La coalición del Mal – Noaj

Como dice el viejo adagio, hasta dos perros que se odian se unen para luchar contra el lobo...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 08.11.21

 

Toda la tierra tenía un mismo lenguaje y un mismo propósito (Bereshit 11:1)

 

El texto citado es un aparente elogio de la generación que construyó la Torre de Babel, en el sentido de que los pueblos estaban unidos. Pero, si miramos el tema más de cerca, vemos que bajo el liderazgo de Nimrod, todos ellos estaban unidos en un doble propósito de maldad. Primero, y tal como indica el nombre de su líder (Nimrod en hebreo significa “nos rebelaremos”), el pueblo de Babel se unió para erigir la Torre de Babel como una declaración de revolución contra Hashem. En segundo lugar, se unieron en su oposición al tzadik de la generación, nuestro antepasado Abraham, el único monoteísta del mundo. Nimrod arrojó a Abraham al mismo horno de fuego que se utilizó para producir ladrillos para la Torre de Babel. Por lo tanto, la construcción de la Torre de Babel y el intento de matar a Abraham fueron actos simultáneos de la misma generación malvada que se rebeló contra Hashem.

 

Según Rashi y los textos midráshicos, Abraham fue arrojado al horno de fuego en el año hebreo de 1972, cuando tenía 24 años. Hashem puso fin a la locura de Babel al confundir las lenguas y dispersar al pueblo de Babel sobre la faz de la tierra apenas 24 años después, en el año hebreo de 1996, cuando Abraham tenía 48 años. Para ser exactos, nos encontramos con que la unidad y el “propósito común” de la generación del mal duró sólo unas pocas décadas.

 

En realidad, y tal como aprendemos en retrospectiva, no había unión entre los diferentes pueblos; al contrario: se odiaban. Sin embargo, se unieron en su doble propósito de maldad para rebelarse contra Hashem y oponerse al único y verdadero tzadik de la generación, Abraham. Como dice el viejo adagio, hasta dos perros que se odian se unen para luchar contra el lobo.

 

Rabi Najman de Breslev enseña un principio revelador (ver Likutei Moharan I:67.6) cuando dice: “Cuando los malvados se unen, caen rápidamente”.

 

El mal del mundo se asemeja a los fertilizantes químicos: unos pocos dispersos sirven para algo, pero demasiados destruyen la tierra.

 

El Midrash nos dice que los malvados sirven a un propósito en el sentido de que los actos de los justos son mucho más aparentes cuando se comparan con los actos de los malvados. En ese sentido, es realmente beneficioso tener algunas personas malvadas alrededor para que todos podamos ver la tremenda diferencia entre los justos y los malvados. Unos pocos malvados nos dan un ejemplo de cómo no debemos actuar. Sin embargo, cuando los malvados crecen en número y unen sus fuerzas en la destrucción masiva, aceleran su propio fin. 

 

¡Qué ciertas son las palabras del tzadik! Hasta el día de hoy, vemos una coalición masiva del mal que lucha contra los fieles de Hashem. Esto no debe alarmarnos ni desanimarnos. De hecho, a la luz de las enseñanzas de Rabi Najman, cuando los malvados unen sus fuerzas, aceleran su propio fin y en realidad allanan el camino hacia la plena redención de nuestro pueblo, rápidamente y en nuestros días, amén.