La herida que desapareció

En el ámbito de la salud fui testigo de grandes milagros, pero el milagro que voy a contarles ahora contiene un poderosísimo mensaje..

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.07.21

En el ámbito de la salud fui testigo de grandes milagros, pero el milagro que voy a contarles ahora contiene un poderosísimo mensaje de fortalecimiento. Este milagro me lo contó un hombre casado que estudia Torá en un kolel muy reconocido en Jerusalén y que también asiste a mis clases y aprende emuná. Cuando él escuchó de mi “milagrito” en el dedo, decidió contarme el milagro que le había ocurrido a él.

 

Y esto fue lo que contó:

 

Hacía mucho tiempo que sufría de una lastimadura muy profunda a lo ancho de toda la planta del pie. Tan profunda era la lastimadura que se veía la carne y apenas si podía pisar sobre ese pie. Un trayecto de tres minutos le llevaba media hora de los terribles dolores que sentía.

 

Él escuchó las clases sobre el tema del agradecimiento y una noche empezó a darle las gracias a Hashem por la lastimadura del pie. Sencillamente dijo gracias y gracias y otra vez gracias por cada paso que daba y por el terrible sufrimiento. Y pidió perdón por el hecho de que hasta ese momento no había creído que fuera para bien. El hombre Le dio las gracias a Hashem durante media hora sin parar. Resulta que a la mañana siguiente este hombre se levanta de la cama y tiene la planta de pie entera; ¡la herida se cerró y la piel está toda lisa como si no hubiera pasado nada! En una palabra: un mi-la-gro, algo absolutamente sobrenatural. Algo imposible de comprender.

 

La herida había sido tan profunda que resulta imposible concebir que se haya curado por cualquier método medicinal de que se trate. Y además se cerró de la noche a la mañana y le creció piel nueva y lisa como de un bebé. Es increíble. Esto me lo contó el mismo hombre que, como ya les dije, es un gran erudito de la Torá y una persona cien por ciento con los pies en la tierra.

 

Hashem nos enseña que si tenemos algún problema, ¡lo único que tenemos que hacer es simplemente dar las gracias! La gratitud es la respuesta a la falta de emuná. Entonces todo se da vuelta para bien y uno ve milagros absolutamente sobrenaturales. ¡La gratitud literalmente modifica la naturaleza! Cuando uno da las gracias –o sea, cree que lo que le pasa es bueno– tiene el mérito de que la naturaleza se modifique en su honor.

 

Con mis propios ojos yo fui testigo de cientos y cientos de casos similares, ya sea porque acompañé a los enfermos y los ayudé y fui testigo del inmediato y drástico cambio en la naturaleza apenas la persona hizo teshuvá y se arrepintió, o bien porque lo sentí en mi propia carne, viendo cómo la naturaleza se modifica en forma absoluta e inmediata apenas uno entiende qué es lo que tiene que cambiar.

 

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