paz y el amor y que nuestros esfuerzos de difusión de la emuná traigan unión y confraternidad en nuestro pueblo y en todo el mundo. Amén!