Una verdadera historia de amor

No siempre tenemos lo que deseamos desde el primer momento. A veces, las cosas más esperadas vienen tras mucho esfuerzo y trabajo personal...

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Tali Mandel

Posteado en 17.03.21

No siempre tenemos lo que deseamos desde el primer momento. A veces, las cosas más esperadas vienen tras mucho esfuerzo y trabajo personal. Un ejemplo a seguir que ilustra esta realidad tan clara es la vida de nuestra matriarca Rajel.

 

La vida de Rajel Imenu nos hace entender que no tiene sentido hacer planes ya que HaShem lo dirige todo. Ella conoció a nuestro patriarca Yaacov y, tras la aceptación de su padre, Labán, de que tuviera lugar el compromiso, todo indicaba que se casarían pronto para pasar juntos el resto de sus vidas. Sin embargo, Labán engañó a Yaacov para que éste se casara con Leah y así trabajar otros años más para él con el fin de casarse con su amada Rajel. En todo este tiempo, imagínense la paciencia que debió tener Rajel hasta que por fin se casó con su amado Yaacov. Además, y como si esto fuera poco, tuvo que superar la envidia hacia su propia hermana que se casó con el hombre al que amaba.

 

Muchas pruebas le fueron puestas en el camino y las superó todas con éxito. No solamente superó el hecho de que sería su hermana la que, con engaños, se casaría con su prometido sino que además le enseñó cómo hacer para que Yaacov no se diera cuenta del engaño. Rajel no quería que éste comprendiera que no se estaba casando con la mujer que había elegido y rechazara a Leah causándole una gran vergüenza delante de toda su familia. Deténganse tan solo un momento a pensar qué prueba tan tremenda.

 

Hoy en día nos cuesta mucho trabajo ponernos en su lugar. Con nuestras exigencias y nuestros “tengo derecho a todo” y el consabido “yo me lo merezco”, esta actitud es prácticamente imposible de encontrar en la sociedad de nuestros días. Por eso debemos admirar la abnegación y la aceptación del Decreto Divino sobre la vida de Rajel que ella, estoicamente, aceptó sin rechistar y sin lloriquear. Es más, una vez que se hubo casado con su amado esposo, aún tuvo que esperar varios años hasta quedarse embarazada y tener a Yosef HaTzadik. En el día de Rosh HaShaná, que es el día de la recordación, Rajel supo que estaba embarazada después de tantos años siendo estéril. Mientras tanto, su hermana no paraba de darle hijos a Yaacov, que se convertirían en líderes de las tribus de Israel. Durante este tiempo y al darse cuenta de que su hermana le daba más hijos a Yaacov, ¡le dio a su criada para que tuviera hijos con ella! Llegados a este punto ya nos parece totalmente increíble su dedicación absoluta y lo claro que tenía el objetivo de darle hijos a su esposo hasta el punto de cederle a su criada.

 

Esto nos parece increíble hoy en día, no lo haríamos jamás: ¡lo que es mío, es mío! Ciertamente, debido a que no tenemos el nivel espiritual de las personas que habitaban la tierra en aquel entonces, está prohibida la poligamia. Si ya existen dificultades para mantener el Shalom bait (paz en el hogar) cuando hay una sola esposa, no me puedo ni imaginar lo que sucedería cuando además hubiera que sumarle la rivalidad natural de más de una mujer compitiendo por un hombre, por conseguir sus favores y su atención. En aquel tiempo, la mentalidad era diferente. Ellas querían a su esposo por encima de sus intereses y querían darle una descendencia innumerable. Su principal objetivo era la creación de las tribus de Israel y por ello competían. No por recibir más atención ni por sentirse más que otra persona, sino por tener el honor de perpetuar la estirpe de Yaacov.

 

Rajel murió en el parto de su segundo hijo, Binyamin, el día 11 de Jeshván y fue enterrada en el camino, a las afueras de lo que se conoce hoy en día como Belén, y su tumba es visitada por miles de personas cada día. Allí las mujeres embarazadas rezan por tener un parto fácil y las que aún no lo están, por tener descendencia. Ella es la madre del pueblo judío, que espera en el camino a que sus hijos retornen a la tierra de Israel y se niega a ser reconfortada hasta que sus hijos vuelvan. Ella vio partir al exilio en Babilonia a sus amados hijos y lloró por ellos a HaShem. Según el Zohar, Mashiaj conducirá a los judíos dispersos del mundo a Israel y lo hará pasando por la carretera que pasa junto a la sepultura de Rajel imenu. Que pronto veamos este día en el que todos los hijos de Israel vuelvan a casa y la llegada de Mashiaj.

 

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