Qué es la santidad?

La actitud es de primordial importancia. No es solamente qué es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos.

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Lori Steiner

Posteado en 17.03.21

La persona santa es aquella que les da prioridad a los sentimientos de los demás. Esta clase de consideración también se aplica a Hashem: ponemos Sus deseos por encima de los nuestros. La persona santa es antes que nada aquella que es paciente cuando necesita algo y modesta cuando lo tiene todo.

 

La actitud es de primordial importancia. No es solamente qué es lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. Estar satisfecho con lo que nos tocó en la vida es la señal distintiva de esta clase de persona. Aspirar siempre a lo máximo. Interesarnos por el bienestar de los demás. Respetar a los demás. Hacerlos sentir bienvenidos. Ser considerados con los conversos. No echamos la culpa ni criticamos ni nos quejamos. Tratamos a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros. No nos vengamos de aquellos cuyo trato hacia nosotros deja bastante que desear.

 

La persona santa sabe que el juicio está en manos de Hashem solamente. Se queda callada cuando alguien la ataca verbalmente, porque cualquier comentario negativo proviene por lo general de un l ugar emocional en vez de un lugar introspectivo. Uno entiende que hay chispas divinas por todos lados y por eso trata a todos bien incluyendo el reino vegetal, animal, humano e incluso los objetos inanimados, cuidándose de reducir las emociones negativas.

 

La persona santa eleva cada acto mundano a fin de infundirle espiritualidad, incluyendo el dormir, el comer, el hablar, el vestirse, y el uso del baño. La santidad – kedushá- forma parte de su esencia cuando lo que uno sabe intelectualmente  se manifiesta en su comportamiento, en sus actos. Por eso, cuando uno sabe que tiene que darle las gracias al vendedor y lo hace, está trayendo chispas de gratitud al mundo. Si uno sabe que debe ser agradecido pero no actúa según ese entendimiento, sí tiene buenas intenciones pero esas intenciones no sirven para salvar el mundo.

 

Debemos revitalizar nuestras intenciones con deseo. Cuando tenemos un deseo, una pasión por hacer lo que es correcto, actuamos basándonos en lo que sabemos y nos volvemos socios del acto de traer santidad al universo. Nos salimos de nuestra zona de confort y luchamos por alcanzar nuestra propia redención personal. Esto nos lleva a la rectificación del ser humano y del mundo exterior.

 

No podemos reconocer a una persona santa por su aspecto físico de la misma manera que no podemos juzgar a un libro por su portada. Las apariencias engañan. Se nos pide que ahondemos un poco más, que veamos la belleza en lo oculto. Para muchos de nosotros, la palabra “crecimiento” se refiere solamente al tamaño del auto, de la casa, de la cuenta bancaria, del estatus profesional, de las vacaciones…

 

Estas son cosas visibles a los ojos, pero todos vamos a estar de acuerdo en que el tamaño de todas ellas no se corresponde con un aumento de santidad. Por eso ahora tenemos que buscar aquello que no podemos ver sino que podemos sentir con el corazón y con el alma. Estas cosas también pueden crecer y, tal como ocurre con lo material, tenemos que trabajar sobre ellas. Y ellas son muchísimo más significativas para definir el propósito de la vida.  Estas cualidades internas son entre otras la gratitud, la compasión, la amabilidad, la lealtad, la abnegación, la generosidad, la paciencia, la consideración, el recato, la cooperación y el auto-control. El auto-control incluye la capacidad de equilibrar los opuestos, como por ejemplo jesed (benevolencia) con gevurá (disciplina o restricción). Demasiado de algo bueno no es bueno. La persona santa busca esta clase de armonía. El efecto de poner en práctica un estilo de vida basado en la Torá es algo eterno: estudiémosla, internalicémosla, pongámosla en acción, y capturemos las bendiciones que Dios prometió a todos aquellos que elijan unirse a Él.

 

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1. Ginna

2/10/2018

Un artículo muy especial, con bellas y sabias palabras q llegan al corazón!

2. Ginna

2/10/2018

3. Enid Quetell

12/12/2016

EQUILIBRIO

Considero que todos tenemos la capasidad de santificarnos, o por lo menos, el que tiene el deseo, lo intenta, trabaja para ello, ya se hace especial a los ojos de Hashem…y Él mismo, le va a indicar a su medida, cual es el próximo paso a seguir. Yo trabajo día y noche para perfeccionarme, santificarme…no para el mundo, solo para Hashem!!…entonces Él me utilizará a Su voluntad para contribuir a la redención del mundo.Soy apenas una niña en este hermoso camino, pero ya estoy en el camino 🙂

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