La cura para el cáncer

Se había quedado totalmente pelado después de una serie de tratamientos de quimioterapia. El pobre estaba en un estado terrible, como muerto en vida.

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 12.07.21

Les voy a contar una historia: conozco a un hombre que estaba enfermo de cáncer, que Dios nos proteja, y al que los médicos le habían asegurado que le quedaban solamente unos cuantos días de vida. Hashem le tuvo compasión y un alumno mío fue a verlo al hospital y les enseñó a él y a toda su familia a dar las gracias.

 

Ellos le hicieron caso y empezaron a dar las gracias una y otra vez… ¡y al final se descubrió que el paciente no tenía nada! Por supuesto que los médicos no creían lo que estaban viendo y decidieron que se trataba de un error, pero no era ningún error, porque el paciente estaba ya muy débil y se había quedado totalmente pelado después de una serie de tratamientos de quimioterapia. El pobre estaba en un estado terrible, como muerto en vida. Y se curó por medio de la emuná.

 

Rabí Najman enseña en su obra magna, el Likutey Moharán Segunda Parte lección 5, que existen enfermedades que no tienen cura y que el enfermo se puede curar únicamente por medio de la emuná. Estas son sus palabras textuales: “Lo principal es tener emuná. Y cada persona debe buscarse a sí misma y fortalecerse a sí misma en emuná”. Porque hay personas enfermas que sufren tremendas dolencias y todo debido únicamente a un debilitamiento de su emuná, como en (Deuteronomio 28): “Y Hashem hará tus golpes extraordinarios, golpes grandes y fieles” – específicamente “fieles”, porque llegan por una falta de fe, o sea, de emuná, ya que al debilitarse la emuná sobrevienen tremendas dolencias que no se pueden curar ni con remedios ni con plegarias ni con el mérito de los antepasados.

 

Luego continúa explicando Rabí Najman cómo es que la curación depende de la emuná. Y la conclusión a la que llegamos es que esas enfermedades graves, Dios nos proteja, no tienen una cura natural y únicamente cuando el enfermo tiene el mérito de corregir la causa espiritual que ocasionó la enfermedad, se puede curar. Y dado que la causa espiritual de las enfermedades más graves es el debilitamiento de la emuná, resulta por lo tanto que la curación de esas enfermedades se obtiene fortaleciendo la emuná. Pues bien, la forma más directa y básica de fortalecer la emuná es dando gracias por el sufrimiento.

 

En las Joyitas de Emuná expliqué que este concepto de dar las gracias por el sufrimiento significa que uno se alegra con él. El hecho de dar las gracias no es algo externo a la persona, no es un susurro, no se trata de una frase hecha o de una calcomanía pegada al auto: “Sonríe. Todo es para bien” o “Gracias a Dios que respiro”. En absoluto. La emuná, en su punto más íntimo y más verdadero, es una forma de vida que acompaña a la persona a cada instante de su vida, en cada pensamiento. El mundo interior de la persona creyente es totalmente diferente del mundo interior de la persona que tiene una “emuná somnolienta”. Y esto se manifiesta en su comportamiento y en sus reacciones ante cada cosa que le sucede.

 

 

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