Deja el hummus ahí!

Mi señora y yo estábamos en el supermercado “Osher Ad” la semana antes de Pesaj haciendo compras...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 17.03.21

Mi señora y yo estábamos en el supermercado “Osher Ad” la semana antes de Pesaj haciendo compras. Siempre dejamos los lácteos para el final. A unos metros de la sección de los yogures de leche de cabra, está la heladera de las ensaladas y los aderezos, donde pueden encontrar tehina, hummus y berenjenas con mayonesa, que son el denominador común de las mesas ashkenazi, sefaradí, religiosas y seculares de Israel. Una vez alguien hizo un chiste respecto a que el símbolo de la unidad judía en Israel debería ser un plato de hummus. Imagínense una bandera de Israel con dos rayas azules sobre un fondo blanco y un plato de hummus en el medio…

 

Resulta entonces que en medio de las compras me quedé fascinado con la conversación entre una pareja de rusos de edad avanzada que estaban buscando ensaladas en la heladera del supermercado. Para nada religiosos, ellos compran en el Osher Ad por los precios bajos y las variadas opciones de “comida para el alma”, como por ejemplo las treinta y dos variedades de arenque que en otros lados cuesta encontrar. Ambos se habían criado en hogares donde se hablaba idish, porque los dos hablaban entre ellos idish, en vez de ruso. La mujer tomó un frasco de hummus y lo puso en el carrito. Hummus es ensalada de garbanzos, que es una leguminosa. Los judíos ashkenazíes no comen leguminosas en Pesaj, y dicha costumbre se remonta a varios siglos atrás.

 

Grisha, el marido, le preguntó impacientemente a su esposa Sonia: “¿Para qué te hace falta hummus?”.

 

Sonia replicó: “¡Para comer! Para untar el pan, como siempre”.

 

Grisha dijo: “¿Por qué hablas como una comunista? En Pesaj no hay pan. ¡Hay matzá!”.

 

“Está bien”, dijo Sonia. “Entonces voy a untar la matzá con hummus”.

 

“Deja el hummus ahí, Sonia!”, rugió Grisha. “¡En Pesaj está prohibido!”.

 

“Y desde cuándo te convertiste en un jasídico, Grishke? Todo el año comes jamón que compras en el deli de los rusos y ahora me dices que no puedo comer hummus?”

 

A Grisha se le puso el rostro morado. Le salía humo de las orejas. Le dio un puñetazo a la botella de soda y declaró en idish con acento cárpato: “Mitornisht esen kitniois in Peisaj! No se comen leguminosas en Pesaj!”. Fin de la discusión.

 

***

 

Guau — Me dije a mí mismo. A primera vista esta conversación era ridícula: él come cerdo todo el año pero no le deja comer hummus a su mujer en Pesaj. Sin embargo, las cosas son más profundas.

 

Grisha y Sonia recibieron una educación atea del régimen comunista, que hizo todo lo posible por destruir todo rastro de judaísmo. Obviamente, sus padres y abuelos eran buenas personas que lograron infundirles el idioma idish en la cabeza así como otras tantas costumbres de su niñez. Seguramente Grisha estuvo en el ejército ruso y comió lo mismo que comían todos los soldados, incluyendo cerdo. Pero él recordaba de su infancia que los judíos ashkenazíes no comen leguminosas en Pesaj. Y si alguien le hubiera puesto una pistola en la sien y le hubiera amenazado con presionar el gatillo, él no habría comido hummus en Pesaj. Esa es la clase de devoción que hizo que los judíos rusos capearan setenta años de dura tiranía a manos de los comunistas.

 

Queridos padres: nunca tomen a la ligera ninguna costumbre judía. Todo lo que hacemos en el servicio de Hashem deja una marca permanente en el alma de nuestros hijos por muchos años.

 

Como en el caso de Grisha, que de acuerdo con la ley judía no es culpable porque es un “bebé que creció en cautiverio” y por lo tanto no puede ser juzgado por estas transgresiones. ¿Por qué? ¡Porque nunca aprendió Torá! El creció estudiando a Marx y Lenin en vez de Rashi y Rambam. Pero lo que aprendió de su abuela se le quedó marcado en el corazón por siempre!

 

La próxima vez que alguien “religioso” piense que es “mejor” que los Grishas y las Sonias del mundo, que tenga mucho cuidado. Nadie puede imaginarse la inmensa gratificación que obtiene Hashem de Sus hermosos hijos, que a pesar de años de doctrinamiento comunista no están dispuestos a comer hummus en Pesaj. Quién es como Tu pueblo, Israel!

 

 

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