Sobre la Parashá – Pinjas

La tarea de ser profeta no es simple. El Pueblo de Israel tuvo cuarenta y ocho profetas y siete profetizas cuyas profecías fueron transmitidas para el futuro…

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Rabino Daniel Oppenheimer

Posteado en 06.04.21

Parashá Pinjás

 
La tarea de ser profeta no es simple. El Pueblo de Israel tuvo cuarenta y ocho profetas y siete profetizas cuyas profecías fueron transmitidas para el futuro…
 
 
Amor severo
 
"¡Maldito el día en que nací, que el día en que mi madre dio a luz, no sea bendecido!" (Irmiahu 20:14) "Dijo Irmiahu: "¡Patrón del Mundo! ¡Qué pecado cometí, acaso, por el que todos los profetas anteriores y posteriores no debieron participar en la destrucción del Bet HaMikdash, y yo sí!…" " (Pesikta Rabatí 27:5)
 
La tarea de ser profeta no es simple. El Pueblo de Israel tuvo cuarenta y ocho profetas y siete profetizas cuyas profecías fueron transmitidas para el futuro. Sin embargo, su misión no fue ni placentera ni agradable. En su mayoría, debieron advertir al pueblo acerca de conductas que debían modificar y modos de vida errados. Habitualmente la gente no quiere escuchar como la amonestan. Prefieren permanecer en la comodidad de los hábitos acostumbrados y, todo aquel que viniera a cuestionarlos es visto como un agresor. ¿No preferimos, acaso, también nosotros mismos una "palmadita" en la espalda a vaticinios alarmantes y aterradores?
 
Aquella época no fue distinta. En las tres semanas que corren entre el 17 de Tamuz y 9 de Av, se leen en Shabbat tres lecturas extraídas de los libros Ieshaiahu y Irmiahu. Irmiahu fue objeto de toda clase de persecución a manos de quienes no se alegraban con sus palabras. Fue encarcelado en época del rey Tzidkiahu por advertir la próxima caída de Jerusalén en manos de los caldeos (Bavel) y la destrucción del Bet HaMikdash, el templo construido por el rey Shlomó hacía ya 400 años, mediante ese mismo invasor. Irmiahu fue lo que hoy se llamaría un "enemigo político" o un "elemento desestabilizante" para el régimen. La gente creía que esas profecías tremendistas eran producto de la fantasía de Irmiahu. Ya, anteriormente, el rey Ioshiahu (Melajim II, 22:15) había contactado a otra profetiza, Juldá, para pedir un veredicto más benévolo, pensando, equivocadamente, que una mujer auguraría un pronóstico favorable.
 
Irmiahu ciertamente no fue el único que sufrió estas amenazas. En otros tiempos, en épocas del famoso Eliahu HaNaví, los profetas eran acechados y asesinados (Melajim I, 18:13), por la entonces reina Izevel, esposa de Ajav. Asimismo, el profeta Mijaihu sufrió una afrenta pública a manos de Tzidkiahu, un agorero falso (Melajim I, 22:24) por contradecir su presagio engañoso ante el rey Ajav. Otro que corrió una suerte similar, fue el profeta Zejariá, quien intentó impedir que colocaran una imagen en el Bet HaMikdash y fue muerto en el propio templo (Divrei HaIamim II, 24:21) por orden del rey Io"ash.
 
Volviendo a la era de Irmiahu, había otro adivino llamado Jananiá ben Azur (Irmiahu 28:1). Mientras Irmiahu alertaba a los judíos acerca de la tragedia que estaba por ocurrir, Jananiá prometía que Di-s estaba por romper el yugo impuesto por el rey Nevujadnetzar sobre los judíos. Más aun, juraba que los elementos del templo que habían sido confiscados por el rey de Babilonia, volverían prontamente a Ierushalaim ("andamos mal, pero vamos bien…"). Jananiá murió dentro del mismo año, tal como dijo Irmiahu, pero la gente, aun así, no estaba dispuesta a enmendar sus caminos. Encarcelado y acorralado, Irmiahu no tenía opción, sino seguir transmitiendo la palabra de Di-s.
 
¿Cómo hubiésemos actuado en su lugar? Difícil decirlo, pues no hemos vivido en aquel momento. Sin embargo, podemos intentar auto-evaluarnos: ¿cómo reaccionamos cuando nos advierten con palabras molestas e irritantes? ¿Agradecemos la bondad de aquel que nos amonestó, viendo su intervención como un acto de amor? ¿O preferimos sentirnos agredidos, poniéndonos en papel de víctimas?
 
Las palabras de los profetas fueron conservadas para el futuro, pues aun cuando fueran severas, fueron dichas con un profundo amor por personas que, aparte de estar inspiradas por Di-s para apercibir (y también en otras oportunidades, consolar y esperanzar) al pueblo, lo hicieron a partir de su gran preocupación por el bienestar espiritual de la nación. No faltan hoy quienes, a su vez, nos critican en términos rigurosos y ásperos. En lugar de tener una actitud de niño caprichoso que sólo acepta elogios, bien haríamos en prestar atención y reflexionar.
 
– Dedicado por Marty e Irene Kofman en memoria de R. Esther bat Yitzjak y R. Elazar ben R’ Yehuda de bendita memoria –
 
(Con la amable autorización de www.Torá.org.ar)

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