Jugando a las escondidas

El inconveniente le demuestra cuánto necesita en realidad a Hashem a cada instante del día. Por lo tanto, el inconveniente es algo intrínsecamente bueno

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 04.04.21

Lo peor que puede hacer una persona es pecar y después tratar de esconderse de Hashem. Esa persona rápidamente se vuelve espiritualmente ciega, como si una pesada cortina de hierro le estuviera cubriendo los ojos. A esta altura existen distintas alternativas: o bien niega haber hecho lo que hizo, o bien racionaliza y justifica lo que hizo o bien se niega a reconciliarse con el hecho de que ha caído en falta y entonces empieza a perseguirse a sí mismo por lo que hizo.

 

No importa qué pecado haya uno cometido, no es nada comparado con los pecados en que incurre al tratar de ocultarse de Hashem y negarse a hacer teshuvá (arrepentirse). Y todavía peor es la caída en emuná del pecador. ¿Por qué decimos que el pecado en sí mismo no es nada comparado con el pecado de ocultarse de Hashem? No es sorpresa que el ser humano peque, puesto que es un ser vulnerable que tiende a sucumbir a la tentación. La Torá entiende esto y ofrece formas de enmendar y expiar la falta, tal como vemos en varios versículos: “Cuando la persona pecare en forma involuntaria….” (Levítico 4:2). No dice “si la persona pecare”, sino “cuando la persona pecare”, porque la Torá sabe que todos caemos en el pecado de vez en cuando.

 

El Rey David se lamenta (Salmos 51:7): “He aquí que en iniquidad he sido formado y en pecado mi madre me concibió”. Rashi explica que el Rey David se lamenta del impulso que tiene el hombre hacia el pecado, el cual ya surge desde el momento de la concepción. Hay otros comentaristas que afirman que el Rey David se está refiriendo aquí a Eva, su madre ancestral, que solamente dio a luz después de haber pecado al comer del fruto prohibido. Como tal, nosotros –su descendencia– todos surgimos del mismo pecado. Por eso podemos comprender con facilidad la existencia del pecado y la vulnerabilidad del ser humano frente al pecado. Pero la negación posterior del pecado y el autoengaño son mucho peores que el pecado en sí mismo tal como ya hemos afirmado.

 

Todo el propósito del descenso del alma a este mundo físico es que conozca al Creador, tal como enfatiza Rabí Najman (LIkutey Moharán I:37): “El principal propósito del individuo es servir a Hashem y andar en Sus caminos, a fin de llegar a conocerlo bendito sea Su Nombre, por cuanto este es el propósito ulterior de su vida y es la Voluntad del Eterno: que Lo conozcamos. Uno no debe tener otra intención en el servicio de Hashem excepto hacer Su voluntad”.

 

Cuando la persona vive con la conciencia de que no es nada sin Hashem, y se da cuenta de lo que enseñan nuestros Sabios (Tratado Sucá 52ª), respecto a que la mala inclinación de la persona trata de destruirla a diario y que de no ser por la ayuda de Hashem, uno no podría superarla, entonces cuando uno peca, eso significa que Hashem no lo ayudó. Y según los principios de la emuná, si Hashem no lo ayudó, eso también es para el bien de la propia persona, porque todo lo que hace Hashem es bueno. La pregunta es por qué Hashem no lo ayudó?

 

Hashem quiere que la persona sea perfectamente consciente de su propia vulnerabilidad. Los ocasionales inconvenientes sirven para que la persona entienda esto dentro de su corazón. El inconveniente le demuestra cuánto necesita en realidad a Hashem a cada instante del día. Por lo tanto, el inconveniente es algo intrínsecamente bueno, porque lo acerca a la emuná y por lo tanto a una conexión más fuerte con Hashem. Después de un inconveniente, el individuo sabio se dará cuenta de lo cuidadoso que deberá ser en el futuro.

 

En el mundo material, vemos que la soldadura de un hierro que estaba roto es mucho más fuerte que el hierro en su estado original. En términos espirituales, se aplica el mismo concepto. Rabi Natan enseña que cuando la persona peca y luego hace teshuvá, alcanza un nivel espiritual más alto que antes de pecar. ¿Cómo es posible? Con los principios que acabamos de aprender, vemos que la teshuvá es el resultado de una concientización de que uno no es nada sin Hashem. Y recién se da cuenta de esto después de que ha pecado. Por lo tanto, uno es más fuerte después de haber pecado y haber hecho teshuvá, que antes. Así que, como ven todo finalmente es para bien!

 

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