Más allá de la lógica

Incluso el rey Salomón, que es famoso por su gran sabiduría, no entendió esto. "Pensé que alcanzaría la sabiduría", admitió, "pero está lejos de mí"

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Rabino Pinjas Winston

Posteado en 21.06.20

Incluso el rey Salomón, que es famoso por su gran sabiduría, no entendió esto. "Pensé que alcanzaría la sabiduría", admitió, "pero está lejos de mí" (Eclesiastés 7:23).

 

¿Qué fue lo que eludió su intelecto tan poderoso? El Talmud en Nidá 9a explica que Salomón se refería a la Pará Adumá, la vaca roja cuyas cenizas se usaban para la purificación ritual. El significado interno de este ritual es excepcionalmente profundo, más allá del alcance del intelecto humano.

 

¿Y por qué esta mitzvá constituye un desafío para el intelecto?

 

Según los Sabios, la Pará Adumá viene a expiar el pecado del becerro de oro. El Midrash (Bamidbar Rabá 19:8) explica esto a modo de parábola: cuando el hijo de la sirvienta ensució el palacio del rey, su madre tuvo que ir a limpiar la suciedad. Aun así, debemos entender la conexión entre la Pará Adumá y el becerro de oro. Al fin y al cabo, el becerro de oro no nació de una vaca, sino que se formó con joyas de oro donadas por la gente.

 

¿Cuál es la esencia del pecado del becerro de oro? El Kuzari y otros comentaristas medievales explican que únicamente cuando se tiene en cuenta el elevado nivel espiritual del pueblo judío en ese momento, el becerro de oro se considera una grave falta.

 

La motivación del pueblo fue sincera: ellos no deseaban abandonar a Dios. Por el contrario, querían estar cerca de Él y por eso crearon una imagen, que era la forma predominante de adoración por aquella época, como lo es la sinagoga hoy en día, o sea, un lugar en el cual tener una manifestación física a través de la cual pudieran canalizar sus anhelos espirituales. Incluso aquellos que cometieron la falta de rezarle directamente a la imagen dorada no abandonaron a Dios. Sino que declararon: "Este, Israel, es tu Dios, que te sacó de Egipto" (Exodo 32:8).

 

Si es así, ¿cuál fue su error? Pues bien: el error del becerro de oro fue que quisieron alcanzar la cercanía Divina a través de acciones dictadas por su propia lógica y razonamiento. Dios prohibió esta forma de adoración. La imagen que crearon, a pesar de sus buenas intenciones, contradecía el mandato de Dios y se convirtió en un obstáculo para aquellos que adoraban al Becerro de Oro como un ídolo real.

 

Si queremos saber lo que Dios quiere, debemos examinar cuidadosamente Su modo de gobernar el mundo. Teóricamente, el sabio debería ser capaz de discernir aspectos maravillosos del reinado de Dios sobre el universo, y así comprender Sus caminos y Su voluntad divina. Y así sería si Dios hubiera organizado la creación de tal manera que todos los caminos que conducen a la meta final reflejen la perfección Divina.

 

Sin embargo, Dios organizó el universo de manera diferente. Él decretó que la pureza podría ser el resultado final de caminos impuros. Incluso esos medios que niegan la voluntad de Dios conducen hacia la meta final. Nuestro servicio Divino solo puede ser guiado por aquellas acciones que Dios transmitió a través de Su Torá.

 

¿Cómo se relaciona esto con las cenizas purificadoras de la Pará Adumá? Obviamente, la pureza y la impureza es una cuestión de estar cerca o lejos de la iluminación de Dios. La verdadera pureza es la capacidad de acercarse a Dios y cumplir Su voluntad. La muerte, por el contrario, es la principal fuente de impureza. La muerte es un ejemplo de un fenómeno en el mundo que se opone diametralmente a la intención genuina de Dios, que desea la vida.

 

¿Cómo nos purificamos de la impureza de la muerte? Para corregir la impresión engañosa de la muerte, debemos reconocer los límites del intelecto humano. Al realizar el ritual de la Pará Adumá, mitzvá que, por definición, está más allá de la lógica humana, reconocemos las limitaciones de nuestra comprensión intelectual.

 

Ahora también podemos entender por qué aquellos que preparan las cenizas purificadoras de la Pará Adumá se impurifican en el proceso. Así como la voluntad de Dios no puede deducirse de los caminos del mundo, sino solo de la meta final, también los medios de la Pará Adumá son impuros, y solo el resultado final trae purificación.

 

(adaptado de Midbar Shur, pp. 317-320)

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1. Eliana González Díaz

7/05/2020

Los mandamientos que no tienen explicación lógica al cumplirlos son los que más elevan nuestra Neshema.

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