Dios Es Real

Una vez que uno sabe que Di-s es real, uno actúa diferente, y en especial cuando se trata de asuntos monetarios. La forma en que la persona se comporta con sus finanzas es probablemente la mejor forma de…

Estaba pensando que una persona puede pasarse años haciendo un precepto tras otro y aun así no saber que Di-s es real. La persona puede levantarse temprano, rezar con el minián de la madrugada, comer únicamente alimentos que portan el certificado de Kashrut más estricta, sumergirse en la Mikve (baño ritual) todos los días sin falta, tener una barba hasta el piso y un sobrero negro enoooorme –y aun así no saber que Di-s es real.

Una vez que uno sabe que Di-s es real, uno actúa diferente, y en especial cuando se trata de asuntos monetarios. La forma en que la persona se comporta con sus finanzas es probablemente la mejor forma de evaluar su creencia en la realidad de Di-s. Cuanto más débil es la creencia, más feroz es la persona. Y no estoy hablando solamente de socios comerciales o conocidos. ¿Cuántas veces oímos hablar de familias que se hicieron pedazos por la cuestión de quién va a heredar qué o quién va a tener que pagar qué?

Cuando uno hace lo que piensa que Di-s quiere que haga, aunque sea algo difícil o inconveniente, ese acto mismo le está enviando a la persona y a todos los que la rodean un mensaje muy claro: ¡Di-s es real!

Hace ya bastante tiempo que yo pensaba que me iba muy bien con todo este tema de “Di-s es real”: después de todo, yo sé que todo lo que ocurre proviene directamente de Él y que somos todos solamente marionetas en Su escenario.

Pero entonces recibí de mi contador otra cuenta de miles de shekels.

Esto no es algo tan inusual. Millones de personas reciben cuentas de sus contadores todo el tiempo y no hay que eso toda una historia, como dicen acá en Israel…

Pero para mí, esto sí era toda una historia. Una enorme y complicada historia. Déjenme que les explique por qué.

Cuando nos mudamos a Israel hace algo así como seis años, yo tenía un negocio pequeño pero muy rendidor. Por aquellos días, ganaba un salario de seis dígitos en libras esterlinas y me preocupaba mucho la posibilidad de perder una gran parte de esa suma por el tema de los impuestos en Israel. Por eso contraté a un contador que cobraba una fortuna por sus servicios, y que aparentemente era un experto en el tema, para que me dijera cuál era la mejor forma de manejarme con los impuestos.

Él me dijo que cuando llegara a Israel abriera otra compañía por separado y de alguna forma se iba a enviar el dinero desde la compañía en Inglaterra a la compañía en Israel, a fin de minimizar la cuenta de impuestos.

En ese momento lo que me dijo me pareció que tenía mucho sentido, pero nunca llegué a cerciorarme de que funcionaba en la práctica, porque poco después de que empecé con la subsidiaria israelí, la compañía en Inglaterra entró en terribles deudas y no había ningún dinero para enviar.

Yo traté de revivir mi compañía un año entero, pero entonces me di por vencida. Mientras tanto, tenía la compañía israelí que había abierto y para la que tenía que arreglar las cuentas. Contraté a contadores, y ellos presentaron las cuentas. Yo les dije que quería cerrar la compañía, porque ya no tenía más razón de ser.

No sé bien lo que pasó, pero al año siguiente, me cayó encima como un balde agua fría la cuenta de otro contador por los servicios que me prestó en mi compañía “muerta”. Yo le pagué sin abrir la boca, y les dijo a los contadores que por favor cerraran la compañía de una vez por todas.

Hace dos años, otra vez me cae encima la cuenta de otros contadores por ocuparse de mi compañía. Esta vez ya me empecé a volver loca. ¿Qué estaba pasando con estos contadores tan incompetentes? ¿Acaso se pensaban que yo tenía tres mil shekels de más cada año para mandarles de regalo?

Yo tuve una batalla muy difícil con mi mala inclinación y hasta pensé en llevarlos a un Beit Din (corte judicial judía), porque, después de todo, ellos eran personas religiosas.

Pero entonces me di por satisfecha con un email de tenor bastante fuerte, en el que les decía que esta era la última vez que les pagaba y que por favor si podían cerrar la compañía de una vez por todas.

El año pasado me enviaron otra cuenta más.

Fui a hacer hitbodedut y entonces Di-s me dio una idea genial: les mandé un email diciéndoles que solamente iba a pagar la cuenta si me mandaban una prueba de que ya habían cerrado la compañía. Pero no escuché nada de ellos…. hasta hace unas pocas semanas, cuando me enviaron otra cuenta más.

¡Hasta acá! Ahora los iba a llevar al Beit Din!! Entonces mi marido me recordó que Di-s es real, que Él era el que me había enviado esta cuenta, no los tontos de los contadores….

Todavía estaba enojada, pero después de unos minutos, acepté lo que él me dijo y pagamos la cuenta. ¿No es cierto que estás pensando que hice una tontería?  Es probable que tengas razón, pero yo sé que Di-s me va a recompensar y devolver todo lo que me merezco, pero mientras tanto, Él es el que lleva las riendas… de los contadores.

¿Quién sabe? ¿Tal vez alguna vez robé miles de shekels en una encarnación anterior, y ahora los tengo que devolver?

Di-s es el Encargado de todo, no yo. Y no siempre todo tiene lógica. Me cuesta explicar esto, pero les aseguro que cada vez que trato de hacer lo que Él quiere de mí, siento que mi cuenta Ahí Arriba va subiendo de nivel. Y al fin y al cabo, esa es la única cuenta que importa.