Saber Agradecer

Agradecer es sinónimo de comprender, esencia de la persona. El ser humano es una creación vulnerable, ese concepto se verifica en…

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Daniel Domb

Posteado en 05.04.21

Agradecer es sinónimo de comprender, esencia de la persona. El ser humano es una creación vulnerable, ese concepto se verifica en…

Saber agradecer

"…Será que al ir a la tierra que el Eterno te da para heredar, poseas y mores en ella, tomarás de las primicias de todo fruto del suelo, las pondrás en el cesto e irás al lugar que eligió el Eterno, tu Creador, para hacer morar Su Nombre allí…" (Deuteronomio 26:1-2).
 
Quizás uno de los niveles espirituales más elevados en la persona es el de saber agradecer. Son pocos los que naturalmente poseen esa virtud y muchos los que la adquirieron mediante un tozudo esfuerzo, utilizando su intelecto, analizando la situación en que se encuentran y así comprenden que la ayuda recibida constituye un hecho que por sus propios medios sería imposible conseguir. 

Agradecer es sinónimo de comprender, esencia de la persona. El ser humano es una creación vulnerable, ese concepto se verifica en situaciones concretas, así el niño necesita del cuidado de su madre, depende de una manera absoluta de ella; no así los animales, incluso existen especies que al nacer se independizan, pero el ser humano depende de ese "calor" de la madre, una protección, pero básicamente se produce una transmisión emocional e intelectual. 
 
Aunque la sabiduría provenga del tesón, ya que como afirma el Talmud, en el tratado Meguilá (6b): "Te esforzaste y lo encontraste, creedle", pero previamente ese "calor" maternal creó un "espacio" para albergar esos conceptos, es la herramienta que permite que la persona pueda comprender las nuevas nociones, ¡la madre es parte activa para el futuro del niño! No se limita a lo físico sino que garantiza su intelecto, consecuentemente el futuro pago del hijo está ligado al de la madre. 
 
La persona nace con necesidades que deben ser satisfechas desde el exterior, y por eso el pago de ese alimento para crecer es el agradecimiento. Reconocer la ayuda del prójimo, pero por sobre todo distinguir que todo lo que sucede es producto del designio Divino, la persona puede ser merecedora de que el Creador haga descender Su bendición, Su deseo, ¡el verdadero "Dador" es el Todopoderoso!
 
Los bikurim, llevar las primicias de los frutos de los nuevos árboles, constituye el concepto más tangible, de ese agradecimiento, ello se debe a la simpleza en su comprensión. 
 
El Rab Aharón HaLevi z"l de Barcelona, en su libro HaJinuj (91) describe el fundamento del Mandamiento de las primicias que refleja la esencia de muchos mandatos Divinos, allí dice: "es el deber de la persona intentar y lograr elevar la palabra Divina sobre sus emociones", subyugar el sentimiento que lo domina doblegando a las emociones para así concretar la voluntad Divina, ello permitirá sentir y saber de manera irrefutable que por intermedio del Todopoderoso llegan todas las bendiciones.
 
Confusión humana
 
Ese saber permite vencer a lo que nuestro instinto toma como un principio, ese error esta implícito en la advertencia expresada en el versículo: "…mi fuerza y el trabajo de mis manos fueron los que consiguieron todo lo que poseo…" (Deuteronomio 8:17). Este "pecado" nace de un hecho intelectual, saber y sentir, ya que así comienza dicho versículo: "…De manera que dirás en tu corazón…", lindando con la idolatría, "reverenciarse a sí mismo como si tuviese el poder de concretar algo", sin siquiera sospechar que: "es el Eterno quien le brinda todo lo que obtuvo" ya que como enfatiza el versículo: "…Mía es la plata y Mío es el oro, dice el Señor…" (tratado Jaguíga 2:8), ese esfuerzo es la "tarjeta" que permite alcanzar el objetivo, pero se debe saber que ese afán es secundario, ¡todo proviene de Su voluntad!
 
Pero la persona se equivoca, aunque reconozca fehacientemente que el Todopoderoso es Quien hace todo pero… ¡para qué molestarLo! ¡Por qué esperar un milagro! Y aunque dicha postura, en una primera instancia, es correcta, pero… ¡el Creador nos dotó de manos y piernas! Con cerebro para que razonemos y miembros para hacer, ¿por qué vivir de forma milagrosa? ¿Ese es el Deseo Divino? 
 
El versículo dice: "…Tu abres con Tu Mano y satisfaces a todo ser viviente con favor…" (Salmos 145:16), el Creador es Quién bendice. Pero en la tierra, la costumbre al recitar éste versículo es abrir las manos, poniendo las palmas de la mano hacia arriba, esperando que recaiga en ellas Su bendición, todo depende de la acción de la persona, la bendición va descendiendo a través de los mundos, alimentándolos por su mero paso, el hombre debe "abrir sus manos" y tratar de "agarrar" parte de esa bendición, pero esa bendición constituye el verdadero elemento que: "…satisface a todo ser viviente…" todo lo demás es buscar la misma bendición a través de otro medio.
 
La bendición no está en el trabajo, realmente ella constituye una maldición, el versículo dice: "…con el sudor de tu frente comerás…", pero la maldición va más allá, significa no poder comprender para qué se está sudando. Vivir para trabajar o trabajar para vivir, el medio se transforma en fin y la vida puede caer subyugada bajo el trabajo, ello constituye la tremenda confusión humana: no comprender que "todo depende del Creador" ya que: "…no hay más nada fuera de Él…" (Deuteronomio 4:39). El axioma más lógico si es que uno sabe observar al mundo con los ojos del corazón y de la inteligencia y no dejándose engañar por sus deseos, máscara de su querer.
 
 
– Extraído de “Sedienta está mi Alma de Ti” –
 
(Gentileza de www.tora.org.ar)
 

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