Lea, la de ojos débiles
Lea es una de las cuatro matriarcas del pueblo de Israel. Su historia está llena de dolor y sufrimiento, pero también de emuná.
Lea es una de las cuatro matriarcas del pueblo de Israel. Su historia está llena de dolor y sufrimiento, pero también de emuná.
El padre de Rajel y Lea, Labán, era hermano de Rivka y ésta a su vez también tenía dos hijos, Esav y Yaacov. Por lo tanto, estaban destinados a casarse entre ellos según las costumbres de la época. De esta forma, Lea se casaría con Esav, el hijo mayor de Rivka y Rajel con el hermano menor, Yaacov. Sin embargo, los planes no salen siempre como nosotros queremos y la realidad fue otra muy distinta.
Lea sabía que Esav era un hombre malvado y quería escapar de su destino. Ella tenía emuná completa en que la única forma en la que lo lograría sería mediante la plegaria. Rezó, habló con Hashem e imploró por Su misericordia para no convertirse nunca en la esposa de este hombre al que aborrecía. Ella estaba destinada a casarse con él porque tenía el potencial para contrarrestar los rasgos de carácter violentos de Esav, pero al saber cómo era esta persona no quiso enfrentarse a él. Nuestra matriarca lloró e imploró tanto que sus ojos mostraban ese sufrimiento. Los ojos son el reflejo del alma y en ella se veía todo el dolor que sentía al saber cuáles eran los planes para su boda con un hombre al que no solamente no quería, sino que además sabía que era un hombre con rasgos de carácter nada agradables. Está escrito que las lágrimas abren las puertas del cielo y, así, finalmente Hashem escuchó su plegaria y terminó casándose con Yaacov gracias al engaño de su padre, Labán.
Rajel y Yaacov ya suponían que el padre de ésta urdiría una trampa para que algo no saliera como ellos querían y pudieran casarse. Por ello, pactaron unas señas para que estuviera claro que se estaban casando el uno con el otro y no hubiera engaño posible. Sin embargo, cuando Rajel se enteró del plan de Labán entendió que su hermana sufriría una gran humillación si Yaacov se daba cuenta de la mentira y, demostrando que era una mujer benevolente, le enseñó a Lea la contraseña que había pactado con Yaacov. Así fue cómo gracias a Rajel, su propia hermana no fue repudiada por su amado y la ceremonia se llevó a cabo.
Ahora bien, imagínense qué terrible sería el dolor de esta mujer al saberse casada mediante engaños con un hombre que no la amaba. Ella sabía perfectamente los sentimientos que Yaacov profesaba a Rajel pero prefería esa humillación antes que casarse con Esav. Sin embargo, no cejó en ningún momento de intentar ser una buena esposa. Su plegaria constante y sus súplicas hicieron que le diera a Yaacov a seis de sus hijos y a su única hija. Ella sabía que Yaacov no la iba a amar de la misma forma que a Rajel, así que oró y oró para que Hashem la hiciera fértil y poder darle muchos hijos. Se tendría que conformar con un eterno segundo puesto en el corazón de su esposo pero al menos tendría la satisfacción de saberse madre de la mayoría de los líderes de las tribus de Israel.
La historia de la vida de Lea nos enseña la fuerza tan poderosa que tiene la plegaria. Por medio de ella, podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas. Lea fue una mujer piadosa que invirtió todas sus fuerzas en rezar a Hashem para que su futuro fuera diferente al que ella pensaba que estaba predestinada.
Cada palabra que sale de nuestra boca puede servir para construir un futuro mejor, para hablar con Hashem y contarle nuestros anhelos, nuestros deseos más profundos y la sinceridad de nuestras palabras al confesarle nuestras inquietudes más ocultas ayuda a que Hashem escuche nuestra plegaria. De esta forma, Él se alegra de que estemos en conexión continua sabiendo y apreciando que solamente nuestro Creador es quien puede hacer que nuestra vida tenga sentido. Y es por ese mérito que nos concede lo que realmente necesitamos, aunque no siempre coincide con lo que estemos pidiendo. Debemos tener siempre en mente que Hashem escucha nuestras plegarias, y siempre nos proporciona lo que tenemos que recibir.
Si tienes alguna pregunta o quieres compartir tu historia o inquietudes, escríbeme a tali.mandel.18@gmail.com
12/02/2017
Que mensaje más esperanzador. . Si, de algún modo he llegado a sentirme identificada con Lea. Gracias