No estás sola

Discúlpenme los lectores del sector masculino por el título de este artículo escrito en género femenino. Sigan leyendo, también les concierne a ustedes, simplemente me siento más identificada al usar el género femenino por razones obvias.

A veces, el mundo puede parecer un lugar solitario, en el que la persona se siente prácticamente sola a pesar de estar rodeada de gente. Con las prisas, las preocupaciones, las carreras para hacer todo lo que tenemos pendiente, nos olvidamos de que también es necesario dedicar un tiempo a los que nos rodean y comunicarnos con ellos.

Aunque parezca increíble hay muchas personas que sufren de melancolía, tristeza, desesperación, depresión… y sus personas más allegadas no se dan cuenta. Los más cercanos a estos seres deprimidos, que se convierten en actores consumados, piensan simplemente que tienen un mal día y siguen adelante con sus vidas ajetreadas.

La tristeza puede embargar a cualquiera, el iétzer hará hace un trabajo muy bueno y puede entrar en los corazones de judíos y no judíos para llenarles de desesperanza y melancolía. Cuando mi vida estuvo atrapada en las garras del desánimo no veía ninguna solución. Fingía delante de los demás que todo iba bien incluso cuando sentía desfallecer por dentro. Mantener una fachada me ayudaba en cierta forma a no quebrarme del todo, aunque por dentro me sentía completamente rota. La desesperanza es un mal amigo, pero la autocompasión es aún peor. Me veía obligada a pretender estar bien delante de los demás para evitar sus preguntas, pero este teatrillo me dejaba exhausta y me hacía auto compadecerme de mí misma todo el día.

Aunque yo sentía que no podía continuar adelante, lo hacía por inercia. Los días que conseguía levantarme de la cama eran todo un logro. Me pasaba las horas sintiéndome miserable y pensando en el momento en el que pudiera volver a casa y refugiarme de los demás, para no tener que seguir fingiendo una normalidad que no sentía. Pero, como siempre, no estaba sola. Hashem puso en ese momento tan duro de mi vida a buenas personas que me ayudaron a buscar ayuda profesional y salir adelante.

En mi proceso de recuperación intervinieron muchos factores, pero definitivamente lo que me mantuvo de pie y no permitió que me cayera fue la emuná. Aunque me sentía miserable, pensaba que Hashem me quería de todas formas así como era. Sabía que Él aceptaba mis debilidades, incluso aquellas que no podía confesar a nadie. Él era mi confidente a Quien suplicaba ayuda y contaba todo lo que estaba sintiendo.

Hashem nos envía emisarios que nos ayudan en este mundo. En mi caso, mis emisarios fueron la gente que me rodeaba y el médico que me trataba en terapia semanal. Fue duro someterme a preguntas tan íntimas sobre mi vida delante de un grupo de completos desconocidos y ser consciente de que debía tomar medicación psiquiátrica. Pero todo ello me ayudó. Cuando alguien se rompe un hueso, Di-s no lo permita, necesita vendajes, muletas, apoyo. Para las caídas emocionales a veces hacen falta otras formas de ayuda, y no es malo tomar la medicación necesaria. Eso sí, la lucha por encontrarse bien debe ser constante y tener muy claro que queremos estar bien y ser felices. Estas ayudas son temporales, luego hay que seguir adelante sin los bastones. Porque Hashem nos ha dado una vida bonita para disfrutarla, debemos estar agradecidos por todo lo que tenemos, incluso por estos momentos difíciles. Porque, cuando uno los supera, definitivamente aprecia mucho más cada segundo de su vida.

Admito que me sentía sola en aquella época, porque no me entendía con los demás. En ese momento estaba viviendo cambios profundos en mi vida (sumergida de lleno en mi proceso de conversión) y llevaba años ocultando mucho dolor. Esto último no me había hecho bien, no es bueno ocultar el dolor. Es un sentimiento que experimentamos como parte de nuestra vida y de nuestro ser. Hay que aceptarlo y dejarlo pasar, seguir adelante con nuestra vida y agradecer por lo que tenemos. Claro, esta es una lección que tardé años en aprender pero créanme que es muy valiosa.

Yo sé que logré salir de aquella época oscura gracias a Di-s. La mano de Hashem se ve en nuestras vidas a través de las circunstancias que atravesamos, de la gente que nos rodea y de otras muchas cosas. Hay quien piensa que la presencia de Di-s en el mundo solamente se vería si los cielos se abrieran y una voz nos hablara directamente en medio de destellos de luz. Sin embargo, hoy en día los mensajes de Hashem se leen en cada pequeño detalle de nuestra vida. Solamente hay que estar atentos y hacer introspección para analizar con minuciosidad los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor: ahí es donde encontramos a Hashem.

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