Basta de echarse la culpa!

En mi calidad de psicoterapeuta y coach de emuná, he tenido la oportunidad de hablar con muchísima gente a lo largo de los años y créanme que son muy pocos, incluidos los “religiosos”, los que dejaron de jugar el “juego de la culpa”.

La semana pasada hablé por teléfono con una señora que hace ya años sigue los consejos del Rabino Shalom Arush. Ella lee sus libros, hace más de una hora de hitbodedut diaria, con gran generosidad hace una contribución a nuestra yeshivá y no toma ninguna decisión importante sin consultar antes con el Rabino. Pero esta mujer, si yo no la interrumpo, puede pasarse una hora entera diciéndome que todos los problemas que tiene son por culpa de su marido.

Dice el Rabino Shalom Arush que no hay más grande error que echarles la culpa a los demás por las cosas que te pasan. ¿Cómo es posible que tanta gente bien intencionada que estudia Torá a diario y ora a diario y hasta se arrepiente a diario siga estando tan lejos de la verdad, al echarles la culpa a los demás -o a sí mismos- de sus problemas?

Evidentemente es sólo el tonto orgullo y la falta de fe en uno mismo lo que hace que la gente les eche la culpa a los demás de sus problemas. Pero hay algo que pueden hacer: pueden dirigirse al Amo del universo y pedirle perdón por su tonta obstinación y por todas las veces que buscaron culpables. Pueden pedirle que les dé humildad para empezar a construir su emuná. Esto figura en el cuarto capítulo del libro En el Jardín de la Fe Universal.

Sé franco contigo mismo. Si todavía sigues jugando el juego de la culpa, y sufriendo de su ponzoñoso veneno en tus relaciones, tu carrera y tu vida en general, no hay razones para que te desesperes. Empieza ahora mismo y declara un nuevo comienzo.