Está despedido

Pedro siempre había querido ser programador, pero jamás había hecho el intento, porque pensaba que no era lo suficientemente inteligente.

3 Tiempo de lectura

David Ben Horin

Posteado en 15.03.21

 

El otro día escuché la historia de un empleado que amaba su trabajo y le iba lo más bien hasta que un día el jefe lo llamó a su despacho. La conversación fue algo parecido a esto:

 

  • Qué tal, Pedro. ¿Cómo va todo?
  • Perfecto, señor. Me encanta mi trabajo.
  • Qué bueno, porque está despedido.
  • ¿Qué?
  • Usted es demasiado capaz como para trabajar con papeles todo el día. Yo vi cómo usted hace el trabajo, cómo trata a sus compañeros, e incluso a mí, con un profesionalismo tal que es un crimen dejar que siga trabajando en esto, que es un puesto que sin lugar a dudas está muy por debajo de su nivel. Ahora vaya y haga algo con su vida, y deje de quedarse tan cómodo sin progresar en la vida…

 

Pedro siempre había querido ser programador, pero jamás había hecho el intento, porque pensaba que no era lo suficientemente inteligente.

 

Este shock era precisamente lo que le hacía falta para empezar a moverse. Enseguida se anotó en un curso nocturno. Entonces volvió con el jefe y le pidió que le devolviera el trabajo. El jefe lo aceptó a condición de que si fracasaba en sus estudios o los abandonaba, lo iba a echar otra vez. A Pedro le dio miedo eso, porque no sabía si tenía la capacidad de ser programador.

 

 

Al saber que si fracasaba lo iban a echar, su temor se convirtió en su mejor amigo. Puso en él todo su empeño. Y se dio cuenta de que era la carrera perfecta para él. Se graduó con honores y consiguió un excelente trabajo en la misma empresa.

 

Y todo gracias a que su jefe lo echó por ser demasiado bueno.

 

¿Cuántas veces en la vida nos pasa que Hashem “nos echa”? Sí, seguro, nosotros lo percibimos como un corte con una pareja, o el final de una amistad, o el fracaso de un negocio. Incluso puede ser que todo un grupo social te rechace debido a que alguien inventó una historia y todos se la creen. Pero en realidad, es Hashem el que cambia nuestro status quo en la vida.

 

Nos lamentamos por lo injusto que es que tengamos que enfrentar cambios no deseados en la vida. Pero es que no tenemos control sobre ella.

 

El 1% de la población piensan que están en la cima del mundo pero ellos son los que tienen menos incentivos para crecer o para cambiar. Ellos tienen la misma responsabilidad de ser humildes, de hablar en forma responsable, de cumplir con los preceptos. Su riqueza puede llegar a ser su más grande obstáculo. Su capacidad de comprar agentes adormecedores tales como la televisión, el alcohol, y toda clase de lujos que los vuelven ciegos a los mensajes de Hashem hace que les cueste mucho más adquirir la gran riqueza espiritual que el resto de nosotros podemos ir acumulando a lo largo de la vida.

 

Nosotros somos los afortunados.

 

Si somos buenos en algo, la más grande bendición es enfrentar el desafío de algo todavía mejor. No tiene que ser poder o dinero.

 

Puede ser un nuevo nivel de estudio, o una nueva situación, a menudo una situación difícil, que tenemos que afrontar ejercitando nuestro músculo de emuná al máximo. Puede ser caer al peldaño más bajo de la escala social, incluso al oprobio, y darnos cuenta de quiénes son las personas en las que realmente podemos confiar.  Puede pasarnos como a Pedro, que un revés inesperado nos fuerce a tomar una decisión valiente que nos impulsa hacia adelante.

 

Mientras recordemos Quién nos hizo esto, sabremos que todo en la vida es una oportunidad para avanzar. Y ahí es cuando cada revés se transforma en un trampolín.

Escribe tu opinión!

2. Blythe

7/06/2023

I’d like to find out more? I’d want to find out some additional information.

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario